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¿Dos Españas irreconciliables?
Hoy, hay una derecha cada vez más insultante y descalificadora del otro bando; ¿por qué?
Teme la ruptura de la unidad territorial, pero se muestra incapaz de aportar una política que fomente la cohesión social e ilusione a la inmensa mayoría ciudadana: con mejoras laborales, protección integral de la salud, de la educación y del medio ambiente. Sospecha, cual paranoia, que el rol varonil se difumina por el simple hecho de poner en primera página la violencia machista y el lógico deseo de las personas homo y transexuales de ser respetadas, ya que esa diversidad no menoscaba ni el derecho ni la buena imagen de la virilidad bien entendida. Rehúye la memoria histórica por no saber o no querer reconocer los horrores cometidos por la dictadura franquista; pues lo de la guerra in-civil ya no tiene vuelta atrás; sabiendo, por supuesto, que se inició con un levantamiento militar, un tanto similar a lo acontecido en 1934, pero esta nueva intentona no triunfó el 18 de julio sino que hundió todo el aparato del Estado dejando desnuda y desconcertada a la República. Y lo más grave, confunde el aborto y la eutanasia con crímenes contra la vida; cuando ellos miran para otro lado ante los millones de empobrecidos, desahuciados, desempleados y marginados, muchos forzados a delinquir o prostituirse; aplaude la invasión de Irak, que tantas vidas se cobró, generando millones de desplazados, con refugiados huyendo del horror, mal acogidos o abandonados en el mar. Y cómo callan su mala conciencia mediante continuas vivas a la bandera, la patria, el ejército, romerías y desfiles religiosos; ignorando por completo el verdadero mensaje evangélico o el espíritu de los derechos humanos.
Las izquierdas, entre la moderación, opción mayoritaria, y los partidarios de la revolución inmediata, minusvalorando el poder de las fuerzas oscuras; promueven políticas sociales que garanticen derechos personales a colectivos diferenciados y discriminados; y a nivel económico ofrecen unos ingresos o paguitas que no les hundan del todo en la miseria. Es decir, son más patrióticas que las derechas cuando sólo buscan incrementar los beneficios de los mejor situados; porque los pequeños y medianos empresarios siempre pagan los platos rotos de las crisis en este insolidario modelo económico imperante, donde tantos siguen sin percatarse, cegados por la idea de un enriquecimiento rápido.
Pero las izquierdas, tan divididas de siempre por personalismos y dogmatismos, incapaces de dialogar entre sí y con las buenas personas de derechas. No se enteran de que no es suficiente con financiar unas políticas sociales, cuando las decisiones económicas siguen en manos de grandes bancos y financieros. La ciudadanía espera y requiere (como suele hacerse en cualquier campo práctico) un PLAN o proyecto ilusionante, viable, a medio-largo plazo, que abarque las grandes dimensiones de la sociedad desde la organización del Estado más unitario que federalista para no romper y discriminar los derechos humanos; un modelo económico más eficiente y respetuoso con las personas y el medio, que potencie la cooperación en las empresas y permita una distribución leal y equitativa de los beneficios, puesto que todas las partes –inversores, directivos, trabajadores, proveedores, comerciales y clientes– contribuimos a su mantenimiento; y una visión cultural respetuosa con toda ideología y creencia que no atente contra los derechos humanos, trabajando por un orden internacional donde prime la tolerancia, la amistad y el desarrollo de todos los pueblos, anteponiendo la paz a cualquier conflicto.
Hoy, hay una derecha cada vez más insultante y descalificadora del otro bando; ¿por qué?
Teme la ruptura de la unidad territorial, pero se muestra incapaz de aportar una política que fomente la cohesión social e ilusione a la inmensa mayoría ciudadana: con mejoras laborales, protección integral de la salud, de la educación y del medio ambiente. Sospecha, cual paranoia, que el rol varonil se difumina por el simple hecho de poner en primera página la violencia machista y el lógico deseo de las personas homo y transexuales de ser respetadas, ya que esa diversidad no menoscaba ni el derecho ni la buena imagen de la virilidad bien entendida. Rehúye la memoria histórica por no saber o no querer reconocer los horrores cometidos por la dictadura franquista; pues lo de la guerra in-civil ya no tiene vuelta atrás; sabiendo, por supuesto, que se inició con un levantamiento militar, un tanto similar a lo acontecido en 1934, pero esta nueva intentona no triunfó el 18 de julio sino que hundió todo el aparato del Estado dejando desnuda y desconcertada a la República. Y lo más grave, confunde el aborto y la eutanasia con crímenes contra la vida; cuando ellos miran para otro lado ante los millones de empobrecidos, desahuciados, desempleados y marginados, muchos forzados a delinquir o prostituirse; aplaude la invasión de Irak, que tantas vidas se cobró, generando millones de desplazados, con refugiados huyendo del horror, mal acogidos o abandonados en el mar. Y cómo callan su mala conciencia mediante continuas vivas a la bandera, la patria, el ejército, romerías y desfiles religiosos; ignorando por completo el verdadero mensaje evangélico o el espíritu de los derechos humanos.