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La familia, ¿cómo está?
“En África,
Cuando muere un anciano
Es una biblioteca que arde.“
Amadou Hampate Ba
En España, “las bibliotecas” se ponen a quemar, más o menos lentamente, dentro de las residencias.
La pandemia, con sus trágicos destellos de luz, de repente, hizo transparentes las paredes de las Residencias. No pudimos dejar de ver: entonces lloramos por la cruel suerte de nuestros abuelos y padres, que “queman” y mueren en la soledad.
La pandemia ha cesado y las paredes de las Residencias han vuelto a ser impenetrables a la vista y los sentimientos de culpa nos han abandonado.
Esperaba que las atroces visiones procedentes de las Residencias nos obligaran a abrir una reflexión no tanto y no solo sobre el destino de los Ancianos, sino especialmente sobre la “Familia”. El corazón del problema está aquí.
La Familia, esta agencia educativa primaria imprescindible, parece haberse enrarecido y haberse convertido en áfona.
Cuando los jóvenes tienen problemas se mira: dentro de la escuela, dentro de las discotecas, dentro de los ríos de las drogas, dentro del mundo laboral, que no ofrece suficientes oportunidades, dentro de las malas compañías, dentro del mercado inmobiliario que nos estrangula con los precios.
Cuando los chicos organizan un “botellón” o una “rave party” respondemos con la Policía. Así que el problema está circunscrito al orden público y podemos fingir que no escuchamos las preguntas sociales que nos envían los chicos.
Pero ¿Cómo va dentro de las paredes de la casa?
¿Los Niños tienen la atención continua y amorosa que se merece una criatura que no ha elegido venir al mundo?
Desafortunadamente, incluso los padres más responsables tienen cada vez menos tiempo para dedicar a sus hijos, porque tienen que dedicar gran parte de su esfuerzo a encontrar recursos suficientes para vivir o, en muchos casos, sobrevivir.
En este marco es obvio e incluso trivial que el índice de crecimiento demográfico sea inquietante y, afortunadamente. que hay niños inmigrantes, aunque poco deseados por las “franjas xenófobas” de la población.
Este modelo de organización social ha hecho casi imposible la conciliación entre familia y trabajo. Por supuesto, sobre este tema se empieza a formar una conciencia social. Se necesita más dignidad salarial, menos tiempo de trabajo y más instalaciones para niños pequeños.
La “conciliación trabajo y familia” parece, por tanto, una de las palancas más importantes, si no la más importante, sobre la que actuar para cambiar la actual realidad socio-familiar. Conscientes, sin embargo, de que más tiempo no significa automáticamente más contenido afectivo y formativo para los niños.
¿Qué hacer?
Entre finales de los años 60 y principios de los 70 del siglo pasado, cuando el psiquiatra sudafricano David Cooper deseaba “la muerte de la familia” como estructura alienante que induce a la conformidad social, numerosos grupos de jóvenes respondieron con los más variados intentos de formar “comunes”.
La idea de las comunes era interesante, pero casi todas se apagaron en poco tiempo, porque eran proyectos ideológicos y no antropológicos.
Por lo tanto, hoy en día se necesitaría un “proyecto antropológico” para suponer una estructura familiar diferente, es decir, suponer una “Nueva Familia Integrada”
En este tipo de familia convivirían (no necesariamente en la misma casa) varias generaciones, cada una con una vida cotidiana y tareas diferentes, pero se integrarían mutuamente.
¿Dónde buscar para el modelo?
Debemos mirar las experiencias de las civilizaciones, de ayer y de hoy, que llamamos primitivas porque menos industrializadas y consumistas que nosotros, donde los abuelos, tenían y tienen la tarea de hacer visible el código del alma de los niños, para ayudar a los padres a descubrir su carácter, para convertirlos finalmente en niños y jóvenes felices.
En este marco social, los abuelos también pueden ser los posibles sustitutos de los padres cuando éstos no pueden ser presentes físicamente, pero no como los meros conductores o los meros gestores de micro-asilos domésticos. No lo serían porque todas sus actividades se desarrollarían dentro de la “misión principal” que tiene como objetivo transmitir la cultura.
En resumen, una verdadera revolución antropológica que, parafraseando a Cooper, desea no la muerte de la familia sino el “Fin de las Residencias”.
Un proyecto complejo y a largo plazo. ¿Quién podría hacerse cargo de ello?
Creo el “Movimiento Feminista”, probablemente el único movimiento revolucionario del tercer milenio.
“En África,
Cuando muere un anciano