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Las fauces del capitalismo
“No hi ha temps que no torn”, sentenciaba antaño nuestra rural experiencia. Un “déjà vu”, susurra todavía el francés. Expresiones que implican reminiscencia de “algo ya vivido”. Una concepción cíclica de la historia. “Un pasado de regreso”. Un misterioso envoltorio, magnético y fantasmal, como una ocasional aurora boreal.
Pues algo así, presagian algunos intelectuales acerca de nuestro sombrío horizonte por venir. La amenaza de un inevitable deslizamiento hacia un neo feudalismo. El feudalismo madrugó Europa como un refugio de estabilidad, ante el caos provocado por la incontrolable invasión bárbara, tras la caída del Imperio Romano. Ahora el sistema capitalista neoliberal, con pálpitos de agotamiento, estremecido por graves crisis ambientales, pandémicas, económicas y políticas estaría degenerando en una deriva caníbal de descarte.
Un corrimiento hacia un nuevo orden social. Otra estratificación geopolítica en la que un débil concierto de naciones cediera la “caja negra” contractual de la gobernanza y la economía, a un concentrado oligopolio de poderosas empresas transnacionales ¿Por qué no? Su caldo siempre ha sido acumulación por expropiación.
En un mundo exhausto y al borde de un síndrome ambiental, en la cúspide de la pirámide, se asentaría un restringido y opulento “cetro” accionista. Secundando a este castro feudo, un selectivo y muy especializado cuerpo militar-técnico-administrativo. Para el resto, una gran masa de siervos de la gleba desprovista de cualquier contrato social, el incierto sino de bracear en el proceloso piélago de la reproducción social, como en un inmenso naufragio humanitario.
Ese puede ser el nuevo mundo del internet de las cosas, la inteligencia artificial, la super concentración de la banca, un hiper conglomerado de mass media, una OPA sobre todos los recursos naturales o energéticos y un arbitrario secuestro de la extinta soberanía nacional. O sea, la absoluta abducción por apropiación privada de lo que un día fue una común aldea global.
“No hi ha temps que no torn”, sentenciaba antaño nuestra rural experiencia. Un “déjà vu”, susurra todavía el francés. Expresiones que implican reminiscencia de “algo ya vivido”. Una concepción cíclica de la historia. “Un pasado de regreso”. Un misterioso envoltorio, magnético y fantasmal, como una ocasional aurora boreal.
Pues algo así, presagian algunos intelectuales acerca de nuestro sombrío horizonte por venir. La amenaza de un inevitable deslizamiento hacia un neo feudalismo. El feudalismo madrugó Europa como un refugio de estabilidad, ante el caos provocado por la incontrolable invasión bárbara, tras la caída del Imperio Romano. Ahora el sistema capitalista neoliberal, con pálpitos de agotamiento, estremecido por graves crisis ambientales, pandémicas, económicas y políticas estaría degenerando en una deriva caníbal de descarte.