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Un fracaso colectivo
No hemos hecho lo adecuado y ahora hacemos aquello que no queda más remedio. Salvo que estemos dispuestos a asumir decenas de miles de muertes.
- No cuidamos la sanidad pública.
- No hicimos stock de equipos de protección, respiradores, etc., cuando tuvimos el susto del Ébola. Ahora no los tenemos ni nos los venden (cada cual se guarda los suyos).
- No cuidamos a nuestros sanitarios jóvenes que han emigrado, en parte, a otros países. Tanto médicos como profesionales de la enfermería.
- No mantuvimos un tejido empresarial que produjese material médico de calidad y dejamos que eso dependiera de otros países, a veces europeos, pero a menudo asiáticos. Ahora hay que producirlo sin tiempo, lo necesitábamos hace días.
- Mantuvimos una economía basada en el turismo y los servicios, no en la industria y el desarrollo tecnológico. Veremos cuándo llega esa vacuna.
- No nos preparamos para las amenazas de salud que conllevan una economía globalizada y una facilidad enorme para los viajes por todo el mundo de cualquier persona, nacional o extranjera.
- Vimos lo que había pasado en China, lo que estaba pasando en Italia, vimos llegar a España los primeros casos de COVID-19 y todo parecía como si no fuese con nosotros.
- Seguramente por falta de coraje político de los gobernantes, y falta de percepción del riesgo de quienes convocaban, se mantuvieron (en vez de aplazar un par de meses) las convocatorias del 8-M. Varias personalidades políticas que acudieron se contagiaron, cabe suponer que mucha gente desconocida, también.
- Al día siguiente cobramos conciencia repentinamente y se cierran las aulas; se aprieta el botón del pánico.
- Como se aprieta el botón del pánico pero no se toman otras medidas, simultáneas, para controlar ese pánico la gente se abalanza sobre los supermercados, se contagian los virus masivamente luchando por unos rollos de papel higiénico.
- Por la tarde, ya se relajan y llevan a los niños a que se junten en los columpios, o se juntan los mayores en las terracitas, o incluso se van a las playas, a teletrabajar.
- Una semana después de esos 3-4 días fatídicos de tormenta perfecta, los contagios masivos toman tierra. Mejor dicho, primero toman hospital y luego tierra, con cientos de muertos.
- Alguna gente se informa y se entera de que no solo se mueren los ancianos, que también hay algunas neumonías fulminantes en gentes de mediana edad y jóvenes, y que el virus es difícil de eliminar puesto que aguanta varios días en superficies inertes.
¡Por fin!. Empezamos a tomárnoslo en serio, casi todos. El gobierno también, y se decreta el encierro, salvo las actividades necesarias para curar, comer, y lo que se pueda hacer por teléfono, online, y con transporte de mercancías. Este ya sí con las máximas medidas de seguridad anti-contagio.
Ahora vamos a sufrir lo que nos hemos ganado a pulso entre los gobiernos autonómicos −recortes sanitarios no compensados después− y el Gobierno central −errores, medidas tardías y no siempre acertadas−. Especialmente la gente: manadas que no piensan, ni se informan. Ni tienen humanidad hacia lo que no sea sus propios interese. Si se mueren los viejos, les da igual.
Sin duda, existe la alternativa de dejar correr el virus, dar la lucha por imposible, y que sobreviva el más fuerte; algún político extranjero y algún empresario la han sugerido. Sea como fuere, incluso ahora que nos hemos puesto a pararlo (demasiado tarde), están muriendo personas a cientos. Saldremos bien parados si conseguimos mantener el número de muertos por debajo de 5.000, desde que empezamos con el primero hasta ocho semanas después. Que nadie se crea que no le puede tocar a él, o a ella, a su padre, a su hijo, etc.
Dicen algunos que las empresas se van a ir a pique... no lo creo. Si los países del entorno paran nadie nos va a recortar mercado. Y si no paran, va a ser un experimento que olvídense ustedes de Tuskegee. Habrá que reactivar la economía cuando la salud general lo permita. Necesitamos moratorias en todo tipo de deudas, ayudas masivas, en tanto se recuperan las actividades.
¿Que va a ser duro? Debimos haberlo pensado antes. Esto se podía haber manejado de otra manera, los diferentes gobiernos han fallado, y el pueblo también. Ha sido un fracaso generalizado como sociedad. ¿Aprenderemos algo?
No hemos hecho lo adecuado y ahora hacemos aquello que no queda más remedio. Salvo que estemos dispuestos a asumir decenas de miles de muertes.
- No cuidamos la sanidad pública.
- No hicimos stock de equipos de protección, respiradores, etc., cuando tuvimos el susto del Ébola. Ahora no los tenemos ni nos los venden (cada cual se guarda los suyos).
- No cuidamos a nuestros sanitarios jóvenes que han emigrado, en parte, a otros países. Tanto médicos como profesionales de la enfermería.
- No mantuvimos un tejido empresarial que produjese material médico de calidad y dejamos que eso dependiera de otros países, a veces europeos, pero a menudo asiáticos. Ahora hay que producirlo sin tiempo, lo necesitábamos hace días.
- Mantuvimos una economía basada en el turismo y los servicios, no en la industria y el desarrollo tecnológico. Veremos cuándo llega esa vacuna.
- No nos preparamos para las amenazas de salud que conllevan una economía globalizada y una facilidad enorme para los viajes por todo el mundo de cualquier persona, nacional o extranjera.
- Vimos lo que había pasado en China, lo que estaba pasando en Italia, vimos llegar a España los primeros casos de COVID-19 y todo parecía como si no fuese con nosotros.
- Seguramente por falta de coraje político de los gobernantes, y falta de percepción del riesgo de quienes convocaban, se mantuvieron (en vez de aplazar un par de meses) las convocatorias del 8-M. Varias personalidades políticas que acudieron se contagiaron, cabe suponer que mucha gente desconocida, también.
- Al día siguiente cobramos conciencia repentinamente y se cierran las aulas; se aprieta el botón del pánico.
- Como se aprieta el botón del pánico pero no se toman otras medidas, simultáneas, para controlar ese pánico la gente se abalanza sobre los supermercados, se contagian los virus masivamente luchando por unos rollos de papel higiénico.
- Por la tarde, ya se relajan y llevan a los niños a que se junten en los columpios, o se juntan los mayores en las terracitas, o incluso se van a las playas, a teletrabajar.
- Una semana después de esos 3-4 días fatídicos de tormenta perfecta, los contagios masivos toman tierra. Mejor dicho, primero toman hospital y luego tierra, con cientos de muertos.
- Alguna gente se informa y se entera de que no solo se mueren los ancianos, que también hay algunas neumonías fulminantes en gentes de mediana edad y jóvenes, y que el virus es difícil de eliminar puesto que aguanta varios días en superficies inertes.