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La Gran Granada, mejor ahora que luego

Manuel Sánchez Aguado

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Contacté con La Gran Granada desde el momento que supe de su existencia porque entendí que era el entorno organizativo adecuado para desarrollar mi dilatado anhelo por la fusión metropolitana.

Comprobé desde la primera reunión que se trataba de un proyecto serio, bien fundamentado y liderado por personas con gran prestigio y experiencia profesional, cuya pluralidad política condujo al apartidismo como cimiento sólido del proyecto, por asumir la preeminencia de Granada sobre cualquier ideología.

En poco tiempo LGG ha contactado con la mayoría de partidos políticos del entorno, desde Vox a UP, pasando por CS y JXG, así como las fuerzas vivas de la ciudad, desde la UGR hasta la Cámara de Comercio, recibiendo un apoyo unánime a sus tesis y defendido por los partidos concurrentes en las anteriores elecciones municipales de la ciudad excepto PP, PSOE (que, compartiendo objetivos, difieren de nuestro modelo) y Vox que finalmente dejó de visibilizarlo de cara a las elecciones.

Hace décadas que repito un discurso similar al que defiende LGG “disfrazado” de respuesta a noticias de actualidad y tengo claro que de haber existido La Gran Granada hace 30 años el espacio que habitamos sería mejor porque Granada habría crecido desde los 87km hasta los 1600km cuadrados y con ello hubiésemos conseguido: eliminar tensiones urbanísticas y demográficas (carecería de sentido un crecimiento unilateral); zonificar en varios polígonos los cientos de micro polígonos que proliferan por la comarca; elegir la mejor ubicación para el crecimiento residencial; respetar la vega e incrementar zonas verdes para disminuir temperaturas y contaminación y una comarca más armónica y habitable. Por otra parte, tener más de 600.000 habitantes bajo una sola batuta nos dotaría de mayor financiación, reducción de gastos de personal y nos empoderaría para conseguir mejores servicios, comunicaciones y contratos para el desarrollo de los servicios públicos.

En definitiva: la disponibilidad de terreno sumado a la fuerza demográfica bajo una dirección, colaborativa con las instituciones, redundaría en la calidad de vida y en la definición de grandes proyectos para atraer empresas y empleo de mayor calidad. Por todo ello animo a nuestros gobernantes a no esperar otros 30 años, mejor ahora que luego, para sumarse activamente al proyecto de LGG antes que el caos ocupe los pocos espacios que nos separan y no quede nada que racionalizar, ni compartir y antes que nuestra calidad de vida y el interés empresarial se “esfumen” definitivamente de Granada.

Contacté con La Gran Granada desde el momento que supe de su existencia porque entendí que era el entorno organizativo adecuado para desarrollar mi dilatado anhelo por la fusión metropolitana.

Comprobé desde la primera reunión que se trataba de un proyecto serio, bien fundamentado y liderado por personas con gran prestigio y experiencia profesional, cuya pluralidad política condujo al apartidismo como cimiento sólido del proyecto, por asumir la preeminencia de Granada sobre cualquier ideología.