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El inviolable está de vacaciones en Mallorca
El inviolable actual lo es desde 2014 y ha llegado a Mallorca de vacaciones pagadas por los contribuyentes para instalarse en Marivent, todo como siempre.
El de Marivent es un palacio que su dueño, el ingeniero griego Saridakis, cedió al pueblo balear antes de fallecer en 1963, pero los políticos de las islas se lo entregaron durante los últimos años de la dictadura al inviolable anterior para que lo disfrutara durante las vacaciones de verano. Pasado medio siglo, el inviolable actual, hijo del anterior, no ha tenido el detalle decente de renunciar para que pudieran cumplirse las últimas voluntades del finado.
Tampoco los gobernantes, tan democráticos ellos, han tenido la valentía de acabar con esa entrega de Marivent a los sucesivos inviolables. Dicen los políticos, y también los ricos del lugar, que estos dos inviolables han traído mucho dinero a Mallorca.
Otros, en cambio, opinan que, si en lugar de conseguir su posición de mando y privilegio gracias a un simple acto sexual hubieran tenido que ganarla en las urnas, a Mallorca, desde la muerte del dictador, habrían venido a veranear más de dos turistas diferentes de su misma categoría. Y más aún si la Constitución de la Tercera República incluyera la muy conveniente limitación de mandatos.
Resumiendo: más visitantes diferentes como esos a lo largo de un montón de veranos habrían multiplicado el número de familias, amigos y amigotes que entre todos habrían traído, y que después cada uno de estos trae a los suyos, y así sucesivamente. Y en las islas habría entrado mucho más dinero.
Y quien diga que esto es el cuento de la lechera lo que está es insultando a millones de personas que viven en España, y a las que no considera capaces de organizarse políticamente como lo hacen hoy más del 70% de los países del mundo mientras descubrimos, con espanto, que hasta herederos de las monarquías más aparentes aceptaron dinero de familiares de terroristas como Bin Laden, y con posterioridad al peor 11 de septiembre de la historia.
Sigo pensando en las vacaciones del inviolable y, sin venir a cuento, imagino que en la página 14 del libro de Mates de Primaria que emplean en los colegios de un pueblo imposible llamado Eñe se dice que 2 + 2 = 4 siempre, pero sigo leyendo y descubro que en la página 56 pone que, si el hijo del alcalde pusiera un resultado distinto de 4 para ese mismo ejercicio en cualquier examen, se consideraría correcto. Como es lógico, el profesor no tendrá en cuenta tal barbaridad y, además, todos los padres protestarán. El alcalde dirá que él no lo sabía, pero sí afirmará que fue un error material.
Sin salir de textos escritos, pienso en un reino real llamado España en el que un artículo de su ley principal, el 14, proclama que todas las personas son iguales ante la ley, pero en el 56 ordena que hay una que puede hacer mal lo que las demás están obligadas a hacer bien. Y aparece con el título de “inviolable” para que los jueces sepan que, a ese, ni tocarlo nunca jamás y en ningún caso.
Muy cucos los “padres de” ese texto, que usted ya sabe a cuál me refiero, no quisieron llamar “violables” a las personas no inviolables, consiguiendo que el 6 de diciembre de 1978 millones de votantes no se dieran cuenta de la gran trampa que habían perpetrado: investir a un jefe de Estado “democrático” de una impunidad que, ante la justicia, le siguió proporcionando los mismos privilegios reales de los que disfrutaba el anterior, conseguidos gracias a la gran matanza de españoles que organizó tras fracasar un golpe de Estado con el que intentó derrocar en tres días un Gobierno legal, legítimo y republicano.
Porque la historia certifica que a ninguno de los tres inviolables que desde 1939 han ocupado sucesivamente la jefatura del Estado juez alguno ha osado investigarlos jamás, y mucho menos juzgarlos y condenarlos.
Y, a diferencia de lo ocurrido en el pueblo imposible llamado Eñe, ningún representante de los violables en el Gobierno real del Reino de España reaccionó hasta pasados más de 40 años. Y sin éxito.
El 9 de mayo supimos más cercano, gracias a la exvicepresidenta Carmen Calvo, que el Gobierno había pedido permiso al inviolable para acabar con ese privilegio, pero se negó, aunque la noticia no decía “inviolable” sino “Casa Real”.
Por lo tanto, en este mismo momento el inviolable puede estar cometiendo cualquier delito con la misma tranquilidad con la que lo cometían su padre y el golpista dictador.
Y en el Gobierno de su reino, mientras se burlan hasta de los buenos deseos de los muertos decentes, desde las urnas que ven nacer a sus ministros hasta las urnas que les dirán si tienen que cambiar de vida, se comportan como una procesión de gusanos que se arrastran ante un heredero de algo.
Termino porque me ha venido a la memoria el regreso al Reino de España de Fernando VII, aquel tan “deseado” como “rey felón”, otro episodio fatal de una historia que sigue construyendo su fracaso.
El inviolable actual lo es desde 2014 y ha llegado a Mallorca de vacaciones pagadas por los contribuyentes para instalarse en Marivent, todo como siempre.
El de Marivent es un palacio que su dueño, el ingeniero griego Saridakis, cedió al pueblo balear antes de fallecer en 1963, pero los políticos de las islas se lo entregaron durante los últimos años de la dictadura al inviolable anterior para que lo disfrutara durante las vacaciones de verano. Pasado medio siglo, el inviolable actual, hijo del anterior, no ha tenido el detalle decente de renunciar para que pudieran cumplirse las últimas voluntades del finado.