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Leve-leve y el slow movement
Frente a las atrocidades del sistema capitalista neoliberal con la naturaleza, la salud, las condiciones laborales, contextos de cuidado, entre otros, se requiere una visión y estilo de vida decrecentista. Ello no consiste solo en decrecer a nivel económico sino un cambio radical en nuestros estilos y pautas de vida.
Uno de los elementos significativos de ese cambio de estilos y pautas de vida consiste en apostar por una vida más lenta, más relajada, más tranquila, claro está, solo al alcance de una clase y raza pudiente. Es decir, es necesario, dicen, que apliquemos el slow movement a nuestro día a día. Imaginemos, pues, a una madre soltera empobrecida con dos hijos que necesita contar con tres trabajos a fin de sustentar la casa, y que tenga la posibilidad de sentarse a comer tranquila o vaya calmamente a coger el metro o el autobús, o lleve su vida de una forma más relajada. ¿Imposible verdad? Pues eso, un lujo solo a disposición de las/los que pueden tomarse unas tapas en el Restaurante ConTenedor en la calle San Luis en Sevilla que pregona, entre otros valores, el slow movement/slow food.
Ahora bien, es muy curioso que se presente al slow movement como un invento europeo y occidental frente a los disparates capitalistas neoliberales. Recuerdo bien que en Santo Tomé y Príncipe, archipiélago negroafricano situado en el Golfo de Guinea, una de las características del estilo y pauta de vida es el leve-leve, es decir llevar una vida de forma más tranquila y relajada. Solemos decir en foro (una de las cinco lenguas del país) blu blu blu na sa luta fa. Pues este estilo de vida siempre ha sido visto, interpretado y analizado por los europeos y por el Occidente como símbolo de pereza, holgazanería, subdesarrollado, atraso. Ahora que se ven presionados por el capitalismo neoliberal que viene asechando la periferia hace siglos, se les ocurre aplicar una práctica subdesarrollada como el slow-movement, en definitiva, sinónimo del leve-leve.
Por ello decimos, si pretendemos encontrar prácticas de resistencia al sistema capitalista neoliberal no hace falta contratar a gurús de autoayuda, basta con escuchar a las periféricas y periféricos.
Frente a las atrocidades del sistema capitalista neoliberal con la naturaleza, la salud, las condiciones laborales, contextos de cuidado, entre otros, se requiere una visión y estilo de vida decrecentista. Ello no consiste solo en decrecer a nivel económico sino un cambio radical en nuestros estilos y pautas de vida.
Uno de los elementos significativos de ese cambio de estilos y pautas de vida consiste en apostar por una vida más lenta, más relajada, más tranquila, claro está, solo al alcance de una clase y raza pudiente. Es decir, es necesario, dicen, que apliquemos el slow movement a nuestro día a día. Imaginemos, pues, a una madre soltera empobrecida con dos hijos que necesita contar con tres trabajos a fin de sustentar la casa, y que tenga la posibilidad de sentarse a comer tranquila o vaya calmamente a coger el metro o el autobús, o lleve su vida de una forma más relajada. ¿Imposible verdad? Pues eso, un lujo solo a disposición de las/los que pueden tomarse unas tapas en el Restaurante ConTenedor en la calle San Luis en Sevilla que pregona, entre otros valores, el slow movement/slow food.