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El mejor colegio del mundo

Miguel Matbet

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Ahora que ha parado la frenética actividad escolar y hay tiempo para la reflexión sobre la escuela que queremos.

No trabajo en el mejor colegio del mundo. El lugar en el que trabajo es solo un espacio de encuentro y de aprendizaje, dinámico y cambiante... siempre mejorable, expuesto a condicionantes internos y externos; unos modificables y otros que no lo son tanto. Un colegio donde la educación se hace posible, en el que se comprende y se asume la educación como el más preciado de los tesoros y que pone en el centro mismo de la educación a quienes siempre han de estar: los niños y niñas.

Pero no trabajo en el mejor colegio, ni en uno de los mejores, simplemente en uno que se rige por el principio básico del respeto a todas y cada una de las personas y colectivos que formamos parte de él, reivindicando la diversidad como un valor.

No trabajo en el mejor colegio, pero sí en uno al que puedo ir “armado” de ilusión cada mañana.

No trabajo en el mejor colegio, pero sí en uno en el que nos esforzamos para que cada niño y niña se sienta importante y pueda ir descubriendo su valía como ser único e irrepetible.

No trabajo en el mejor colegio, pero sí en uno en el que se sabe del valor de las familias, en sus diversas formas, para mejorar la escuela.

No trabajo en el mejor colegio, pero sí en uno en el que todos/as nos esforzamos por construir una sociedad más justa e igualitaria, más crítica y democrática, más cultivada: cultural y emocionalmente.

No trabajo en el mejor colegio, pero sí en uno que aspira a ser cada día más “rico” y edificante, más apasionante y hermoso; un colegio que se esfuerza por brindar a cada persona que lo habita la oportunidad de crecer y de ser.

Y es por todo eso que estoy tan feliz de saber que NO trabajo en el mejor colegio del mundo.

Ahora que ha parado la frenética actividad escolar y hay tiempo para la reflexión sobre la escuela que queremos.

No trabajo en el mejor colegio del mundo. El lugar en el que trabajo es solo un espacio de encuentro y de aprendizaje, dinámico y cambiante... siempre mejorable, expuesto a condicionantes internos y externos; unos modificables y otros que no lo son tanto. Un colegio donde la educación se hace posible, en el que se comprende y se asume la educación como el más preciado de los tesoros y que pone en el centro mismo de la educación a quienes siempre han de estar: los niños y niñas.