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El mundo podría ser un paraíso
A veces mi ingenuidad me lleva a pensar que, a poco que nos esforzáramos, el mundo podría ser un paraíso, un lugar más amable para vivir. Pero ese paraíso se desvanece cuando vuelvo la mirada a la realidad; cuando compruebo que, a pesar de nuestro supuesto raciocinio y trascendencia, no tenemos un comportamiento tan diferente al de otros animales.
Ellos también tienen sus líderes, sus leyes, sus depredadores, sus crueldades, sus seres inocentes e indefensos y sus disputas por el alimento y los territorios. ¡Se parecen tanto a nosotros! Incluso forman sociedades que nos podrían dar lecciones de organización, convivencia y solidaridad.
Quizá la diferencia estribe en que ellos están programados para actuar así, mientras que de nosotros se espera responsabilidad en las decisiones por esa supuesta facultad de entender, razonar y formarse una idea de la realidad. En cualquier caso, se podría concluir que lo que subyace en los dos comportamientos es la lucha encarnizada por la subsistencia.
A veces mi ingenuidad me lleva a pensar que, a poco que nos esforzáramos, el mundo podría ser un paraíso, un lugar más amable para vivir. Pero ese paraíso se desvanece cuando vuelvo la mirada a la realidad; cuando compruebo que, a pesar de nuestro supuesto raciocinio y trascendencia, no tenemos un comportamiento tan diferente al de otros animales.
Ellos también tienen sus líderes, sus leyes, sus depredadores, sus crueldades, sus seres inocentes e indefensos y sus disputas por el alimento y los territorios. ¡Se parecen tanto a nosotros! Incluso forman sociedades que nos podrían dar lecciones de organización, convivencia y solidaridad.