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Yo no me vacuno
“Yo no me vacuno. En mi cuerpo mando yo, y a mí no me van a obligar a meterme nada que yo no quiera. Y menos una vacuna que han desarrollado deprisa y corriendo y que a saber lo que provocará a largo plazo. Verás tú dentro de unos años, cuando empiecen a salir los efectos... Más de uno ya ha muerto por la vacuna, y más de dos también, lo que pasa es que eso no lo dicen. Pues no señor, a mí no me pillan. Si los demás se quieren arriesgar, allá cada uno. Además, si todo el mundo llevara el cuidado que llevo yo, no harían falta las vacunas. Con mascarilla por la calle, en el súper, en el coche, desinfectando la compra y lavándome las manos antes de salir y nada más entrar a casa. Me echo gel hidroalcohólico cada dos por tres y siempre que veo a alguien estoy al aire libre. Entrar a un restaurante, ni loco. Por eso, que yo estoy muy bien como estoy sin necesidad de pincharme nada. Y no es por ser conspiracioncista ni nada de eso, pero a mí lo del virus este me suena raro. Al final los que ganan dinero con esto son las farmacéuticas, que ya tienen el futuro asegurado. A ver si te crees que se van a conformar con dos dosis por persona. Los que se vacunan van a tener que ir a pincharse cada año, y otro químico más al cuerpo. Pues lo siento, pero yo sigo creyendo que lo mejor es lo natural, y que si te cuidas y llevas cuidado, tu cuerpo se encarga solito de protegerte sin necesidad de pastillas ni vacunas”.
¿Te suena?
Lamentablemente, tras un año y medio de pandemia y con más de 80.000 fallecidos por el virus en nuestro país, aún sigue habiendo individuos (porque no merecen que se les considere ciudadanos) que anteponen su libertad y sus planteamientos irracionales a la salud y el bienestar de todo un país, incluso de un continente y del mundo mismo. Negarse a ser vacunado, sin ninguna contraindicación médica, es un gesto de insolidaridad y de egoísmo que no debería tolerarse en una sociedad desarrollada, y mucho menos en un momento en el que una pandemia castiga duramente a sus ciudadanos. Quienes desconfían, reniegan o, simplemente, rechazan la vacuna, se creen por encima del resto de sus compatriotas, bobos crédulos que se han dejado engañar para arriesgar sus vidas recibiendo las primeras dosis. Mientras tanto ellos, los verdaderos iluminados, que pueden ver más allá, escapan al plan de las farmacéuticas y encabezan una resistencia que, dentro de unos años, será recordada con heroico blasón por haberse mantenido firme en sus creencias.
Sinceramente, no puedo entender cómo una cuestión tan relevante y con unas consecuencias tan trascendentales como es vacunarse para acabar con una pandemia global, puede dejarse al albur del libre albedrío de cada individuo. Cada día que la pandemia sigue extendiéndose con libertad, es un día más de restricciones, más leves o más severas. Es un día más en el que el virus puede mutar y mantenerse con vida un día, una semana o un mes más. Es una posibilidad más de que alguien con problemas de salud, aun vacunado, acabe contagiado y desarrolle síntomas que acaben con su vida. Es una posibilidad más de que un nuevo brote entre no vacunados colapse una UCI e impida la detección precoz de un cáncer, la operación no urgente de un anciano o la supervivencia de un enfermo no relacionado con el Covid. Es un día más de incertidumbre económica para empresarios y trabajadores. En definitiva, cada vacuna rechazada por una decisión egoísta supone el sufrimiento injusto de ciudadanos inocentes.
“Yo no me vacuno. En mi cuerpo mando yo, y a mí no me van a obligar a meterme nada que yo no quiera. Y menos una vacuna que han desarrollado deprisa y corriendo y que a saber lo que provocará a largo plazo. Verás tú dentro de unos años, cuando empiecen a salir los efectos... Más de uno ya ha muerto por la vacuna, y más de dos también, lo que pasa es que eso no lo dicen. Pues no señor, a mí no me pillan. Si los demás se quieren arriesgar, allá cada uno. Además, si todo el mundo llevara el cuidado que llevo yo, no harían falta las vacunas. Con mascarilla por la calle, en el súper, en el coche, desinfectando la compra y lavándome las manos antes de salir y nada más entrar a casa. Me echo gel hidroalcohólico cada dos por tres y siempre que veo a alguien estoy al aire libre. Entrar a un restaurante, ni loco. Por eso, que yo estoy muy bien como estoy sin necesidad de pincharme nada. Y no es por ser conspiracioncista ni nada de eso, pero a mí lo del virus este me suena raro. Al final los que ganan dinero con esto son las farmacéuticas, que ya tienen el futuro asegurado. A ver si te crees que se van a conformar con dos dosis por persona. Los que se vacunan van a tener que ir a pincharse cada año, y otro químico más al cuerpo. Pues lo siento, pero yo sigo creyendo que lo mejor es lo natural, y que si te cuidas y llevas cuidado, tu cuerpo se encarga solito de protegerte sin necesidad de pastillas ni vacunas”.
¿Te suena?