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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

El peligro de votar con las tripas

Antonio Fernando González Pérez

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Respeto sagrado al sufrimiento de los más vulnerables, respeto sagrado a la queja y al hartazgo. La vida es dura y más para quienes vivimos en una sociedad desigual donde las posibilidades de mejora son pocas porque el poder está bien atado por las grandes economías que además influyen de manera poderosa en los medios de comunicación e internet (son los dueños).

El momento político que vivimos es crucial y será especialmente duro para los de siempre a corto o a largo plazo según quien gobierne. Tenemos un planeta al borde de una gran crisis medioambiental. Cada año será peor. Lo empezamos a padecer. Y por otro, con la crisis económica internacional no parece que la vida de las clases media y baja vaya a mejorar mucho en los próximos años.

Pues bien: momentos como éste son transcendentales y pueden llevar a soluciones sensatas o a catástrofes. El ser humano en la antigüedad se guiaba por las emociones desplegando todo su enfado en un “chivo expiatorio” que sacrificaban para contentar a un dios que esperaban que les salvara.

Ahora, como primitivos humanos, podemos repetir esta perversa dinámica de descargar el enfado y sucumbir en el mayor de los desastres tal y como hemos hecho a lo largo de la historia. La sociedad alemana de la primera mitad del siglo pasado encontró en los judíos y en las naciones que firmaron el Tratado de Versalles su chivo expiatorio y en Hitler su dios salvador; el terrorismo de ETA encontró también su propio chivo expiatorio y su dios salvador en un momento relativamente reciente que me duele recordar; curiosamente Adolfo Suárez fue acusado tanto de fascista como de ser complaciente con el terrorismo y de traer la degeneración moral y social a España (véase hemeroteca); más reciente aún, la sociedad rusa vió en Gorbachov el origen de sus males económicos y pensó que Boris Yeltsin sería su salvador; pero puedo, finalmente retrotraerme a los inicios de la tradición judeocristiana que a tod@s nos resultará familiar: el mismo Jesús de Nazaret fue víctima de una sociedad judía maltratada que clamó por su ejecución.

Por todo ello, ruego, suplico un poco de cabeza: no son tiempos para andar buscando chivos expiatorios y soluciones salvadoras milagrosas que nos pueden llevar al desastre. Mi respeto máximo al dolor y el sufrimiento de quienes no ven salida y tienen muy complicado llegar a fin de mes. Todavía podría ser peor por desgracia. Pongamos mucha solidaridad y cabeza además de corazón. Por más que una persona o un colectivo no nos caiga bien, su sacrificio no nos va a salvar de nada. Tampoco existe un salvador que en pocos años nos saque de ésta. No seamos ingenuos. Ahora más que nunca necesitamos sensatez o entraremos en un camino de complicado retorno.

Por dios… pensemos el voto

Respeto sagrado al sufrimiento de los más vulnerables, respeto sagrado a la queja y al hartazgo. La vida es dura y más para quienes vivimos en una sociedad desigual donde las posibilidades de mejora son pocas porque el poder está bien atado por las grandes economías que además influyen de manera poderosa en los medios de comunicación e internet (son los dueños).

El momento político que vivimos es crucial y será especialmente duro para los de siempre a corto o a largo plazo según quien gobierne. Tenemos un planeta al borde de una gran crisis medioambiental. Cada año será peor. Lo empezamos a padecer. Y por otro, con la crisis económica internacional no parece que la vida de las clases media y baja vaya a mejorar mucho en los próximos años.