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El Pirineo revive el drama de los pantanos

Cesáreo Rodrigo García | socio de elDiario.es

13 de septiembre de 2021 16:26 h

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Contaba hace poco Eduardo Bayona en elDiario.es la tragedia que supuso para Aragón en su conjunto, pero principalmente para los pueblos del Pirineo, la instalación en nuestro territorio de múltiples pantanos que generaron megawatios de electricidad y pingües beneficios. Ambos se fueron lejos de nuestras tierras, la energía al País Vasco y Cataluña y el dinero a las grandes fortunas de Madrid. Y con ellos se fueron las gentes de este lugar, de estos valles, de estas tierras, como cantaba nuestro celebrado Labordeta.

El drama que supuso la creación de estos pantanos todavía se vive en la gente del Pirineo. Muchos abuelos aún recuerdan con nostalgia en las plazas de Sabiñánigo, de Jaca, de Barbastro, (podríamos añadir de Zaragoza, de Barcelona..) los tiempos en los que vivían en sus pueblos ¡y de sus pueblos! ahora hundidos o abandonados. Algunos, con suerte, recuperados por sus descendientes como segunda residencia o como oportunidad de negocio turístico.

De nada nos sirvió la experiencia, de nuevo las grandes empresas energéticas se fijan en nuestra tierra (en realidad en todas las tierras del país, pero eso da para muchas otras historias) para producir la electricidad que necesitan las grandes ciudades, las grandes industrias, tan alejadas de nuestra realidad y de nuestros valles. El valle de La Fueva, la Tierra de Biescas, la Val Ancha que une Sabiñánigo y Jaca, dentro de poco La Solana de esta última ciudad o la Canal de Berdún, van a ser colonizadas por un viejo parásito que puede conllevar un nuevo “exilio interior”.

Varias empresas intermediarias están alquilando cientos de hectáreas de campos de labor para la instalación de macro proyectos de energía fotovoltaica, campos de labor considerados por el propio Gobierno de Aragón como de alto valor estratégico debido a su gran productividad y en medio de unas tierras consideradas de alto riesgo de afección paisajística.

En este momento, el Pirineo Aragonés vive de una mezcla de ganadería extensiva, agricultura del cereal, un poquito de industria y principalmente, de un turismo de naturaleza que lucha por ser cada vez más ecológico. Este precario equilibrio económico puede venirse abajo si se ponen en marcha estos proyectos. Y ese turismo que llega a los valles de Tena y del Aragón pasa, ineludiblemente, por todas las zonas deseadas para la instalación de nuestros temidos macro proyectos fotovoltaicos. Si la “Puerta del Pirineo”, como algún Ayuntamiento define a su territorio, se llena de placas, difícilmente haremos que los turistas pasen de ahí. ¿Alguien ha visto un hotel que coloque la basura en la puerta de entrada? Pues eso.

Pero es que, además, ¿en qué situación dejaría al sector primario de estas comarcas? La comarca de la Jacetania es, según la Comunidad Europea, la que más jóvenes agricultores ha incorporado al sector agrícola ¡de toda Europa! Si ya no van a tener tierras de arriendo, si las cooperativas van a tener que cerrar por falta de materia prima, si los pueblos se vacían porque nadie quiere vivir rodeado de un mar de placas, si tampoco hay empleo en el sector servicios. ¡Qué diablos van a hacer aquí! Emigrar, como hicieron sus abuelos.

Ni el Gobierno de la nación ni, muchísimo menos, el Gobierno de Aragón tienen, ni perece que aspiren a tener, una planificación de cómo debemos desarrollar la tan necesaria Estrategia contra el Cambio Climático. Poner aerogeneradores y placas solares sin ton ni son, dejando que sean las empresas especulativas las que decidan cómo invertir y dónde invertir, aprovechándose de las tan manidas ayudas europeas y sin tener otro propósito que la ganancia económica, sin ningún tipo de autocrítica hacia el modelo que tenemos y que vamos a perpetuar con las energías renovables, no parece ser la mejor estrategia, ni para el territorio a corto plazo, ni para el futuro del planeta.

Todo esto en una Comunidad Autónoma, Aragón, en la cual ya en la actualidad producimos el 120% de la electricidad que consumimos ¡sólo con las renovables! (Informe del Gobierno de Aragón, agosto 2021) y en una zona donde viven cientos de especies animales que van a ver modificada, también, su forma de vida. Hablo de especies en peligro de extinción como el quebrantahuesos, el alimoche el milano real… Pronto se le añadirán el agricultor, el camarero, el monitor de montaña, el dueño de casa rural. Personas que han invertido tiempo y capital en hacer de esta su tierra, también su forma de vida. E incluso como el que suscribe, que se vino con su familia huyendo de Zaragoza hace muchos años, enamorado de las bondades de estas tierras y de estas gentes, que nos acogieron como a hijos y que como tal nos sentimos. Toda nuestra ilusión, nuestro esfuerzo, físico y económico, arruinados por la avaricia de los mismos que, hasta hace poco tiempo, blandían la necesidad del petróleo, de las nucleares, del gas, del carbón…

Toda nuestra esperanza esta puesta en la acción de los Ayuntamientos involucrados. Suya es la capacidad para impedir que se instalen este tipo de plantas fotovoltaicas en sus municipios a través de los diferentes Planes Generales de Ordenación Urbanística. También es suyo, en gran parte -las subvenciones vienen de más arriba-, el impulso de este tipo de energías renovables a nivel local o comarcal, promoviendo comunidades o cooperativas energéticas, utilizando los polígonos empresariales o los edificios municipales, ayudando a agricultores y ganaderos a aprovechar sus naves para producir energía que les permita mejorar su cuenta de resultados, tan mermada en los últimos años y, por lo tanto, poder continuar con su trabajo. Trabajo que tanto hemos vanagloriado en estos tiempos de pandemia y que tan pronto hemos olvidado.

Somos muchos por aquí arriba los que defendemos un modelo de renovables justo con nuestro territorio, con nuestras gentes, que estamos gritando y gritaremos más fuerte todavía:

¡RENOVABLES SÍ, PERO NO ASÍ!

¡RENOVABLES SÍ, PERO SOSTENIBLES!

Contaba hace poco Eduardo Bayona en elDiario.es la tragedia que supuso para Aragón en su conjunto, pero principalmente para los pueblos del Pirineo, la instalación en nuestro territorio de múltiples pantanos que generaron megawatios de electricidad y pingües beneficios. Ambos se fueron lejos de nuestras tierras, la energía al País Vasco y Cataluña y el dinero a las grandes fortunas de Madrid. Y con ellos se fueron las gentes de este lugar, de estos valles, de estas tierras, como cantaba nuestro celebrado Labordeta.

El drama que supuso la creación de estos pantanos todavía se vive en la gente del Pirineo. Muchos abuelos aún recuerdan con nostalgia en las plazas de Sabiñánigo, de Jaca, de Barbastro, (podríamos añadir de Zaragoza, de Barcelona..) los tiempos en los que vivían en sus pueblos ¡y de sus pueblos! ahora hundidos o abandonados. Algunos, con suerte, recuperados por sus descendientes como segunda residencia o como oportunidad de negocio turístico.