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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Sánchez es malísimo, terrible...

Cesar Moya Villasante

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Jamás he escuchado a quienes odian al presidente Sánchez el porqué de ese odio o explicar cuál es la razón de la crítica feroz de una derecha fuera de todo tiempo. Y deduzco que lo único que les duela es que sus leyes las voten los de Bildu, ERC y PNV, o sea los que pueden tener ciertos ribetes independentistas. Después de pensarlo también deduzco que las leyes aprobadas son la mayoría de nivel social favoreciendo a los trabajadores de medio nivel. Y claro, ellos eso siempre, diría que eternamente, votan en contra. Es más, votan sin ni siquiera saber lo que dice la ley porque a los minutos de anunciarse ya muestran su negativa radical. Y más en el momento actual en donde tienen que unirse ya sin tapujos a la mayoría de sus votantes mas cercanos a Vox. Ayuso es su lideresa que cumple perfectamente el papel de unión entre PP y Vox como de hecho ya existe, pero con unos condicionantes intelectuales que hacen difícil comprenderlo, pero es lo que ordena FAES y se acata, además de dar un buen resultado porque ha conseguido engañar a más de la mitad de los madrileños. He llegado a pensar si le votan por cierto encanto físico, porque por lo que dice no puede ser que engatuse a nadie, excepto a los forofos de la patria.

Pero resulta que los mismos catalanes han rebajado la presión sobre su obsesión independentista porque ese pueblo es inteligente y hay una mayoría que sabe que no es el momento de aumentar la presión sobre nada en unos momentos de cambio de era, nada menos, en donde todo lo pensado ya no vale y hay que cambiar demasiadas cosas mucho más trascendentales, como las derivadas de la tecnología con la IA, la 5G y 6G, el metaverso y todo lo digital que nos hace vivir en un pueblo pequeño que es el planeta. Además del clima, la geopolítica y cien cosas más que esas sí que pueden arrastrarnos a avanzar o quedarnos atrás. Y para eso el Gobierno tiene los socios apropiados de izquierda porque la derecha es conservadora y no hay nada que conservar. Todo es cambiante.

Por eso creo que el odio a Sánchez sin explicar nada está bien claro. No le quieren porque ha aplicado políticas de verdad sociales y eso ya no se lleva para ellos y para muchos del PSOE antiguo que los vemos haciendo el ridículo en medios de Vox cada día. Pero esto es lo que dejó atado y bien atado el hombrecillo pequeño y con bigote y era verdad. El rey juró los principios del movimiento, dejó mucha gente agradecida, principalmente en la capital por el centralismo total de 36 años con trabajos bien remunerados sin mucho esfuerzo en empresas públicas y ministerios, que nunca dejarán de votar a la derecha que representa aquella España unida, repetida machaconamente durante siempre, porque ahora ha recobrado fuerza por la política continua de ataque a Catalunya y el volver a considerar a ETA como algo existente, con lo que logran conectar con aquellos citados y con muchos de sus descendientes para, al menos, tener un voto seguro.

Y ese voto representa la nada, pues la unidad de este país no está en peligro y solo sirve para apartar a la izquierda, ya sea centrada o extrema, de cualquier intento de cambiarlo, algo completamente vital para el cambio digital que habrá que hacer y que ellos no sabrán ni querrán hacerlo. No han cambiado nunca nada y no lo van a hacer ahora. Por lo tanto, se deduce que el odio a Sánchez nos saca de un país avanzado, si vuelve el mando de la derecha, cuando más lo necesitamos para igualarnos a nuestro entorno. Solo nos quedan esas buenas empresas que están haciendo en silencio un cambio tecnológico sin precedentes pero sin poder asumir algo a nivel nacional por culpa de una derecha impresentable, al menos para mí y sé que otros más me acompañarán en esta apreciación. Pero esto es España, esa que dicen amar pero cuando solo ellos gobiernan.

Jamás he escuchado a quienes odian al presidente Sánchez el porqué de ese odio o explicar cuál es la razón de la crítica feroz de una derecha fuera de todo tiempo. Y deduzco que lo único que les duela es que sus leyes las voten los de Bildu, ERC y PNV, o sea los que pueden tener ciertos ribetes independentistas. Después de pensarlo también deduzco que las leyes aprobadas son la mayoría de nivel social favoreciendo a los trabajadores de medio nivel. Y claro, ellos eso siempre, diría que eternamente, votan en contra. Es más, votan sin ni siquiera saber lo que dice la ley porque a los minutos de anunciarse ya muestran su negativa radical. Y más en el momento actual en donde tienen que unirse ya sin tapujos a la mayoría de sus votantes mas cercanos a Vox. Ayuso es su lideresa que cumple perfectamente el papel de unión entre PP y Vox como de hecho ya existe, pero con unos condicionantes intelectuales que hacen difícil comprenderlo, pero es lo que ordena FAES y se acata, además de dar un buen resultado porque ha conseguido engañar a más de la mitad de los madrileños. He llegado a pensar si le votan por cierto encanto físico, porque por lo que dice no puede ser que engatuse a nadie, excepto a los forofos de la patria.

Pero resulta que los mismos catalanes han rebajado la presión sobre su obsesión independentista porque ese pueblo es inteligente y hay una mayoría que sabe que no es el momento de aumentar la presión sobre nada en unos momentos de cambio de era, nada menos, en donde todo lo pensado ya no vale y hay que cambiar demasiadas cosas mucho más trascendentales, como las derivadas de la tecnología con la IA, la 5G y 6G, el metaverso y todo lo digital que nos hace vivir en un pueblo pequeño que es el planeta. Además del clima, la geopolítica y cien cosas más que esas sí que pueden arrastrarnos a avanzar o quedarnos atrás. Y para eso el Gobierno tiene los socios apropiados de izquierda porque la derecha es conservadora y no hay nada que conservar. Todo es cambiante.