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La solidaridad bien entendida empieza por uno mismo
Veo estos días tantas fotografías y oigo tantos testimonios de desgracias causados por la DANA en Valencia que me remueven el alma y me hacer sentir la frustración de no poder ayudar como me gustaría. Yo quisiera coger una escoba y ponerme a quitar barro codo con codo junto a tantos ciudadanos solidarios, porque lo necesitan y porque solo el pueblo salva al pueblo, pero ya no tengo edad ni fuerzas para ello.
Se me ocurre que puedo poner en alquiler la vivienda que tengo vacía en un pueblo de la zona afectada y que pensaba alquilar en temporada para un turismo que ya no va a llegar, y es tanta la necesidad. Según me dice mi agencia inmobiliaria, en estos momentos la demanda es muy alta y podría pedir por el alquiler en torno a un 30% más de los precios habituales antes de la desgracia. Hace falta de todo, se han perdido más de 100.000 automóviles convertidos en mera chatarra y que esa pobre gente necesitaba en muchos casos para ir a trabajar. Creo que si vendo el coche pequeño podría obtener fácilmente 2.000 o 3.000 euros más de lo que me darían por él hace unas semanas.
MI mujer me dice que quizás no está bien aprovecharse de una desgracia así, pero es lo que yo la digo: es el mercado cariño, lo que nosotros no aprovechemos otros van a hacerlo. Además esta gente va a recibir cuantiosas ayudas del estado –que salen de mis impuestos- que van destinados precisamente a solventar su situación de precariedad.
Lo que si vamos a hacer ya es enviar a alguna ONG toda esa ropa que tenemos en el armario y que nunca usamos -algunas prendas están todavía en buen uso-, y esa pobre gente necesita de todo. Y enviaremos un donativo por Bizum, que todo es poco en tanta desgracia. ¡Qué bien se siente uno ayudando a sus semejantes!
Veo estos días tantas fotografías y oigo tantos testimonios de desgracias causados por la DANA en Valencia que me remueven el alma y me hacer sentir la frustración de no poder ayudar como me gustaría. Yo quisiera coger una escoba y ponerme a quitar barro codo con codo junto a tantos ciudadanos solidarios, porque lo necesitan y porque solo el pueblo salva al pueblo, pero ya no tengo edad ni fuerzas para ello.
Se me ocurre que puedo poner en alquiler la vivienda que tengo vacía en un pueblo de la zona afectada y que pensaba alquilar en temporada para un turismo que ya no va a llegar, y es tanta la necesidad. Según me dice mi agencia inmobiliaria, en estos momentos la demanda es muy alta y podría pedir por el alquiler en torno a un 30% más de los precios habituales antes de la desgracia. Hace falta de todo, se han perdido más de 100.000 automóviles convertidos en mera chatarra y que esa pobre gente necesitaba en muchos casos para ir a trabajar. Creo que si vendo el coche pequeño podría obtener fácilmente 2.000 o 3.000 euros más de lo que me darían por él hace unas semanas.