Es noviembre de 2012. Un trabajador humanitario local, Jabr Qudeih, dijo a Oxfam: “Espero que el futuro sea diferente ”. Pero no lo ha sido. No sólo el bloqueo no termino, sino que ahora cuatro de cada cinco personas en Gaza dependen de la ayuda humanitaria y más de 520.000 personas han huido de sus hogares. En 2013, Kamal (que ahora ya es un buen amigo) finalmente consiguió un visado del gobierno británico para ir a Londres a formarse. Un sábado le llevé a visitar los parajes de Londres. Nunca antes había estado fuera de Gaza y en el mítico parador de Horseguard saltó de alegría, literalmente. Sabía lo afortunado que era en comparación con sus vecinos, a los que nunca permitieron salir de Gaza.
Unos meses más tarde, de vuelta en la Franja, vi a Kamal de nuevo en su casa tendiendo la ropa limpia sobre una cuerda. Hoy, su hogar está destruido, y se ha visto obligado a refugiarse con su familia en un puesto de Oxfam.
Supongo que volveré pronto a Gaza para ver cómo el mundo lo reconstruye una vez más, y para ver el increíble equipo de Oxfam tratando de ayudar a la gente a vivir una vida tan decente como estas insoportables circunstancias lo permiten. Supongo, que se producirá la habitual exhalación cuando la terrible crisis de este verano haya terminado. Las habituales palabras de conmoción de los líderes mundiales saldrán de los titulares de nuevo. Mientras, el bloqueo y el ciclo eterno de violencia continuará.
O tal vez no. Tal vez eso no siga siendo lo de siempre. Quizás esta vez sea diferente y cuando vuelva a Gaza de nuevo se hayan dado pasos para terminar finalmente con el castigo colectivo que el bloqueo representa. Por más que el sufrimiento haya llegado por su culpa, el conflicto entre palestinos e israelíes no se resolverá a base de bloquear la Franja o recurriendo a cualquier tipo de operación militar. Si una solución definitiva fuera fácil, lo habríamos visto hace décadas. Pero al menos, que comience con un alto el fuego duradero, el fin del bloqueo de Gaza, y la negociación de una paz basada en el derecho internacional. Y si hay algo que deseo más que otra cosa tras todas mis visitas a Gaza, es que comience de forma inmediata.
Es noviembre de 2012. Un trabajador humanitario local, Jabr Qudeih, dijo a Oxfam: “Espero que el futuro sea diferente ”. Pero no lo ha sido. No sólo el bloqueo no termino, sino que ahora cuatro de cada cinco personas en Gaza dependen de la ayuda humanitaria y más de 520.000 personas han huido de sus hogares. En 2013, Kamal (que ahora ya es un buen amigo) finalmente consiguió un visado del gobierno británico para ir a Londres a formarse. Un sábado le llevé a visitar los parajes de Londres. Nunca antes había estado fuera de Gaza y en el mítico parador de Horseguard saltó de alegría, literalmente. Sabía lo afortunado que era en comparación con sus vecinos, a los que nunca permitieron salir de Gaza.
Unos meses más tarde, de vuelta en la Franja, vi a Kamal de nuevo en su casa tendiendo la ropa limpia sobre una cuerda. Hoy, su hogar está destruido, y se ha visto obligado a refugiarse con su familia en un puesto de Oxfam.