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El amor en los tiempos del Tinder

El PEW Research Center en Estados Unidos es un ejemplo buenísimo de cómo un instituto demoscópico puede ser útil cuando hace cuestionarios con un criterio amplio, sin empecinarse en el estudio intensivo de la intención de voto. Hace unos días, buscando otros datos, encontré una de sus encuestas, que decía que la mayoría de las americanas (55%), y no pocos hombres (40%), creían que hoy es más difícil ligar que hace 10 años (W56 de octubre de 2019). Y lo que es peor, hay muy pocos optimistas: solo el 23% de los hombres y el 14% de las mujeres pensaban que hoy era más fácil que entonces. 

La situación en España no debe de ser muy distinta. Y este no es un asunto menor. En un país en el que se habla tanto de invierno demográfico, de soledad no deseada y de salud mental, la dificultad para formar parejas es algo extrañamente alejado del foco. A saber por qué. Se piensa con frecuencia en cómo aumentar el número de nacimientos a través de medidas de conciliación, transferencias de renta y otras ideas más o menos peregrinas, pero en el análisis no suele entrar la dificultad para emparejarse. ¿Por qué le cuesta hoy más a la gente enamorarse que hace unos años? En el repertorio de respuestas posibles hay para todos los gustos. Hemos creado una sociedad demasiado centrada en el individuo que acumula experiencias y, al hacerlo, hemos desplazado las rutinas tradicionales de encuentro. El ritmo del día a día tampoco favorece que se produzcan los intercambios más prometedores. La ficción de que la vida online es perfectamente sustitutiva con la vida real ha empequeñecido nuestro mundo. La tecnología ha facilitado el speed dating, cierto, pero también ha banalizado las conversaciones con desconocidos y ha hecho que hoy mucha gente salga los sábados por la noche, digamos, más relajada que hace 10 años. Con este panorama, se podría decir que pocos pesimistas hay… 

Pero quizás el mensaje más evocador de la encuesta del PEW no es lo complicado que está el panorama, sino las diferencias en cómo lo perciben hombres y mujeres. Los hombres lo ven crudo, aunque menos que las mujeres (Gráfico 1). Cuando el PEW preguntó a sus encuestadas activas en el mercado del emparejamiento cómo fue su último año de citas, un 42% dijo que fue muy difícil y otro 38% que sólo fue difícil. 

Gráfico 1

Cada cita puede ser un trago por razones distintas, y un año de citas puede dar para muchas cenas… pero detrás de un año de peripecias, los hombres tienden a verse a sí mismos como el problema mientras que para las mujeres el obstáculo principal está en los demás. Vamos por partes. El 45% de los hombres cree que el problema detrás de su fracaso es la dificultad para acercase a la gente (10 puntos más que para ellas). En cambio, las mujeres ven el problema más en la oferta que en la demanda y responden mayoritariamente que en el último año no encontraron a nadie que cumpla con sus expectativas. Esta brecha expectativas-realidad es el mayor obstáculo para el 55% de ellas, frente al 43% de los hombres. 

Hay dos cosas más que llaman la atención. El tamaño de esta brecha expectativas-realidad es idéntica para los hombres de cualquier edad. Pero no para las mujeres (Gráfico 2). Las que no vieron sus expectativas satisfechas fueron el 65% entre las menores de 30 años, y solo el 45% entre las que tienen 50 años, edad en la que su brecha es casi como la de los hombres. Sí, los datos son mejorables (no vemos a las mismas mujeres a lo largo del tiempo), pero da la sensación de que a medida que el tiempo pasa hay un reajuste expectativas-realidad entre las mujeres por el que prefiero pasar de puntillas para que cada uno lo explique según su propio criterio.

Gráfico 2

Finalmente, esta inquietante brecha es mayor para las universitarias que las que no lo son. Entre las primeras, más del 55% se refiere a la distancia realidad-expectativas como su principal problema frente al 45% de las no universitarias. La idea de que la desventaja masculina en educación ha hecho el emparejamiento más complicado para las universitarias (muchas), que buscan hombres con su mismo perfil formativo (menos), parece ya desterrada en muchos países como EEUU (aunque no en España). En casi todos los países desarrollados la hipogamia educativa o emparejamiento a la baja cuenta con la misma aceptación entre hombres y mujeres. Pero, ojo, esto no implica que cuando las mujeres son las más educadas de la pareja, su renta también sea la más alta, algo complejo de explicar pero seguramente muy vinculado a la maternidad.

Bonus track

Descartar perfiles con el pulgar no ayuda. El último gráfico muestra que la valoración de los últimos 12 meses de citas es igualmente negativa para quienes usan aplicaciones que para los más tradicionales. Como en tantas otras cosas relacionadas con la vida digital, los datos desmienten la ficción futurista de que el emparejamiento iba a ser más fácil y transversal cuando fuéramos deslizándonos por miles de perfiles con un dedo.

Gráfico 3

El PEW Research Center en Estados Unidos es un ejemplo buenísimo de cómo un instituto demoscópico puede ser útil cuando hace cuestionarios con un criterio amplio, sin empecinarse en el estudio intensivo de la intención de voto. Hace unos días, buscando otros datos, encontré una de sus encuestas, que decía que la mayoría de las americanas (55%), y no pocos hombres (40%), creían que hoy es más difícil ligar que hace 10 años (W56 de octubre de 2019). Y lo que es peor, hay muy pocos optimistas: solo el 23% de los hombres y el 14% de las mujeres pensaban que hoy era más fácil que entonces. 

La situación en España no debe de ser muy distinta. Y este no es un asunto menor. En un país en el que se habla tanto de invierno demográfico, de soledad no deseada y de salud mental, la dificultad para formar parejas es algo extrañamente alejado del foco. A saber por qué. Se piensa con frecuencia en cómo aumentar el número de nacimientos a través de medidas de conciliación, transferencias de renta y otras ideas más o menos peregrinas, pero en el análisis no suele entrar la dificultad para emparejarse. ¿Por qué le cuesta hoy más a la gente enamorarse que hace unos años? En el repertorio de respuestas posibles hay para todos los gustos. Hemos creado una sociedad demasiado centrada en el individuo que acumula experiencias y, al hacerlo, hemos desplazado las rutinas tradicionales de encuentro. El ritmo del día a día tampoco favorece que se produzcan los intercambios más prometedores. La ficción de que la vida online es perfectamente sustitutiva con la vida real ha empequeñecido nuestro mundo. La tecnología ha facilitado el speed dating, cierto, pero también ha banalizado las conversaciones con desconocidos y ha hecho que hoy mucha gente salga los sábados por la noche, digamos, más relajada que hace 10 años. Con este panorama, se podría decir que pocos pesimistas hay…