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Calidad de gobierno de nuestras autonomías

15 de junio de 2021 06:00 h

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Como cada cuatro años, llega el Índice de Calidad de Gobierno de las regiones europeas: el European Quality of Government Index (EQI). En general, el resultado para nuestras comunidades autónomas es regular – la media nacional está cerca de la total de la UE, pero debajo de los países de la Europa Occidental con la que nos gusta compararnos – y a la vez irregular – las hay que puntúan muy alto (País Vasco o La Rioja) y las hay que bastante bajo (Andalucía o Cataluña).

El EQI es un índice que captura las percepciones ciudadanas sobre la gestión de servicios públicos fundamentales (como la educación, sanidad o ley y orden), no la gestión per se. Por una parte, esto es relevante: ¿Y si regiones con malas valoraciones, como Cataluña, Liguria en Italia o Centru en Rumanía (por escoger tres regiones con puntuaciones relativamente negativas y casi idénticas) en realidad tuvieran mejores servicios públicos que otras, como País Vasco, Trento o Estonia en su conjunto? No es posible saberlo a ciencia cierta. Pero, por otra parte, hasta cierto punto esto es irrelevante: si tus ciudadanos creen que prestas mal los servicios, tienes un problema. Además, hay un aluvión de estudios que muestran los efectos que tienen estas percepciones de calidad de gobierno regional sobre diversos aspectos fundamentales del bienestar de los ciudadanos de estas regiones europeas, como la innovación económica, el comercio, la cohesión social, o el (bajo) voto a fórmulas populistas. Las percepciones de calidad de gobierno regional están asociadas estadísticamente con prácticamente todo lo bueno que ocurre en esas regiones. Así pues, mejorar las (percepciones de) calidad de gobierno debería ser una tarea prioritaria para nuestros políticos, tanto nacionales como regionales.

El EQI lo elaboramos en la Universidad de Gotemburgo para la Comisión Europea desde 2009 y presentamos ahora la cuarta ronda. En esta ocasión, hemos hecho 129,000 encuestas en 208 regiones (NUTS1 y NUTS2, en la jerga comunitaria) de los 27 países miembros. Y, como en las rondas previas, hemos agregado las valoraciones que los ciudadanos tienen de los servicios públicos en sus regiones – no de sus regiones; en algunos países, la sanidad o la educación, por ejemplo, permanecen en manos de los gobiernos nacionales y, aún así, hay destacables diferencias regionales: algo, que no sabemos exactamente qué es, hace que las instituciones en un territorio, sean nacionales, regionales o locales, funcionen en línea (para bien, o para mal) –. Interrogamos a los ciudadanos tanto por su experiencia personal como por sus percepciones generales, y tanto de la calidad de los servicios como de la imparcialidad y (ausencia de) corrupción con la que se prestan. Usando métodos estadísticos estándar en la construcción de indicadores compuestos, y cerciorándonos de que las respuestas dentro de una región son homogéneas y estables, obtenemos el Índice de Calidad de Gobierno de las regiones que vemos en este mapa.

 

Gráfico 1. European Quality of Government Index, 2021.

 

Las regiones de azul están por encima de la media europea y las de rojo por debajo. Cuanto más intenso el azul, más por encima de la media (como vemos en muchas regiones de los Países Bajos o Escandinavia), y cuanto más intenso el rojo, más por debajo de la media (como en el sur de Italia o en la mayoría de Rumanía y Bulgaria). La primera novedad del EQI 2021 es que no hay grandes novedades. Como observamos en el gráfico 2, que muestra el mismo índice para 2009/10, las percepciones de calidad de gobierno no han variado mucho.  

 

Gráfico 2. European Quality of Government Index, 2009/10.

 

Curiosamente, también Cataluña aparecía entonces como la región peor valorada (por sus ciudadanos) de España. En ese momento, algunas voces subrayaron con tino que, como el trabajo de campo se había hecho justo cuando estallaron sonados escándalos de corrupción en Cataluña, como el caso Palau, quizás eso había hecho bajar la media de las percepciones ciudadanas. Sin embargo, 12 años después, la población de Cataluña sigue teniendo una visión claramente negativa de la calidad de sus instituciones. Me constan los intentos loables por parte de la administración de la Generalitat de mejorar la transparencia y el Buen Gobierno. Se han hecho pasos importantes, pero, sea por lo que sea, no consiguen permear en la ciudadanía.

Lo podemos ver con más detalle en el gráfico 3, que fotografía la evolución del European Quality of Government Index para nuestras CCAAs en las cuatro rondas. A primera vista, advertimos un efecto “norte”, con las primeras posiciones casi todos los años ocupadas por comunidades al norte de la península, como País Vasco, Navarra, Asturias, La Rioja o Cantabria, con alguna excepción parcial, como las buenas prestaciones de Extremadura. Por el contrario, Andalucía Canarias y Cataluña, suelen ocupar el furgón de cola.

 

Gráfico 3. Evolución del European Quality of Government Index en España

 

Lo más llamativo es que nuestras dos comunidades históricas por antonomasia, País Vasco y Cataluña, ocupan, normalmente, posiciones extremas: País Vasco la mejor; Cataluña la peor. Los porqués quedan fuera de nuestro análisis, pero deberían ocupar un espacio muy importante de discusión política en España. Es posible que importen factores institucionales – desde el cupo vasco, que riega de dinero a esta comunidad, al reclutamiento relativamente meritocrático de altos cargos en País Vasco en comparación con la cultura de politización de la administración propia de Cataluña –, pero también políticos – los casos de corrupción alrededor de la Generalitat o el “procés” –. Investigarlos es una prioridad si queremos mejorar la calidad de nuestras administraciones.

Como indica el gráfico 4, que recoge las puntuaciones del EQI para los 27 miembros de la UE, vemos que las diferencias entre regiones de un mismo país son bastante notables. Pero hay tres países con divergencias extraordinarias entre sus regiones: Francia, Italia y España. El caso francés es peculiar, pues las regiones con mala puntuación son por lo general territorios de ultramar, como Guadalupe y Mayotte. Pero en Italia y España las variaciones son particularmente preocupantes: regiones que se tocan, y que cultural e históricamente se asemejan, presentan resultados muy dispares.

 

Gráfico 4. European Quality of Government Index, 2021, por países.

 

Concluyo con la reflexión inicial: ¿Son “reales” estas diferencias de calidad de gobierno entre comunidades autónomas? ¿Refleja este indicador la verdadera calidad de las instituciones públicas en nuestras regiones (y las del resto de Europa)? No lo sé, pero averiguar la fuente de tan variopintas opiniones sobre nuestras administraciones tiene que situarse en lo más alto de la agenda política nacional. De momento, los números indican que sí, que tal y como muchos hemos soñado durante mucho tiempo, algunos españoles, sobre todo los vascos, se acercan a los niveles de calidad de gobierno (percibidos) en los países referentes, como Dinamarca o Alemania. Pero, otros, la mayoría, vivimos en regiones por debajo de la media europea. Y todos habitamos un país, España, cada vez más desigual territorialmente. En calidad de gobierno, como en tantas otras cuestiones políticas, nos vamos italianizando.  

Como cada cuatro años, llega el Índice de Calidad de Gobierno de las regiones europeas: el European Quality of Government Index (EQI). En general, el resultado para nuestras comunidades autónomas es regular – la media nacional está cerca de la total de la UE, pero debajo de los países de la Europa Occidental con la que nos gusta compararnos – y a la vez irregular – las hay que puntúan muy alto (País Vasco o La Rioja) y las hay que bastante bajo (Andalucía o Cataluña).

El EQI es un índice que captura las percepciones ciudadanas sobre la gestión de servicios públicos fundamentales (como la educación, sanidad o ley y orden), no la gestión per se. Por una parte, esto es relevante: ¿Y si regiones con malas valoraciones, como Cataluña, Liguria en Italia o Centru en Rumanía (por escoger tres regiones con puntuaciones relativamente negativas y casi idénticas) en realidad tuvieran mejores servicios públicos que otras, como País Vasco, Trento o Estonia en su conjunto? No es posible saberlo a ciencia cierta. Pero, por otra parte, hasta cierto punto esto es irrelevante: si tus ciudadanos creen que prestas mal los servicios, tienes un problema. Además, hay un aluvión de estudios que muestran los efectos que tienen estas percepciones de calidad de gobierno regional sobre diversos aspectos fundamentales del bienestar de los ciudadanos de estas regiones europeas, como la innovación económica, el comercio, la cohesión social, o el (bajo) voto a fórmulas populistas. Las percepciones de calidad de gobierno regional están asociadas estadísticamente con prácticamente todo lo bueno que ocurre en esas regiones. Así pues, mejorar las (percepciones de) calidad de gobierno debería ser una tarea prioritaria para nuestros políticos, tanto nacionales como regionales.