Primero fue contra Alberto Gallardón, luego contra Cristina Cifuentes. Durante sus años como política en Madrid, Esperanza Aguirre ha conseguido que la atención mediática no sólo se centre en la lucha entre el PP y su principal rival político, sino también entre los dos candidatos populares (alcaldía vs autonomía). En efecto, cada cuatro años, en las elecciones locales y autonómicas, se renueva el interés por cuál de los dos candidatos del PP es más popular entre los votantes. El termómetro perfecto para comprobar quién es el ganador de las rivalidades internas en el PP madrileño es la comparación entre los votos que recibe el PP en la capital en cada uno de los niveles de gobierno. Dicho de otro modo, la disputa se centra en si Aguirre acaba recibiendo en la ciudad de Madrid más votos que el otro candidato del PP (antes Gallardón, ahora Cifuentes).
En esta competición sólo hay un problema: el censo electoral en las locales es mayor que en las regionales. En efecto, hay ciudadanos de la UE que pueden votar en las locales pero no en las regionales. Por este motivo no podemos comparar el número de votos en bruto sino que debemos ponderar por el distinto tamaño del censo. Una vez efectuada esta corrección, nos encontramos con la siguiente tabla:
Nota: en asterisco, los distritos que en el 24M Aguirre superó a Cifuentes SIN ponderar por el censo
La tabla muestra cuántos votos obtuvo de más (o de menos) Aguirre con respecto a Gallardón (2007) y a Cifuentes (2015) para cada distrito de la capital. En los comicios del 24M, una vez que ponderamos los votos por el censo, nos encontramos que Aguirre sólo consiguió imponerse en el pudiente barrio de Salamanca, y por apenas 71 votos. En el resto de los distritos Cristina Cifuentes recibió más apoyos. Aguirre fue especialmente rechazada entre el electorado del PP en Carabanchel, Ciudad Lineal y, muy especialmente, la Latina.
Además, Aguirre ha perdido atractivo territorial con respecto 2007. En esos comicios consiguió imponerse no sólo en Salamanca, sino también en Tetuán y los distritos ricos de Retiro y Chamartín. Es cierto que Aguirre siempre ha obtenido mejores resultados que su compañero de partido en los barrios más pudientes (con rentas por encima de la media), pero la relación entre el atractivo de Aguirre y la renta del distrito era mucho más relevante en 2007 de lo que es ahora. El rechazo a Aguirre en el 24M ha sido mucho más generalizado y transversal.
En definitiva, Aguirre ha sufrido una clara derrota con respecto a Cifuentes en todos los distritos de Madrid excepto en el barrio conservador de Salamanca. Pero incluso ahí el margen de su victora no alcanza el centenar de votos. Todo ello ha tenido como consecuencia que el saldo negativo de Aguirre en el 24M haya sido más del doble del que cosechó ante Gallardón en 2007. Se trata de una contundente derrota que, muy probablemente, marque el fin de la larga carrera política de la Berlusconi de hierro española.
Primero fue contra Alberto Gallardón, luego contra Cristina Cifuentes. Durante sus años como política en Madrid, Esperanza Aguirre ha conseguido que la atención mediática no sólo se centre en la lucha entre el PP y su principal rival político, sino también entre los dos candidatos populares (alcaldía vs autonomía). En efecto, cada cuatro años, en las elecciones locales y autonómicas, se renueva el interés por cuál de los dos candidatos del PP es más popular entre los votantes. El termómetro perfecto para comprobar quién es el ganador de las rivalidades internas en el PP madrileño es la comparación entre los votos que recibe el PP en la capital en cada uno de los niveles de gobierno. Dicho de otro modo, la disputa se centra en si Aguirre acaba recibiendo en la ciudad de Madrid más votos que el otro candidato del PP (antes Gallardón, ahora Cifuentes).
En esta competición sólo hay un problema: el censo electoral en las locales es mayor que en las regionales. En efecto, hay ciudadanos de la UE que pueden votar en las locales pero no en las regionales. Por este motivo no podemos comparar el número de votos en bruto sino que debemos ponderar por el distinto tamaño del censo. Una vez efectuada esta corrección, nos encontramos con la siguiente tabla: