Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
Empiezo por una obviedad: los ciudadanos tienden a votar a partidos ideológicamente próximos, es decir, que piensen como ellos. Para maximizar el número de votos, los partidos se ven forzados a adoptar ciertas estrategias, cada una con sus límites y restricciones. En primer lugar, acercarse a las preferencias de los grupos de votantes más numerosos. Tener una ideología compartida por muy poca gente puede ser gratificante, pero corre el riesgo de condenar a sus defensores a la irrelevancia electoral y política. Así pues, en la medida que puedan, los partidos intentarán moverse hacia aquellas posiciones ideológicas defendidas por muchos votantes. Pero acercarse a la ideología de los grupos más grandes de votantes tiene también costes: el partido puede perder sus señas de identidad, y sus simpatizantes pueden verse defraudados por los cambios de mensaje de sus líderes. Además, con frecuencia las posiciones más “populares” ya están ocupadas por otras candidaturas con las que es difícil competir y en los sistemas multipartidistas puede tener más sentido asegurarse “nichos” que garanticen un mínimo de apoyos. Si los partidos están alejados ideológicamente de muchos votantes, no les quedará más remedio que hablar de otros temas en los que estén más cerca de lo que opinen grupos amplios de electores.
Bajo determinadas circunstancias, los partidos pueden evitar estos dilemas ofreciendo diferentes propuestas a diferentes grupos de votantes. Es una estrategia difícil de llevar a cabo y de mantener en el tiempo. Al fin y al cabo, diferenciar los mensajes no es algo que se pueda hacer muy fácilmente, pues los partidos no se suelen comunicar con el electorado con cartas individualizadas, sino sobre todo a través de medios de comunicación de masas. Aunque les gustara lo primero, además, los rivales políticos tratarán de hacer evidentes las contradicciones programáticas provocadas por este micro-targeting. A pesar de estas dificultades, a veces esta estrategia funciona. Como Lluís Orriols mostró hace ya más de diez años, el Partido Popular lograba ser competitivo electoralmente en España pese a tener una ideología media muy alejada de la del conjunto del país en gran medida gracias a este “camaleonismo”: lograba parecer un partido de centro para los votantes más centristas, y un partido más de derechas para los más extremos.
¿Cómo vemos de cercanos o distantes a los cuatro grandes partidos en el nuevo escenario multipartidista? ¿Sigue siendo el PP camaleónico? ¿Lo es alguno de los nuevos partidos? Y sobre todo, ¿quién logra estar ideológicamente cerca de las grandes bolsas de votantes? Para tratar de contestar estas preguntas uso dos barómetros del CIS, una al inicio de este nuevo periodo, en Octubre de 2015, y otro el publicado esta misma semana.
Gráfico 1. Posiciones ideológicas percibidas de cada partido (de arriba a abajo: PP, Ciudadanos, PSOE, Podemos) en función de la ideología del entrevistado. La línea continua usa datos de Septiembre de 2018, la línea discontinua datos de Octubre de 2015.
El gráfico 1 resume este ejercicio. En el eje horizontal se representan las posiciones de los entrevistados en la escala izquierda-derecha usada por el CIS, que va de 1 a 10, y en el eje vertical dónde los electores de cada posición ideológica ubican a cada partido en esa escala. Los puntos negros reflejan los puntos ideales de cada tipo de elector, bajo el razonable supuesto de que a los votantes les gustaría que los partidos fueran lo más parecidos a ellos. Así, el partido “ideal” en términos de optimizar el número de votos sería uno que ocupara estas posiciones. En caso de desviarse de esa línea ideal de puntos, desde el punto de vista electoral es preferible para los partidos estar cerca de las categorías de votantes más numerosas, que como muestra el gráfico 2 son la 5, la 3, la 4 y la 6 (la ideología media del electorado es 4,7 en las dos encuestas), y ha oscilado muy poco en el tiempo.
Lo primero que llama la atención es los pocos cambios entre 2015 y 2018. Quizá el mayor de ellos es algo de lo que ya hemos hablado en este blog, a saber, que Ciudadanos es hoy percibido como más de derechas que cuando apareció. Aunque esta percepción de derechización es más marcada entre los encuestados de izquierdas, no hay ningún grupo de votante que escape de ella. Particularmente preocupante para el partido naranja es el alejamiento percibido por los electores situados en el 5, los más numerosos. Mientras que en 2015 estos votantes veían a Ciudadanos solo medio punto más alejados de ellos que el PSOE, hoy ven lo ven más de un punto más lejos que los socialistas. El PP sigue siendo algo camaleónico, pero mucho menos de lo que lo era antes. Es un “camaleonismo” restringido a los votantes más de derechas, que son una parte relativamente pequeña del electorado: los encuestados que se autoubican en el 6 ya colocan en media al PP un punto y medio a la derecha de ellos.
Tanto PSOE como Podemos han sufrido un proceso similar: los electores muy de izquierdas (categorías de votantes no muy pobladas) los ven algo más moderados que hace tres años, sobre todo en el caso de Podemos, y los más de derechas los ven más radicalizados que antes (aunque estos electores es muy poco probable que los voten en cualquier caso).
Por último, este ejercicio también nos ayuda a entender algunas de las estrategias de los partidos. Es razonable que al PSOE le interese hablar de ideología, porque es el partido que más gana cuanto más fuerte sea la relación entre proximidad ideológica y voto. Es, con diferencia, el partido más cercano a los votantes situados en el 5 y en el 4, donde están casi la mitad de los encuestados que se ubican en la escala izquierda-derecha. Por el contrario, a los demás partidos, y en especial los de centro-derecha, les interesa que la gente vote por otros motivos, pues ideológicamente no están muy cerca de tantos votantes. PP y Ciudadanos, además, están ahora compitiendo por muchos electores (sus simpatizantes tienen mayoritariamente al otro partido como su segunda preferencia), lo cual es posible que por un lado dificulte aún más la estrategia “camaleónica” del PP, y por otro la capacidad de Ciudadanos de moverse hacia la izquierda en busca de balsas más grandes votantes.
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