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El legado de la crisis en el europeísmo en España

El próximo mes de mayo tendremos, junto a autonómicas y locales, elecciones al Parlamento Europeo. Estas elecciones llegan en un momento delicado para la Unión Europea. Serán, en principio, las primeras elecciones tras el Brexit, además de que  partidos populistas, en muchos casos de corte antieuropeísta, están emergiendo como fuerzas políticas relevantes en muchos de los Estados miembro. El consenso europeísta que era hegemónico en gran parte de Europa presenta grietas.

Estas grietas se reflejan también en la opinión pública y nuestro país no es ajeno a ello. El siguiente gráfico muestra la evolución de los sentimientos hacia la Unión Europea en España entre la primavera de 2004 y el otoño de 2018, cubriendo los mejores años pre-crisis, la crisis económica y el período de recuperación. Utilizo datos del Eurobarómetro y dos medidas incluidas habituales en este tipo de análisis (y que ya utilicé aquí para mostrar la caída del apoyo a la Unión Europea durante la crisis). Por un lado, la primera serie muestra el porcentaje de ciudadanos que dicen confiar (o tender a confiar) en la Unión. Por otro lado, analizo también el porcentaje de ciudadanos que tienen una imagen “muy positiva” o “positiva” de la Unión Europea. Cada gráfico muestra la evolución de la opinión pública en España comparado con el conjunto de la Unión Europea.

La evolución de estos dos indicadores es muy evidente y, tal vez, no tan sorprendente. Los niveles de partida en España en ambas series son altos. España ha sido un país caracterizado por un fuerte europeísmo desde su entrada en las instituciones comunitarias y esto se ve reflejado en porcentajes iniciales por encima del 60% de ciudadanos que tanto confiaban como tenían una imagen positiva de la UE en 2004. Para los españoles. La Unión Europea ha sido, durante años, un símbolo de modernidad y progreso que tenían traducción en un europeísmo claramente superior al de la media europea.

Este europeísmo se desplomar con la crisis y tiene un segundo impulso evidente a partir del Eurobarómetro de otoño de 2010, poco después del giro de 180 grados de la política económica de Zapatero. Como resultado, de ser un país eurófilo, los niveles de afecto por la UE quedaron claramente por debajo de la media europea, al igual que ocurrió en otros países donde la crisis financiera causó más estragos. Ambas series se reducen a un tercio del apoyo inicial, tocando fondo la imagen de la Unión Europea en mayo de 2013, mientras que la confianza en la Unión Europea todavía caería hasta otoño de 2014.

Gráfico 1: Evolución de la confianza en la UE en España (2004-2018)Evolución de la confianza en la UE en España (2004-2018)

Gráfico 2: Evolución de la imagen de la UE en España (2004-2018)

 

En ambos casos, el apoyo a la Unión Europea se ha revertido y recuperado algo  para estabilizarse alrededor de la primavera de 2017. No obstante, España se encuentra lejos de recuperar el europeísmo de la época pre-crisis. El legado de la crisis en este terreno es evidente y el europeísmo militante español se ha reducido para converger en los niveles medios europeos. En noviembre de 2018, tanto un 43% de los españoles y de los ciudadanos del conjunto de la Unión Europea tenían una imagen positiva de la Unión, mientras que un 38% de los españoles y un 42% de los europeos confíaban en la Unión.

Esto gráficos muestran la evolución de ambos indicadores para el conjunto de la población. ¿Pero es el legado de la crisis igual para todos los ciudadanos españoles? ¿Puede surgir un nuevo eje de competición sobre la pertenencia a la UE, tal y como ocurre en algunos países de nuestro entorno?

En un post hace unos meses, intentaba mostrar que las divisiones sobre la globalización es España difícilmente forman parte de un conflicto o clivaje político autónomo. En realidad, se empiezan a alinear de modo parecido al conflicto ideológico tradicional, siendo la derecha en España más favorable a la globalización y la izquierda menos entusiasta. Esto lo podemos ver también en la evolución de las actitudes hacia la Unión Europea que mostrábamos más arriba.

El siguiente gráfico muestra cuál es el legado de la crisis en la confianza e imagen de la Unión Europea para distintos grupos ideológicos. Como se puede comprobar, el impacto de la crisis en el europeísmo no ha sido igual para todos los ciudadanos. La reputación de la UE se ha debilitado sobre todo en la izquierda, donde las caídas han sido muy notables. En el centro, encontramos indicios contradictorios. La confianza en la Unión Europea no ha caído mucho, mientras que la imagen de la Unión sí se ha debilitado tanto como para los ciudadanos de izquierdas. Parecería que para estos ciudadanos hay una crisis reputacional de menor recorrido, pues si bien no tienen tan buena opinión  como en el pasado, siguen teniendo niveles de confianza en la UE altos. Por último, es interesante subrayar como en el centro-derecha e incluso en ciudadanos situados nítidamente en la derecha (las categorías 8 a 10 en una escala ideológica de 1 a 10) la reputación de la Unión Europea se ha debilitado mucho menos.

Gráfico 3: Imagen y confianza en la UE según ideología (comparación 2018 frente a 2004)

Esto tiene implicaciones para la política española y para la reconfiguración del sistema de partidos que estamos viviendo. A diferencia de otros países, la derecha en España  destaca por niveles de confianza e imagen positiva de la UE más altos que la media. Estos días estamos viendo el surgimiento de Vox y la discusión sobre si, entre otras cosas, esto puede suponer la entrada del eurosecepticismo en nuestra arena política. A la luz de estos datos, no parece que la irrupción de una fuerza política a la derecha del PP pueda tener el euroescepticismo como banderín de enganche. La capacidad de crecimiento electoral basado en este tema parece limitada en la derecha. Y esto explicaría que Vox, de momento, haya renunciado a hacer política sobre este asunto y haya recalcado que no quieren la salida de la UE o el euro para España. No obstante, hay una segunda lectura. Hasta ahora Vox se ha mostrado como una fuerza que se asienta fundamentalmente sobre votantes de derecha que provienen del PP y en menor medida de Cs. Si Vox aspira a la transversalidad, el euroescepticismo sí tiene mayor capacidad de conectar con algunos votantes en la izquierda. Ahí está la experiencia de Le Pen en Francia.

El próximo mes de mayo tendremos, junto a autonómicas y locales, elecciones al Parlamento Europeo. Estas elecciones llegan en un momento delicado para la Unión Europea. Serán, en principio, las primeras elecciones tras el Brexit, además de que  partidos populistas, en muchos casos de corte antieuropeísta, están emergiendo como fuerzas políticas relevantes en muchos de los Estados miembro. El consenso europeísta que era hegemónico en gran parte de Europa presenta grietas.

Estas grietas se reflejan también en la opinión pública y nuestro país no es ajeno a ello. El siguiente gráfico muestra la evolución de los sentimientos hacia la Unión Europea en España entre la primavera de 2004 y el otoño de 2018, cubriendo los mejores años pre-crisis, la crisis económica y el período de recuperación. Utilizo datos del Eurobarómetro y dos medidas incluidas habituales en este tipo de análisis (y que ya utilicé aquí para mostrar la caída del apoyo a la Unión Europea durante la crisis). Por un lado, la primera serie muestra el porcentaje de ciudadanos que dicen confiar (o tender a confiar) en la Unión. Por otro lado, analizo también el porcentaje de ciudadanos que tienen una imagen “muy positiva” o “positiva” de la Unión Europea. Cada gráfico muestra la evolución de la opinión pública en España comparado con el conjunto de la Unión Europea.