Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
La preocupación ha disminuido en los últimos meses, y esto ocurre para votantes de todos los principales partidos. La alarma no es mayor entre los jóvenes ni entre los de mayor nivel educativo. Las mujeres, eso sí, parecen más preocupadas que los hombres
En las últimas semanas estamos asistiendo a una multiplicación de noticias alarmantes sobre varios aspectos relacionados con el clima. La temperatura media del pasado mes de abril ha sido la más alta desde que existen registros en España, superando en 3 grados la media histórica. El verano pasado, además, fue el más caluroso en 31 de las 50 provincias desde que existen registros sistemáticos. Estas temperaturas inéditas no se refieren solo a España, sino que están afectando a toda Europa. La lluvia recogida también muestra una tendencia alarmante: El pasado mes de abril fue el más seco desde que existen registros. No hace falta más que salir al campo para comprobar la falta de verdor primaveral o lo duro que está el suelo por la falta de precipitaciones. Las consecuencias ya se empiezan a hacer sentir, con embalses en niveles muy reducidos y una menor productividad agrícola en muchos territorios. De hecho, la crisis de producción de mercancías agrícolas de exportación en Argentina está influyendo en la crisis inflacionista y cambiaria de ese país.
La acumulación de tendencias meteorológicas extremas cada vez más frecuentes parece confirmar la existencia de un proceso de cambio climático acelerado. Para poder afrontarlo, es necesario disminuir sustancialmente las emisiones (y posiblemente la captura) de CO2. Este desafío requiere de medidas costosas. ¿Estamos los ciudadanos dispuestos a asumirlas?
En este texto no pretendo hacer un análisis exhaustivo de esta cuestión. Varios grupos de destacados científicos sociales están haciendo un trabajo excelente al respecto. Mi propósito es más modesto: Pretendo ofrecer algunos datos descriptivos sobre el grado de preocupación que tienen los ciudadanos respecto a esta cuestión. Para ello, voy a emplear datos de cinco barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas realizados entre noviembre de 2022 y marzo de 2023. En todos ellos, se pregunta a la persona entrevistada: “¿Diría Ud. que en estos momentos el cambio climático le preocupa mucho, bastante, poco o nada?”. Para simplificar el análisis, me centro en la proporción de personas que están muy preocupadas.
La evolución en los últimos meses
En primer lugar, muestro cómo ha evolucionado el grado de inquietud frente al cambio climático. Como se puede ver en el primer gráfico, la preocupación no solo no ha aumentado, sino que ha disminuido. Si el pasado noviembre un 42% de los participantes en el estudio declaraban tener “mucha preocupación”, este porcentaje ha bajado hasta el 30% en el barómetro de marzo.
Gráfico 1
¿Hay diferencias notables en la evolución de las actitudes en función del partido al que se votó en las últimas elecciones generales? El gráfico 2 ayuda a responder a esta pregunta. Los datos ofrecen dos claves muy interesantes. En primer lugar, el grado de sensibilidad con el cambio climático sigue un patrón esperable: cuanto más a la izquierda el partido al que se vota, mayor es la preocupación. Así, la mayor alarma se da entre votantes de Unidas Podemos y la mayor indiferencia entre partidarios de Vox. La segunda clave, no obstante, es que la tendencia es común: el grado de preocupación ha disminuido desde noviembre sea cual sea el partido votado. En la conclusión de este texto aventuro una posible explicación para esto.
Gráfico 2
¿Qué perfiles de personas tienden a estar más preocupadas?
Estos datos nos permiten también indagar en el perfil de las personas a quienes el cambio climático les alarma más. Una de las características que podría tener importancia es la edad. Al fin y al cabo, en la medida en que se espera que las consecuencias más duras del cambio climático se manifiesten de manera creciente en las próximas décadas, las personas jóvenes son las que están más expuestas a ellas. Siguiendo esta lógica, sería razonable pensar que los jóvenes son los que se sienten más inquietos por el cambio climático, sobre todo en comparación con las personas de edad avanzada. ¿Se refleja eso en la opinión pública? El siguiente gráfico muestra la proporción de personas que declaran tener mucha preocupación, agrupadas en rangos de edad. Los datos provienen del último barómetro disponible del CIS, de marzo pasado.
Gráfico 3
Como puede observarse, las personas mayores no están más despreocupadas que las jóvenes. Más bien al contrario: Los niveles de mayor inquietud se dan entre las personas de 55 años en adelante. En esas edades, algo más de 1 de cada tres está muy preocupado. Entre los más jóvenes -los más expuestos a las consecuencias de las mutaciones climáticas y habitualmente considerados como los más proclive al activismo climático-, la proporción baja 4 puntos porcentuales en relación con los más mayores. Así pues, no existe una correspondencia entre costes a asumir en el futuro y grado de alarma a día de hoy.
Otro posible factor que podría influir en las actitudes frente a la amenaza climática es el nivel de estudios alcanzado. Es frecuente escuchar argumentos sobre cómo las personas con estudios más avanzados son capaces de razonamientos más sofisticados y eso les permite entender mejor lo que hay en juego con el cambio climático. Por eso, podrían ser más sensibles a los riesgos que entraña el aumento de las temperaturas y el ascenso en el número de fenómenos meteorológicos extremos. Para ver si esto es así, podemos observar también el grado de preocupación manifestado en relación con el cambio climático, ordenando a las personas entrevistadas en función de su nivel de estudio.
Como muestra el gráfico 4, no hay una correlación positiva entre nivel de estudios y preocupación con el cambio climático. Antes bien, vemos cómo son las personas “sin estudios” y con “estudios primarios” las más proclives a decir que tienen un alto grado de alarma respecto al cambio climático. Si la preocupación máxima entre los anteriores afecta a un 36% aproximadamente, esta proporción baja al 30% entre las personas con estudios superiores. Este descenso no es banal, pues representa una caída del 16% en términos relativos. Así pues, no parece cierto que las personas con más años de estudios formales sean las que pierden más el sueño con este desafío.
Gráfico 4
Finalmente, podemos comprobar si hay diferencias entre hombres y mujeres en la actitud frente al cambio climático. El gráfico siguiente ofrece evidencia interesante: el cambio climático parece ser un asunto mucho más inquietante entre mujeres que entre hombres: Si bien un tercio de ellas indica estar que “le preocupa mucho”, este sentimiento solo es compartido por un cuarto de los hombres.
Gráfico 5
Analizar de dónde emanan estas diferencias desborda el propósito de este texto. Aquí he presentado algunas pinceladas acerca de en qué punto se encuentra la opinión pública en relación con el cambio climático. Estos primeros análisis pueden dar lugar a indagar con mayor profundidad para averiguar las razones de estas tendencias y de estas diferencias entre grupos. Las preguntas que surgen son múltiples: ¿Disminuye la preocupación por el cambio climático durante los meses de invierno? ¿Las personas mayores o con estudios primarios tienen más preocupación porque hay una mayor proporción de personas que trabajan en el sector agrario? ¿Los hombres tenemos menos sensibilidad respecto de esta cuestión porque tenemos valores más materialistas? Por citar solo un puñado de posibles hipótesis. Desde este blog esperamos poder daros más claves en el futuro.
Sobre este blog
Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
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