Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
La batalla electoral en la izquierda: estado de la cuestión
El PSOE y Unidos Podemos compiten fundamentalmente en el espacio ideológico que va entre el 3 y el 4 de la escala (1-10). Ahí se auto-posicionan un poco más de un cuarto de todos los encuestados (26.5%), y entre ellos aquellos que se declaran votantes de PSOE o UP representan cerca del 60%
La competición, de momento, es favorable al PSOE, tanto por la foto actual como por su evolución desde enero 2016
No obstante, el margen de incertidumbre sigue siendo elevado como para apostar por una ganador: más de un tercio de los votantes del 3 y el 4 no son “leales” a un partido; y la división en la izquierda debido al conflicto territorial podría perjudicar particularmente al PSOE
La relación entre el PSOE y Unidos Podemos atraviesa un momento dulce. Desde la moción de censura ambas formaciones han bajado la intensidad de su particular batalla, habiéndose permitido establecer un diálogo más fluido así como ganar algo de confianza. Curiosamente, en las últimas semanas ha sido frecuente escuchar a líderes o personas cercanas al mundo de Podemos defendiendo la acción de gobierno de Sánchez con más ahínco y profusión que muchos otros socialistas.
Este remanso de paz en la izquierda puede que responda a un cambio estructural en las estrategias de PSOE y Podemos o a condiciones bastante más coyunturales. Respecto a la primera posibilidad podría argumentarse que ambas fuerzas políticas – sobre todo Podemos– habrían asumido la tesis de Errejón sobre la necesidad de impulsar una “competición virtuosa” en la izquierda, esto es, una competición de guante blanco que, marcando la agenda política, no solo no erosionaría los apoyos propios sino que contribuiría a aumentarlos moviendo las preferencias de los españoles hacia su terreno. A pesar de ser una idea interesante, todavía no tenemos datos suficientes para poner a prueba esta hipótesis. De momento solo vemos que la evolución del porcentaje de españoles que se ubican en posiciones de izquierdas en el eje ideológico no ha variado de manera significativa.
Desde un prisma más coyuntural, la debilidad parlamentaria del PSOE y la necesidad de Podemos por mostrarse no solo como un partido-protesta sino como un partido de gobierno puede que hayan contribuido a que veamos las espadas enfundadas. De hecho, la negociación de los presupuestos se presenta en este sentido como un traje a medida para la cooperación: el PSOE necesita de manera vital el apoyo de Unidos Podemos y éstos necesitan un escenario como el actual para desplegar su discurso de políticas (no de política).
Pero si la calma que reina en la izquierda respondiese más al momento político que a una cuestión estructural, ésta tendría fecha de caducidad: el inicio del próximo ciclo electoral. Con las elecciones andaluzas a la vuelta de la esquina, las municipales, autonómicas y europeas en mayo del próximo año y el posible adelantamiento electoral de las catalanas y de las Generales amagando a entrar en escena, nos encontraríamos en un contexto en donde los incentivos para batallar podrían volver a activarse pronto. En ese caso cabe preguntarnos sobre el estado actual de la batalla electoral en la izquierda. Repasemos algunos datos.
Definamos, primero, el campo de batalla: el PSOE y Unidos Podemos compiten fundamentalmente en el espacio ideológico que va entre el 3 y el 4 de la escala (1-10), al que llamaré “la izquierda”. Si graficamos cómo se distribuye la posición ideológica de los españoles hoy y destacamos quienes expresan su intención de votar al PSOE o a Unidos Podemos veremos que en este segmento es en donde están fundamentalmente los votantes propios y potenciales (gráfico 1). En el espacio de 3-4 de la escala ideológica se auto-posicionan un poco más de uno de cada cuatro de todos los encuestados (26.5%), y aquellos que se declaran votantes de PSOE o UP representan cerca del 60% de la izquierda y 15% del total de votantes. Aquí se dirime la batalla.
La foto actual es claramente favorable al PSOE, pues de aquellos que se ubican en el 3 el 42% votaría a los socialistas y un 16% a UP, mientras que entre aquellos que se posicionan en el 4 el 47% votaría PSOE y cerca de un 7% UP. Se trata de una distancia muy significativa. ¿Ha sido siempre así?
A continuación se presenta la evolución de la batalla en la izquierda desde enero de 2016 hasta el último barómetro en septiembre de 2018. Es decir, cogemos las barritas del 3 y el 4 de la distribución ideológica de los últimos 12 barómetros del CIS y las presentamos en términos relativos, sabiendo que el porcentaje de españoles que se ubican en el 3-4 prácticamente no ha variado. Se observa así que en los dos últimos barómetros (julio y septiembre) los apoyos del PSOE han aumentado de manera significativa en estos dos puntos de la escala, mientras que UP pierde terreno en el 3 y algo menos en el 4.
Es particularmente llamativa la evolución que ha experimentado la composición partidista de la parte izquierda de este espacio, es decir, del 3 (gráfico 2). Durante el 2016, PSOE y UP se repartían a apartes igual la intención de voto, casi un 50-50, registrándose en enero de 2017 una situación favorable a los morados. Para entonces un 25% de los auto-ubicados en el 3 se declaraba votante de UP, mientras que solo cerca de un 20% lo hacía por el PSOE. Unidos Podemos se había convertido en la primera fuerza política en este espacio. Tras la dimisión forzada de Pedro Sánchez de la Secretaría General del partido el PSOE transitaba su peor momento. No obstante, en los barómetros subsiguientes (de abril de 2017 a abril de 2018) la competición en el 3 volvió a dar un giro: antes de la moción de censura (en mayo de 2018) el PSOE consiguió acaparar entorno al 27% de los votantes de este espacio mientras que UP caía algo menos de 10 puntos, quedándose con el 12-15% de este electorado.
La variación que dibujan los datos en el espacio del 4 luce menos (gráfico 3). La fuerza del PSOE aquí siempre se ha movido en torno a un tercio de los votantes. No obstante, se puede apreciar como “la derecha de la izquierda” ha retraído su apoyo a los socialistas tras la crisis de octubre de 2016 (probablemente yéndose a la abstención), recuperado tras la vuelta de Sánchez a la Secretaría General (mayo de 2017), volviendo a debilitarse hasta la moción de censura, y escalando hasta más del 50% tras el nombramiento de Sánchez como Presidente del Gobierno.
Unidos Podemos, a pesar de ser identificado como una formación política particularmente escorada a la izquierda, mantenía un fuerza bastante destacable en el 4. Entre enero de 2016 y abril se movía en una horquilla del 10-15%. No obstante, a partir de octubre de 2017 el CIS registra una disminución significativa de los apoyos que, desde entonces, estarían en una horquilla del 5-7%. Unos datos que podrían estar asociados a la vuelta de Sánchez a los mandos del PSOE más que del PSOE al Gobierno.
Tanto la evolución como el estado actual de la batalla en la izquierda indican que el PSOE le ha sacado una buena ventaja a UP. No obstante, el margen de incertidumbre sigue siendo elevado como para apostar por una ganador. Al menos por tres datos relevantes.
En primer lugar, hemos visto en los dos gráficos anteriores que el porcentaje de encuestados en el espacio de 3-4 que votarían a otros partidos o que son indecisos (NS/NC) es muy alto. Al menos, en intención directa de voto, se registran niveles en torno al 50%, lo cual indica que siempre hay margen para atraer nuevos votantes. En segundo lugar, como se puede apreciar en el gráfico 4, en torno al 37% de los españoles que se ubican en el 3 o el 4 declaran que no tienen lealtad a un partido político en concreto. Es decir, que existe también un amplio margen para que –en la batalla– los soldados cambien de bando. La promiscuidad no es monopolio del votante de centro.
Finalmente, el dato que podría arrojar más dudas sobre la ventaja del PSOE en cuanto se recrudezca la batalla electoral es el relativo al conflicto territorial. Como ya se ha mostrado en varios sitios, el electorado del 3 y el 4 expresan diferencias significativas en sus preferencias sobre el tipo de organización territorial del Estado. La izquierda de la izquierda está más dispuesta que la derecha de la izquierda a mover el statu quo (gráfico 5). En torno al 40% de los votantes que se posicionan en el 4 de la escala prefiere que nada cambie. Esta cifra para los que se ubican en el 3 es casi 10 puntos menor. Solo uno de cada tres prefiere que el Estado de la Autonomías se quede tal cual está. En la misma línea, algo más del 43% de los votantes que se ubican en el 3 prefieren que el estado de la autonomías avance hacia mayores niveles de descentralización, mientras que los del 4 solo suman cerca del 27%.(*)
El conflicto territorial pues se presta a ser divisivo en la izquierda, y esta cuestión precisamente perjudica al PSOE quien, desde el gobierno, tendrá que hacer equilibrios para contentar a los dos votantes que componen principalmente su electorado sin que, en el camino, en la batalla, Unidos Podemos recupere territorio.
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(*) El martes 9 de octubre este artículo fue publicado con un gráfico que por error del autor comparaba los valores de los votantes que se auto-posicionan en el 2 y el 3 de la escala ideológica, en vez del 3 y el 4. La interpretación de esos datos sobredimensionaba las diferencias que se querían analizar (la discrepancia en la izquierda sobre la cuestión territorial). En la versión actual (modificada el día 10 de octubre) se presenta un nuevo gráfico con los datos que corresponden y se modifica el texto de su interpretación. A pesar del error, el mensaje -aunque menos contundente- sigue siendo el mismo. Agradezco a Juan Carmona por haberme señalado el error. Vayan mis disculpas a todos los lectores.
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