Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
La inmigración no está ahora en el ojo del huracán mediático. A la espera de que se reoriente la atención mediática, invitamos a reflexionar sobre algunos hechos de nuestro contexto migratorio que, sin duda, serán trascendentes en el medio y el largo plazo: ¿atraemos a los migrantes más cualificados?
Ya hemos hablado en este blog de un patrón empírico bien establecido según el cual quienes cruzan las fronteras para emigrar a otro país no representan a la sociedad de la que salen. Dicho de otro modo, los emigrantes no son una muestra aleatoria de los habitantes del país de origen. De hecho, suelen ser descritos como una población “positivamente seleccionada”. Lo son por tener mayor nivel educativo, por tener redes sociales más densas, mejor la salud o rentas más altas --entre otras cosas para poder asumir el coste de migrar--, pero también por otras características difícilmente medibles como la ambición, la propensión al riesgo o la resistencia ante el fracaso. Por ello, las comparaciones entre inmigrantes y autóctonos que suelen atribuir diferencias en su comportamiento a ideas tan peregrinas como las llamadas “políticas de integración”, confunden las experiencias de los migrantes en destino con aquellas características que les empujaron a migrar.
Esta visión de la selección de salida ignora un hecho crucial que, en particular, se ha tenido poco en cuenta en España: ¿hay también selección hacia distintos destinos? Es decir, ¿los migrantes tienen preferencias sobre en qué país establecerse? La respuesta es sí, y no podemos decir que a España le haya acompañado la suerte. Todo parece indicar que los migrantes con mayores cualificaciones o mayor nivel educativo tienden a elegir otros países de nuestro entorno antes que España. Veámoslo en tres hechos que comparan a quienes salieron de Rumanía hacia España y el Reino Unido entre 2000 y 2018. Para ello, utilizaré datos de la European Labour Force Survey.
#1 - Tanto España como el Reino Unido se han beneficiado del perfil de los migrantes que proceden de Rumanía. Cierto. Entre los rumanos que se establecen en España y en el Reino Unido hay un mayor porcentaje con titulaciones universitarias que entre quienes no migraron. Este patrón se da además en todas las franjas de edad, y se mantiene a lo largo del tiempo. Pero donde los rumanos con titulaciones universitarias están mejor representados es, con mucha diferencia, en el Reino Unido. Es decir, España no ha atraído a los más cualificados y los datos son abrumadores.
#2 - Los lectores que sigan la actualidad migratoria pensarán que esto es poco sorprendente. En Europa, el Reino Unido es el vencedor por goleada en la carrera por atraer el talento. Pero independientemente de si son o no universitarios, los rumanos que se han instalado en España tienen un mayor riesgo de desempleo que cualquier otro grupo con el que los comparemos, ya sea con los rumanos en Rumanía, con los que se fueron al Reino Unido, o con los autóctonos de España o Reino Unido. Por supuesto, el desempleo es una amenaza mayor en España que en los otros dos países. Para evitar esta distorsión, basta con comparar el riesgo de perder el empleo entre los rumanos del Reino Unido y los autóctonos de ese país. Así veremos que, allí, este peligro es notablemente menor para los rumanos que los autóctonos independientemente de su nivel educativo. Exactamente lo contrario que sucede aquí.
#3 - Y finalmente, un hecho mucho menos conocido. Medir hasta qué punto los migrantes se distinguen de la población que se queda respecto a características personales como la resistencia al fracaso es casi imposible. Aun así, podemos aproximarnos a esta cuestión comparando la intensidad en la búsqueda de trabajo entre quienes pierden el empleo. Para ello, hemos creado un índice que combina cuánto recurren los desempleados a seis posibles métodos de búsqueda de trabajo (oficina de empleo, registrarse en bases de datos, contactar a empleadores, poner distintos tipos de anuncio anuncios), y lo hemos ponderando por la frecuencia con la que se usan en cada provincia de observación.
Los resultados muestran que, cuando se ven afectados por el desempleo, los rumanos en España despliegan estrategias menos intensivas de búsqueda que los rumanos que están en el Reino Unido y que los autóctonos en cualquier país. Es más, las diferencias entre los rumanos en España y los autóctonos son mucho mayores que las que existen entre ambos grupos en el Reino Unido. Esto apunta a que España no atrae como destino migratorio a aquellos que tienen mejor capacidad de reaccionar ante la adversidad. No es la primera vez que se detecta una cierta selección negativa de la inmigración rumana hacia España en rasgos similares de personalidad. Pero ahora, sabemos que esto no es intrascendente.
Dos hechos para el consuelo. Primero, todo esto podría haber sucedido también en otros países del sur de Europa. Segundo, la comparación con el Reino Unido es la más exigente. Pero lo importante es que comienza a haber indicios creíbles que apuntan a que los migrantes mejor cualificados tienen a no elegir España frente a otros países de nuestro entorno. Aunque España ha tenido éxitos en la gestión de su inmigración, entre ellos no se encuentra el haber atraído a aquellos con mayor preparación. Sería bueno hacer un hueco para reflexionar sobre por qué y qué hacer al respecto.
Ya hemos hablado en este blog de un patrón empírico bien establecido según el cual quienes cruzan las fronteras para emigrar a otro país no representan a la sociedad de la que salen. Dicho de otro modo, los emigrantes no son una muestra aleatoria de los habitantes del país de origen. De hecho, suelen ser descritos como una población “positivamente seleccionada”. Lo son por tener mayor nivel educativo, por tener redes sociales más densas, mejor la salud o rentas más altas --entre otras cosas para poder asumir el coste de migrar--, pero también por otras características difícilmente medibles como la ambición, la propensión al riesgo o la resistencia ante el fracaso. Por ello, las comparaciones entre inmigrantes y autóctonos que suelen atribuir diferencias en su comportamiento a ideas tan peregrinas como las llamadas “políticas de integración”, confunden las experiencias de los migrantes en destino con aquellas características que les empujaron a migrar.
Esta visión de la selección de salida ignora un hecho crucial que, en particular, se ha tenido poco en cuenta en España: ¿hay también selección hacia distintos destinos? Es decir, ¿los migrantes tienen preferencias sobre en qué país establecerse? La respuesta es sí, y no podemos decir que a España le haya acompañado la suerte. Todo parece indicar que los migrantes con mayores cualificaciones o mayor nivel educativo tienden a elegir otros países de nuestro entorno antes que España. Veámoslo en tres hechos que comparan a quienes salieron de Rumanía hacia España y el Reino Unido entre 2000 y 2018. Para ello, utilizaré datos de la European Labour Force Survey.