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Bridget Jones, en la tercera casi nos la cuelas, pero sigues siendo una pesada
Me he visto en cuarenta y ocho horas, la trilogía de películas protagonizadas por Bridget Jones. Tranquilas, sigo viva, aunque no ha sido fácil. Casi muero de sopor y aburrimiento.
Se acaba de estrenar ‘Bridget Jones’s Baby’ (Sharon Maguire) la película que retoma, tras casi diez años, las peripecias de Bridget Jones, el personaje literario y cinematográfico que tuvo gran influencia en la cultura popular de finales de los 90 y principios del 2000. Muchas nos desternillamos con el primer libro ‘El diario de Bridget Jones’, escrito por Helen Fielding en 1996, porque era difícil no identificarse con aquel personaje torpe, lleno de dudas, que se equivocaba constantemente y nos hablaba en primera persona de sus problemas en el trabajo, de la pesada de su madre, de sus amigas, de sus problemas de peso y de sus ansias de encontrar una pareja masculina.
Tras quince años del estreno de la primera película ‘El diario de Bridget Jones’ (2001) y once de su secuela ‘Bridget Jones. Sobreviviré’ (2004), cabe preguntarse por las claves de las película, su posible evolución y las novedades que puede traer ‘Bridget Jones’s Baby’.
Bridget Jones. Las mujeres independientes y el amor romántico
Las dos primeras películas de Bridget Jones soportan muy mal el paso del tiempo. A principios de siglo, el nuevo estereotipo de mujer independiente a nivel económico, con unos kilos de más, que siempre mete la pata, que bebe como un cosaco y fuma como un carretero y que a pesar de su triunfo profesional, en privado llora comiendo helado porque su príncipie azul no aparece pudo tener su gracia, pero décadas después, el modelo resulta insoportable y sonrojante.
Bridget Jones es una joven de treinta y tres años cuyo principal objetivo en la vida es no morir gorda y sola. Siente una gran presión social por su peso y por no tener pareja, pero lejos de cuestionarse estas presiones intenta encajar en el modelo; sus kilos de más le hacen sentir mal y no concibe su vida sin un hombre.
Tampoco salen muy bien parados los personajes masculinos. Los hombres de la película, Mark Darcy y Daniel Cleaver Jones, representan dos masculinidades contrapuestas –el primero un caballero inglés con dificultades para mostrar sus sentimientos y el segundo un canalla– que compiten por su amor. En esta lucha de machos Bridget nos recuerda más a un cervatillo a punto de ser cazado que a una mujer independiente.
A pesar de que la vida en pareja no sea fácil, sobre todo por las inseguridades y los enfermizos celos de la protagonista, el amor triunfa, porque en las comedias románticas el amor siempre triunfa y el amor de pareja heterosexual con los mitos del amor romántico, del príncipe azul, de la media naranja se presentan como la única opción para ser una mujer completa.
“Bridget Jones’s. Baby”. Después de diez años todo sigue casi igual
Con cuarenta y tres años, Bridget Jones sigue soltera, insatisfecha, insegura aunque delgada, y es que caracterizar al personaje dentro de los cánones de un cuerpo normativo era indispensable dada la brutal transformación física de la actriz Renée Zellweger que tantas controversias desató en su momento. Incluso la a su manera rebelde Bridget Jones ha sucumbido al modelo imperante.
Su madurez y su triunfo profesional no la hacen inmunes a la gran presión que sufre cualquier mujer cuarentañera que no tiene descendencia: ser madre. La vida de sus amigas, sepultadas por la maternidad no son el referente más estimulante, pero la maternidad es un destino ineludible también para Bridget.
Pudiera parecer que la película plantea soluciones poliamorosas y nuevos modelos de familia y de paternidad y de hecho lo hace, pero no deja de ser una cortina de humo ya que se acaba imponiendo de nuevo el modelo de familia heterosexual. Por lo tanto, la película nos ofrece más de lo mismo y sigue siendo un caramelo envenenado que refuerza los mandatos de género.
Quizá lo más interesante de ‘Bridget Jones’s. Baby’ sea la subtrama protagonizada por un grupo de cantantes punk feministas, que claramente recuerdan a las Pussy Riot, por la presencia de reivindicaciones feministas en un contexto de película mainstream. Recuperamos así el debate sobre qué aporta la visibilización de las luchas de las mujeres en productos de consumo masivo y la perversidad de que las asuma el capitalismo como ya analizamos a partir del concepto de #feminismochic.
No se trata de demonizar ni la película ni el posible placer que podemos obtener de su visionado, se trata de tener las claves para desmontar un producto muy patriarcal que incide en presentar el amor de pareja como la mejor opción para ser feliz. Y es que Bridget Jones, eras y sigues siendo una pesada.
Me he visto en cuarenta y ocho horas, la trilogía de películas protagonizadas por Bridget Jones. Tranquilas, sigo viva, aunque no ha sido fácil. Casi muero de sopor y aburrimiento.
Se acaba de estrenar ‘Bridget Jones’s Baby’ (Sharon Maguire) la película que retoma, tras casi diez años, las peripecias de Bridget Jones, el personaje literario y cinematográfico que tuvo gran influencia en la cultura popular de finales de los 90 y principios del 2000. Muchas nos desternillamos con el primer libro ‘El diario de Bridget Jones’, escrito por Helen Fielding en 1996, porque era difícil no identificarse con aquel personaje torpe, lleno de dudas, que se equivocaba constantemente y nos hablaba en primera persona de sus problemas en el trabajo, de la pesada de su madre, de sus amigas, de sus problemas de peso y de sus ansias de encontrar una pareja masculina.