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De las creadoras de... “Mi cuerpo es mío” llega ahora... “Mi deseo, también”
Escriben Tere Maldonado, de FeministAlde!, e Itziar Abad.FeministAlde!
Uno de los premios recién otorgados por Bilbo Feminista Saretzen a “lxs personajes más desastrosxs en sus actuaciones contra la violencia machista” se lo acaba de llevar la Diputación Foral de Bizkaia (DFB). Su campaña en torno al 25N lo merece. Consiste en un cartel, un spot, pegatinas y demás merchan, con el lema “Queremos tíos buenos” y el texto “Los tíos buenos respetan, valoran, comparten, reconocen. Los tíos buenos no controlan, no humillan, no insultan, no agreden, no matan”. Está dirigida a la juventud.
A pesar del auge del transfeminismo y del trabajo que por fin algunas instituciones vascas están llevando a cabo para atender la diversidad sexual y de género, para la DFB la juventud es solo heterosexual.
Podría justificar su enfoque alegando agarrarse a lo que la ley estatal define como violencia de género (la ejercida por un hombre a una mujer dentro de una pareja o expareja heterosexual). Sin embargo, la cosa no mejoraría en absoluto porque, gracias al movimiento feminista, la sociedad ya ha aprendido que ese marco es demasiado limitado, que las chicas no solo reciben violencia por parte de sus parejas o exparejas varones. Al contrario, les agreden otros hombres, como los padres —en 2019, 43 niñas y niños han perdido a su madre, asesinada por su padre—; los amigos de la cuadrilla, que una noche de borrachera se cuelan en sus camas; o completos desconocidos con los que terminan, accidentalmente o no, en un portal en las fiestas patronales de cualquier ciudad. Sin ser ninguno de ellos “pareja o expareja”, las agresiones que cometen contra las chicas —contra las mujeres, por extensión— reciben la misma repulsa por parte de la sociedad.
Obviando el trasnochado marco heterocentrado y las implicaciones que conlleva, la actuación de la DFB en torno al 25N tiene más 'peros'. Entiende que, para las chicas los chicos deseables son los que no violan ni matan. (Uf; menos mal...). Pero, ¿para tratar de sensibilizar contra la violencia hacia ellas es lícito que una institución se inmiscuya en su deseo y les sugiera el camino 'correcto'? Nos hemos cansado de gritar en las manis lemas como “Mi cuerpo es mío” o “Fuera los rosarios de nuestros ovarios”. Cuando pensábamos que las injerencias institucionales en nuestro coño y en nuestro moño estaban superadas por las administraciones vascas, al menos en sus demostraciones más explícitas, la DFB nos regala esta sorpresa.
Si no hicieran oídos sordos a los reclamos feministas, las instituciones sabrían que, con eslóganes como “Sola, borracha, quiero llegar a casa”, “Si tocas a una respondemos todas”, “El papa no nos deja comernos las almejas” o “Me gustan las peras, me gustan las manzanas y en la cama me meto con quien me da la gana”, reivindicamos derechos y vidas libres de violencia, ni tíos buenos ni buenos tíos. El caso podría tener cierta gracia si fuera una noticia de El Mundo Today. Lástima que, lejos de ser un chiste irónico, se trate de una campaña institucional, bien en serio, en torno al 25N.
Los hombres no deben matar, ni agredir, ni humillar, ni insultar, ni controlar a las mujeres porque eso es vulnerar sus derechos humanos. Este debe ser el marco global incuestionable de cualquier actuación contra la violencia machista. En lugar de usar el deseo de las mujeres para lanzar mensajes de buena conducta a los hombres, la DFB podría haber planteado una campaña dirigida directamente a ellos, llamándoles a asumir un compromiso a favor de la igualdad, a cuestionarse sus privilegios y sus actitudes agresivas o violentas contra las mujeres. También podría haber apelado a la autodefensa y al empoderamiento de las mujeres que, por supuesto, no pasa porque pongan ni un tío bueno ni un buen tío a su lado. Y podría, para ello, haberse fijado en la filosofía original de Beldur Barik, programa de prevención contra la violencia machista en la juventud, que tan cerca le pilla.
Usar el deseo de las chicas heterosexuales en el ámbito de la prevención de la violencia es altamente irresponsable. La campaña lanza a los chicos que no son “tíos buenos/buenos tíos” el mensaje de que habrá tías con las que nunca ligarán, follarán o tendrán una relación afectiva o amistosa. Esos chicos son los feos, los gordos, los viejos, los pobres, los que tienen alguna discapacidad... En definitiva, los que no se ajustan a los cánones de belleza dominantes. (La campaña es demasiado plana y el eslogan, demasiado simplón como para interpretar más allá). Por otro lado, es inquietante que la bondad de los chicos se asocie a su condición física y, aún más, que la campaña no apele a su responsabilidad en la violencia machista.
Por su parte, a los “tíos buenos/buenos tíos” la campaña les depara un motivador mensaje: conseguirán una chica como premio a su buena conducta. La Diputación ya tiene también el suyo.
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