Hana Jalloul duerme poco en general, pero es una tendencia que se ha acentuado desde que Pedro Sánchez le propuso ser la número dos de Ángel Gabilondo para las elecciones del 4 de mayo en Madrid. Frente a ese hombre pausado, Jalloul es un torbellino a caballo entre Ferraz –la sede del partido a la que se ha trasladado la candidatura–, su coche Renault –en el que se desplaza a la mayoría de actos– y la casa de Leganés en la que vive con su marido y sus dos hijos.
Es miércoles. Su día comienza temprano, aunque el anterior se alargó con una entrevista en La Noche en 24 horas de RTVE. “Los niños estaban dormidos cuando volví”, lamenta. Las últimas semanas han sido especialmente frenéticas y la conciliación, un sueño. Tras dejarlos en el colegio, atiende a otro medio de comunicación a primera hora antes de preparar un acto sobre cultura. Pide datos y escribe su intervención, que le gusta llevar en papel al atril.
Jalloul habla (rápido) tres idiomas. Le sale natural comunicarse con su colaboradora en inglés, aunque entremezcla palabras en castellano. “Soy muy accesible, me dicen que demasiado”, dice antes de pasar a otro tema entre sorbo y sorbo de café sin cafeína. “Habibi, daddy”, descuelga el teléfono para hablar con su padre, un médico de origen libanés que es la persona a la que más admira. Jalloul y su familia vivieron en Líbano entre 1980 y 1982, pero abandonaron el país con los bombardeos de Israel. Ella volvió años después por motivos de trabajo, pero se asentó definitivamente en España hace más de una década y se centró en su tesis doctoral para desempeñar después la que considera que es su vocación: profesora universitaria. Hasta que se embarcó en la aventura de la política en la que pretende estar de paso.
A mediodía tiene el primer bolo: un acto sobre cultura junto a Gabilondo. Reconoce que el comienzo ha sido duro al someterse a un gran nivel de exposición con hasta tres entrevistas o actos en un día. “He pasado de las migraciones a los mítines. No lo había hecho nunca. He sufrido un poquito”, reconoce. Por el momento se ha aprendido el argumentario, del que procura no salir, y encaja con deportividad las críticas y/o consejos que le hacen los expertos en comunicación e incluso algún ministro. Que mire más al entrevistador y no baje la vista tanto para tomar notas, por ejemplo.
A las 13.00 horas tiene programada una videoconferencia con los abogados del turno de oficio para escucharles y exponerles el programa del PSOE, que prácticamente ha memorizado, sobre justicia. “Quita esto que es un error”, dice sobre uno de los puntos tras echarle un vistazo rápido. “Es que estudio mucho”, explica.
Después de una reunión urgente y sobrevenida con el equipo de campaña saca tiempo para comer. “Ayer me tomé un sandwich en el despacho y ya”, cuenta mientras tomamos un menú en uno de los restaurantes cercanos a la sede de Ferraz. Aprovecha para llamar a su marido, contestar algunos mensajes y enviar un audio a José Luis Rodríguez Zapatero, con quien tiene buena relación, tras enterarse de que ha sido uno de los objetivos de nuevas cartas amenazantes.
Apenas una hora después, coge el coche para ir a Lavapiés, donde se encontrará con colectivos de migrantes y tiene preparado un recorrido por el barrio más multicultural de la capital. En el trayecto le acompaña el coordinador de la sectorial de Participación y Diversidad del PSOE, Mohammed Azahaf, con quien aprovecha para despachar, y en el destino le espera el diputado socialista Luc André Diouf. “¿Cuánto tiempo tenemos?”, le pregunta. “Hasta las 17:30”. El paseo comienza a toda prisa en compañía de representantes de colectivos del barrio, entre ellos el presidente de la asociación vecinal La Corrala, Manuel Osuna. Jalloul admite que no tiene mucho sentido mantener las reuniones en campaña y que lo importante es hacerlo cuando se tiene capacidad de gestión, pero aseguró que con todos esos colectivos los socialistas están en contacto desde el poder.
La comitiva entra en bares, varias tiendas, una peluquería y una agencia de viajes que también hace envíos de paquetería. “Hola, hermanos”, “salam malecum”, saluda Jalloul, que en cada establecimiento recuerda que el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso no ha dado ayudas a los sectores afectados y que el PSOE lo ha hecho desde el Ejecutivo central y que lo hará desde el regional tras los comicios. También se refiere a la gestión de los gobiernos socialistas con las personas inmigrantes y departe en árabe con algunas de las personas a las que visita. Le gusta haber incorporado ese distintivo a la campaña. “El día 4 no hay que dormirse, hay que ir a votar para el cambio”, apostilla Luc André. Están en juego más de 500.000 votos de inmigrantes nacionalizados en España.
“Me he hecho una foto con un hombre que se puso a hacer mascarillas en la pandemia con su máquina de coser”, comenta Jalloul al salir de una de las tiendas. “Si eres de izquierdas eres de los nuestros”, le dice a un bangladesí que debate en buen tono con un dirigente socialista. Jalloul tiene buenas palabras para sus oponentes: Mónica García, de quien dice que “se lo ha currado y hay que reconocérselo”, aunque no cree que estén tan cerca de los socialistas como pronostican las encuestas –también confía en que una gran movilización en el sur dé la vuelta a los sondeos–, o Isa Serra, con quien coincidió en su corto paso por la Asamblea de Madrid. A Pablo Iglesias no le conoce personalmente, aunque son de la misma quinta y ambos estudiaron Ciencias Políticas en la Universidad Complutense. Dice que también tiene buena relación con representantes del PP o de Vox.
Al llegar a la plaza improvisa un pequeño mitin con las mismas consignas y se despide para ir al siguiente destino. Pero antes de encaminarse al parking saluda a los policías –dos uniformados y dos de paisano– que rápidamente se han personado allí al ver la pequeña concentración. “Un poco más y les pido el voto”, bromea.
“He pasado del chófer a ir a todas partes en mi coche, pero estoy encantada”, dice de nuevo al volante de camino a Leganés, aunque reconoce que si pudiera elegir un superpoder sería teletransportarse. “Hay gente que dice ser invisible, pero lo veo chungo”, dice antes de aprovechar el trayecto para llamar a casa. Al llegar al centro cultural José Saramago prepara en diez minutos su intervención. “Dime las noticias del día”, le pide a su colaborador, y telefonea a la directora de comunicación del PSOE, Maritcha Ruiz Mateos, por si hay algún tema de actualidad al que tenga que hacer referencia. A las 18:30, llega Gabilondo a la pequeña sala de espera y Jalloul le comenta que ha estado en Lavapiés. “¿Y qué habéis lavado?”, responde el candidato con su característico humor. Tras una breve charla, se van al escenario.
Son las 20.00 horas y Jalloul ya está en casa, pero la jornada no ha terminado. Ahora participa en un coloquio de Poder Migrante junto a los candidatos de Más Madrid y Unidas Podemos, Manuela Bergerot y Serigne Mbaye, respectivamente. “De mi gestión en Migraciones es de lo que estoy más orgullosa –explica Jalloul, que habla con pasión de su paso por la Secretaría de Estado y de medidas como el permiso de trabajo para los menores no acompañados o las 9.000 personas que el Gobierno consiguió alojar en hoteles de Canarias durante el confinamiento–, pero ahora he decidido dar este paso por el proyecto del presidente y por Madrid”.
Jalloul se afilió al PSOE coincidiendo con el descabalgamiento de Sánchez de la secretaría general en 2016. Aunque vincula su trayectoria al proyecto del actual líder socialista, admite que no había tenido mucha relación con él antes de que Moncloa le propusiera ser la número dos de la candidatura. “Me saludó una vez por mi nombre en un acto en 2019 –rememora– y mantuve una conversación con él en un viaje a Bruselas al que también iba el ministro [José Luis Escrivá]”. Su contacto con el presidente no había sido más. Entró en la órbita de los grupos de trabajo del PSOE de la mano del actual ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, a quien conocía de la universidad, y que la nombró asesora en la Delegación del Gobierno de la Comunidad de Madrid. Ahí empezó a conocer a más cargos de la federación y el PSOE la incluyó en las listas de 2019 en el número 20. Pero estuvo poco tiempo en la Asamblea: Escrivá la entrevistó –ella está convencida de que había más candidatos–, para la Secretaría de Estado de Migraciones, y la eligió. “Hizo una entrevista en profundidad, un tercer grado. Salí de allí y no pensaba que me cogería”, afirma. Tampoco se conocían de antes.
Su aterrizaje en el PSOE madrileño se ha visto con suspicacias en algunos sectores del partido, que cuestionan, además, la comparación con Kamala Harris que difundieron desde Moncloa. Pero Jalloul, que está también inmersa en la coordinación de la ponencia del 40º Congreso, asegura que se mantiene ajena a las peleas de partido. “Me separo de esas cosas, son muy poco productivas. Tengo una visión particular de la política, o estoy para aportar o no estoy”. ¿Y será la candidata en 2023? “No me veo de nada. Es una característica mía. Soy extremadamente realista, para lo bueno y para lo malo, y no hago futuribles de las cosas. Yo estoy aquí ahora y estoy con Ángel y no me planteo nada más”, zanja.