El cuarto de hora de Arrimadas en Waterloo: una foto, argumentario y una puerta entreabierta en el fondo
Inés Arrimadas ha llegado a Waterloo puntual. A las 11.15 de una mañana soleada de domingo, como pocas en Bélgica en esta época del año. Antes de que llegara, una furgoneta tiraba cables en el césped que hay frente a la casa de Carles Puigdemont. Los grupos electrógenos y los altavoces alarmaron a un vecino, que llamó a la policía temiéndose lo peor en uno de los enclaves más apacibles de la ciudad.
La policía preguntó, se quedó hasta el final del acto contando los minutos y se marchó a toda velocidad después de la actuación de la futura candidata a las generales por Catalunya de Ciudadanos.
Arrimadas llegó rodeada de compañeros de su grupo parlamentario en Catalunya y recibida por dos o tres personas llegadas con banderas españolas. Se hizo una foto con ellos –“rápido, rápido, que nos tenemos que ir pronto”–, si bien la foto en la que se detuvo es la que tenían planeada: detrás de una pancarta negando la existencia de la república catalana y enfrente de la casa del expresident de Catalunya –bautizada como Casa de la República–, quien nunca pudo leer la pancarta que iba dirigida a él porque Arrimadas y su séquito estaban colocados más pensando en la foto que en que la persona a la que iba dirigido el mensaje pudiera leerlo: “¡La república no existe, Puigdemont!”
1.300 kilómetros a cuenta del contribuyente –ya sea si lo paga el partido, la parlamentaria o el grupo parlamentario, el origen del dinero es público– un domingo de buena mañana y una foto con la mejor luz posible: ni una nube.
Y, de fondo, la casa de Puigdemont, en la que se habían izado las banderas europea y catalana, y, por primera vez, habían colgado en una barandilla tres carteles a favor de los presos, que en estos días están siendo juzgados en el Tribunal Supremo.
El escenario estaba listo. Entre la política espectáculo y el populismo trol. “Venimos aquí a decirle al separatismo que no existe la república”, dijo Arrimadas. ¿Y por qué no se lo dice directamente a Puigdemont, después de haber hecho 1.300 kilómetros? “Porque nosotros no hablamos con fugados de la justicia, que tienen que hablar con los jueces y rendir cuentas de las fechorías que han cometido. Nosotros no somos como el Gobierno, que trata a Torra y, por tanto a Puigdemont, como interlocutor válido, como si fueran los jefes de Estado de otro país. Nosotros los tratamos como lo que son”.
¿Pero, y si sale a hablar con usted? “A mí el separatismo no me va a decir a dónde puedo ir y a dónde no. Nosotros sí podemos viajar libremente por Europa, no como ellos, que no pueden pisar suelo nacional sin ser detenidos”.
A la tercera pregunta sobre el motivo de viajar 1.300 kilómetros para hacerse una foto y hablar a Puigdemont a través de los medios, como hizo el sábado por la mañana en un mitin en Madrid y por la noche en la Sexta, por ejemplo, Arrimadas deslizó: “Es que este hombre que habla con ustedes a diario [en alusión a las convocatorias de medios de Puigdemont desde su casa] es un fugado de la justicia, ese hombre que habla a las cámaras, si tuviera lo que hay que tener, iría a España a responder ante la justicia. Nosotros no hemos dado ningún golpe de Estado”.
Puigdemont ha comentado la visita a través de Twitter: “Arrimadas viene a Waterloo a hacer un show con un grupo muy reducido de seguidores, pero no tiene el coraje suficiente para pasar por la puerta y venir a hablar conmigo. Todo este montaje para acabar huyendo al cabo de pocos minutos”.
Arrimadas, después del anuncio del sábado de concurrir a las generales, está entrando en un camino que conduce a una incompatibilidad: el cargo de jefa de la oposición en el Parlament de Catalunya es incompatible con cualquier otro cargo. Es decir, o deja la jefatura de la oposición o no puede acceder a ningún otro cargo institucional: “Sigo siendo líder de la oposición en Catalunya, y lo seguiré siendo. Hay que distinguir en querer ir al Gobierno de España para solucionar el problema de Catalunya o salir de Catalunya. Cuando los nacionalistas van al Congreso, nadie dice que abandonan Catalunya. Nosotros vamos a seguir defendiendo a los constitucionalistas, y ahora desde el Gobierno de España. Cualquier constitucionalista sabe que la libertad sólo volverá cuando gobierne Ciudadanos”.
En ese momento, ya se ha entreabierto la puerta de la casa de Puigdemont, pero Arrimadas está terminando su intervención. Como en aquel discurso de Puigdemont cuando era presidente catalán en plena crisis previa a la activación del artículo 155 de la Constitución. De gesto mediático y troleo –montar un acto en la puerta de la casa de Puigdemont– a gesto mediático y troleo de vuelta –“tienes la puerta abierta, si no entras es porque no quieres”–.
“Se ha entreabierto la puerta, ¿va a entrar?” No contesta, camina hacia el coche. “Señora Arrimadas, se ha entreabierto la puerta, ¿va a entrar?” Sigue sin contestar, dirigiéndose hacia el coche rodeada de cámaras. Entra en el coche y se marcha. Este sábado por la tarde tiene un acto en un hotel de Bruselas con miembros de Ciudadanos, a donde los periodistas “pueden ir a tomar imágenes”, había avisado Arrimadas. Así, el viaje tiene más agenda que una foto y un discurso de argumentario en Waterloo frente a una casa con la puerta entreabierta.