Aznar y su legado irrumpen en campaña y obligan a los candidatos a posicionarse
A 48 horas de un día histórico para el PP, decidía aparecer en escena uno de sus expresidentes, que cada vez que habla levanta ampollas en el partido. José María Aznar irrumpía este martes en la campaña por el liderazgo de los populares, según él, sin querer tener ningún protagonismo en esa batalla interna: “Estoy al margen porque creo que mi posición como expresidente del Gobierno y del PP es estar al margen de este proceso”, aseguraba. El exmandatario confesaba que no se había inscrito para participar en la votación del jueves y que ni siquiera sabe si está al corriente de pago de sus cuotas.
Pero queriéndolo o no, su nombre y sobre todo su legado marcaron el penúltimo día de la campaña y propiciaron un nuevo tira y afloja entre los aspirantes a suceder a Mariano Rajoy. Aunque el expresidente ha ido perdiendo ascendencia entre las bases durante los últimos años, su mera intervención llevó a los aspirantes a presidir el PP a posicionarse. Desde el “respeto” manifestado por María Dolores de Cospedal hacia las palabras del expresidente, a la defensa acérrima de la trayectoria de Aznar que hacía Pablo Casado, pasando por la pretendida indeferencia mostrada por Soraya Sáenz de Santamaría.
La aún número dos del partido, que 24 horas antes había utilizado el nombre de Aznar para cargar contra el vicesecretario de Comunicación –deslizó que es el candidato del 'aznarismo'– prefería no entrar al trapo de los dardos que le había lanzado el expresidente en su entrevista en Onda Cero, y eso que éste había insinuado que Cospedal “se ha dedicado a enterrar la historia del PP”. “En nuestro partido damos libertad, es una opinión personal y me parece tan defendible y tan estimable como cualquier otra”, aseguraba ella en el día menos dos de la batalla interna.
Sáenz de Santamaría optaba directamente por ni mencionar al expresidente durante las intervenciones que realizaba a lo largo del martes, a diferencia de Casado, que lo situaba en el eje central de su campaña. “Todo el que aspire a liderar el PP no puede renegar de la historia del partido”, decía. “Si a alguien no le gusta lo que se hizo en los gobiernos de Aznar, que explique por qué estuvo ahí”, añadía, en clara alusión a sus dos principales oponentes.
La “historia” del partido
A pesar de su defensa del expresidente, Casado, que fue su jefe de gabinete en la fundación FAES, también lo utilizaba como arma arrojadiza: “De todos los candidatos, el único que no ha trabajado en los gobiernos de Aznar soy yo”. El vicesecretario repartía entre todos ellos: “Uno ha tenido cargos diplomáticos importantes”, aseguraba de José Ramón García-Hernández; “otro era de la dirección del Grupo Popular Europeo”, en referencia a José Manuel García-Margallo; “otra era subsecretaria ni más ni menos”, en alusión a Soraya Sáenz de Santamaría; “y otra era alto cargo en cinco ministerios cuando estaba Mariano Rajoy de vicepresidente y ministro”, sobre María Dolores de Cospedal. Lo hacía en una entrevista en La Sexta, en la que insistía en que “difícilmente puede liderar el partido alguien que reniega de la mejor historia del partido, que es la de Aznar y Rajoy”.
También utilizaba al expresidente el propio Margallo para cargar contra sus oponentes y presentarse como el único renovador: “La vicepresidenta del Gobierno ha tenido un poder omnímodo y todo a su disposición. La secretaria general del partido es obvio que ha podido controlar y tutelar todos los aparatos provinciales. Pablo Casado ha sido aparato toda su vida, desde José María Aznar, pasando por Nuevas Generaciones y vicesecretario de Comunicación hasta antes de ayer”.
José Ramón García-Hernández, más cauto, también hablaba de Aznar aunque simplemente reconocía que el expresidente es “parte del PP” y que “por fin” el suyo es “un partido donde cualquier afiliado puede decir lo que piensa, eso es la riqueza”.
“Heridas difíciles de coser”
Frente a este panorama cada vez más caldeado en la batalla interna, Cospedal lanzó ayer un mensaje que recoge la preocupación que empieza a cundir entre las bases y algunos cargos orgánicos: “Espero que no se abran heridas imposibles de coser ni fracturas que no se puedan cerrar”. Pronunciaba estas palabras el mismo día en el que Sáenz de Santamaría y Casado coincidían en un avión y ni siquiera se saludaban.
Mientras Aznar protagonizaba la penúltima jornada de la campaña, quien decidía mantenerse al margen de la misma era su sucesor y aún presidente del PP, Mariano Rajoy, que, según La Razón, se plantea incluso renunciar a ser presidente de honor del partido, en otro desmarque de los gestos de su predecesor. Rajoy sigue centrado en su trabajo de registrador de la propiedad en Santa Pola y aunque no quiere tener ningún papel en las primarias, sí lo tendrá los próximos días 20 y 21 de julio en el congreso en el que se elegirá a su sucesor. Deberá pronunciar allí su discurso de despedida de la política.