Galicia y Euskadi: el primer examen a los partidos en tiempos de pandemia
Sin mítines, sin contacto, rodeados de mascarillas, en pleno verano y tras más de dos meses de confinamiento, la campaña de las elecciones vascas y gallegas del próximo 12 de julio será la más extraña de los cuarenta años de democracia. Nadie lo duda. El país está conmocionado y en la convocatoria de ambos territorios históricos pesa la amenaza de un rebrote tras el verano.
Los partidos tienen algo menos de dos meses para acordar los términos de una inaudita competición: sobre la mesa propuestas de acortar la campaña a una semana, rebajar al máximo los gastos y potenciar el voto por correo. Las encuestas de antes de la pandemia que obligó a aplazar la doble cita con las urnas fijada en un primer momento para el 5 de abril se han quedado muy viejas. Y los dos presidentes convocantes, Iñigo Urkullu en Euskadi y Alberto Núñez Feijóo, medirán el desgaste de la gestión.
Feijoó aspira a otra mayoría absoluta, la cuarta desde 2009, que lo convertiría en un rara avis de la política nacional e incluso europea, un líder que ha salido indemne de la crisis económica y de sus propios recortes. En Euskadi el PNV confía en mantener su cómoda ventaja.
Pero las urnas darán pistas también sobre el desgaste de Pedro Sánchez en la gestión de la peor pandemia en un siglo. Y examina a Casado como alternativa, sobre todo en Euskadi, donde el cartel electoral, Carlos Iturgáiz lleva su marca.
También Unidas Podemos se mide en dos de los territorios en los que más fuerza llegó a tener antes de deshincharse en los últimos años.
El incipiente liderazgo de Inés Arrimadas al frente de Ciudadanos se somete a examen en dos feudos que le han sido tradicionalmente hostiles. No tiene representación ni en Galicia ni en Euskadi.
El PP tratará de sacar todo el rédito posible a través de las críticas a la gestión que Sánchez ha hecho de la pandemia en un momento en el que los socialistas empiezan a acusar el desgaste, de acuerdo a las primeras encuestas, donde Pablo Casado crece. Pero tampoco para el líder del PP la cita es del todo propicia. En Galicia, donde los populares lo tienen mejor según los sondeos, el protagonista es Feijóo, quien se ha esforzado mucho en mantener un perfil propio, precisamente uno de los rivales internos de Pablo Casado, que no llegó a dar el salto a Madrid en las primarias para sustituir a Mariano Rajoy. Así que está por ver si una victoria de Feijóo no acaban siendo más problemas para el actual líder del PP. Exactamente lo contrario a lo que sucede en Euskadi, donde el candidato popular lleva la marca de Casado, que forzó una crisis interna y descabalgó a Alfonso Alonso, cuando el partido ya estaba preparando la campaña.
En el PSOE analizan todos los sondeos publicados y, aunque públicamente sostienen que no hay trasvase de votos entre los distintos bloques, reconocen que estar en el Gobierno pasa factura en situaciones de crisis y aventuran que “lo peor está por llegar”. Por eso, algunas fuentes del partido de Sánchez consideran que beneficia que los comicios vascos y gallegos seann lo antes posible. “Otoño puede tener más desgaste para la marca PSOE”, expresa una dirigente territorial ante los pronósticos de un rebrote y de que la crisis económica y social se acentúe en los próximos meses.
La preocupación de los socialistas es mayor en el caso de Galicia, donde su única opción es que toda la izquierda sume frente a Feijóo. El candidato, Gonzalo Caballero, que se estrenará en las urnas, ha criticado duramente la decisión del presidente autonómico de convocar las elecciones a rebufo de Urkullu: “Feijóo impone un calendario electoral que los gallegos y gallegas no compartimos, cuando estamos centrados en la desescalada. La prioridad es dar respuesta a la crisis sanitaria, económica y social”.
También el gran objetivo de Unidas Podemos en Galicia es que Feijóo pierda la mayoría absoluta y poder propiciar el cambio. El líder de Podemos en Galicia, Antón Gómez-Reino, será el cabeza de cartel tras haber sido en 2015, 2016 y la doble cita de 2019 el número dos de la actual ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, con quien mantiene una gran sintonía política y personal. El reto de Gómez-Reino será retener el máximo de votos posible después de que la experiencia de En Marea fuera un fracaso, tanto a nivel autonómico como estatal -tras pisar los talones al PSdeG hace cuatro años, la coalición de izquierdas se hundió en las generales del pasado año y también perdió las principales alcaldías-. La dificultad añadida para Gómez-Reino es la dura competición por la izquierda con el BNG.
La imagen de Feijóo como un candidato más moderado que el de Casado, que ha mantenido fuera del parlamento gallego a Ciudadanos y sin espacio a Vox que cosecha en Galicia unos de sus peores resultados, inquieta a los socialistas. “Es difícil”, admite un presidente socialista ante las expectativas del PSdeG. El PSOE se pone como objetivo “desnudar el cinismo” del presidente de la Xunta, acostumbrado a adaptar el mensaje al auditorio y que puede decir una cosa por la mañana a Federico Jiménez Losantos y lo contrario por la tarde en medios que considera progresistas.
Arrimadas lo tiene complicado en su estreno en solitario en Galicia, donde ninguna encuesta pronostica que obtenga siquiera representación. Vox -cuya irrupción en el Parlamento gallego incomodaría al presidente de la Xunta en su aspiración de mantener la mayoría absoluta- quedaría por delante de Ciudadanos. Feijóo se negó a presentarse en coalición, que era la única opción de que Ciudadanos lograra al menos un puesto de salida para su candidata Beatriz Pino en la lista por Pontevedra. La cerrazón del presidente de la Xunta a pactar con su partido provocó que la sucesora de Albert Rivera le advirtiera de que podría perder la mayoría absoluta. Lo cierto es que Galicia nunca ha sido uno de los puntos fuertes para Ciudadanos, cuyo mejor resultado fue en las generales del 28 de abril, cuando logró dos escaños en el Congreso, uno por Pontevedra y otro por A coruña, que luego perdió en la repetición del 10 de noviembre.
Euskadi sí servirá como ensayo de una de las grandes obsesiones del líder del PP: la fusión con Ciudadanos en el marco de la “reconstrucción del centro derecha” que Casado, inspirado por su padrino político, José María Aznar, se fijó como objetivo para la presente legislatura a nivel nacional, con la intención de sumar a sus filas también a los votantes fugados a Vox. El PP confrontará el 12 de julio dos modelos de partido: el que representa el perfil moderado del presidente de la Xunta y el más derechista que defiende Casado, que se expuso de lleno en las elecciones vascas destituyendo al que hasta finales de febrero era el candidato de su partido a la lehendakaritza, el también exlíder del PP vasco Alfonso Alonso, e imponiendo a un candidato propio, Carlos Iturgaiz, vinculado al sector cercano a Aznar.
El País Vasco es la comunidad autónoma donde el PP se encuentra en una situación más debilitada, rozando incluso la irrelevancia. 2019 fue un año especialmente aciago para los populares vascos. En las generales del 28A no lograron ni un solo escaño por ninguna de las tres provincias vascas. Y el escenario no mejoró especialmente el 10N, aunque en ese caso el recuento final de los votos de los españoles en el extranjero sí dio al PP un escaño por Bizkaia. El hundimiento de los populares vascos se reflejó también en los comicios municipales del 26 de mayo. Entonces, el PP logró apenas 66.000 votos (el 5,87% del total) y solo dos alcaldías.
La última encuesta publicada, la elaborada por la radiotelevisión pública EiTB, que salió a la luz el 13 de febrero, auguraba que, de ir en solitario, el PP seguiría en descenso y pasaría de los nueve escaños que tiene en la actualidad en el Parlamento Vasco a cinco o seis. Y no hay datos que evidencien que la suma con Ciudadanos vaya a aportar a los populares vascos mejores cifras en los comicios de dentro de dos meses, ya que el partido de Inés Arrimadas no tiene por ahora ningún tipo de representación en Euskadi.
Aunque en Ciudadanos no vieron con demasiado agrado la decisión de última hora de Génova de colocar como candidato a Iturgaiz, no levantaron la voz al haber logrado asegurarse estos tres puestos en las listas -el segundo por Bizkaia y los dos terceros por Álava y Gipuzkoa- que esperan les garantice entrar por primera vez en el Parlamento vasco, lo que para la nueva líder de Ciudadanos sería un éxito.
Los comicios llegan en un momento en el que los dos partidos han evidenciado sus diferencias en uno de sus gobiernos de coalición, el de la Comunidad de Madrid –al que Casado cita continuamente como laboratorio de sus políticas–, principal foco de la pandemia del coronavirus. Precisamente para acabar con esas discrepancias, el pasado viernes mantuvieron una reunión telemática Casado y la nueva líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas. Ambos líderes destacaron durante el encuentro “la capacidad de gestión socioeconómica y de respuesta de los ejecutivos regionales” gobernados por ellos ante la crisis sanitaria y reafirmaron “el acuerdo para la defensa del constitucionalismo en el País Vasco” por el que acordaron concurrir conjuntamente a las urnas.
La candidata del PSE, Idoia Mendia, aspira a mejorar el resultado de hace cuatro años, cuando los de Sánchez sufrían una travesía en el desierto que les llevó incluso a quedar por detrás de Podemos en Euskadi, pero ahora esperan ampliar la ventaja que ya consiguieron en las generales sobre los de Pablo Iglesias, que estrenan a Miren Gorrotxategi como candidata que se impuso de forma inesperada en las primarias al aparato autonómico. Nadie contaba con su victoria, pese a estar avalada por Iglesias. Su triunfo motivó la dimisión del secretario autonómico.
A pesar de que la intención de Unidas Podemos es recuperar algo de terreno ante el bipartito PNV-PSE y el empuje de EH Bildu, los socialistas consideran que su rival por la izquierda no está en un buen momento por la crisis interna y que la candidata no les hará daño. El objetivo de Mendia es seguir siendo necesaria para gobernar en coalición con el PNV. Aunque el PSE pronostica un aumento de la abstención dadas las especiales condiciones de la competición electoral, las fuentes consultadas consideran que se repartirá entre todas las fuerzas políticas.
Los socialistas vascos no creen que en este momento la gestión de la crisis les pase factura. Por un lado, consideran que en Euskadi “la gente no percibe mal” al Gobierno de España. De hecho, Mendia iba a enfocar su campaña en abril a conservar a los votantes de Sánchez en las generales que en autonómicas pudieran ser abstencionistas o mirar al PNV y considera ahora que “lo que ha hecho el Gobierno refuerza esa idea”. Además, sostienen que el desgaste lo aglutina Iñigo Urkullu a pesar de que ellos forman parte de la coalición. También consideran que el PP puede rentabilizar algo de voto de derechas que pierda el PNV, con el que también EH Bildu buscará confrontar. Por ahora, la izquierda abertzale ha cargado contra el lehendakari por convocar los comicios de acuerdo a sus “intereses electorales y partidistas”.
Con información de Iñigo Aduriz, Irene Castro, Carmen Moraga y Aitor Riveiro.
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