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Abascal busca el control total de Vox ante el nuevo ciclo electoral

Archivo - El líder de Vox, Santiago Abascal, y el portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Madrid, Javier Ortega Smith.

Carmen Moraga

Madrid —
12 de enero de 2024 22:38 h

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Santiago Abascal quiere dejar atado y bien atado su cargo para seguir liderando Vox en la complicada legislatura que acaba de arrancar. El máximo jefe de la extrema derecha ha decidido adelantar la Asamblea Nacional de su partido, en la que se presentará a la reelección, al 27 de enero. Abascal busca un equipo de dirección hecho a su medida en el que mantendrá a los más fieles e incorporará caras nuevas, prescindiendo de aquellos en los que ya no confía. Con su decisión de adelantar el cónclave ha desactivado a Javier Ortega Smith, cuya continuidad en una de las tres vicepresidencias que tiene ahora la formación se da por acabada.

De este modo Abascal pretende afrontar los próximos cuatro años que, como ha reconocido, van a ser “muy difíciles para Vox y para España”. Pero también para él, ya que el horizonte político de 2024 se presenta intenso al ser un año marcadamente electoral en el que habrá al menos tres citas con las urnas: las gallegas –que se celebrarán el 18 de febrero–, las europeas de junio, y las vascas, aún por convocar pero que podrían coincidir con estas últimas. Encadenar nuevos reveses en esos próximos comicios podría poner en peligro la continuidad de Abascal como presidente de la formación de extrema derecha, un cargo para el que por primera vez empezaba a haber ciertos movimientos internos que podrían desembocar en la presentación de una candidatura alternativa.

Sin embargo, su inesperada propuesta, refrendada el pasado lunes por el Comité Ejecutivo Nacional (CEN), para celebrar un cónclave extraordinario para finales de este mes –cuando oficialmente no tocaba hasta marzo– deja sin margen de maniobra a posibles rivales que deben recoger el 10% de apoyos del censo de afiliados antes del día 16 de este mes. Este requisito pone muy difícil que alguien pueda hacerle sombra en la Asamblea a la que la dirección le ha dado carácter “extraordinario”.

Un censo reducido a la mitad

En las cuentas presentadas en 2022, Vox declaraba tener algo más de 66.000 afiliados que pagaban sus cuotas, lo que supondría recoger unas 6.600 firmas. Pero la cifra a día de hoy ya no es esa. Según ha informado el Comité Electoral de Vox, el número actual de afiliados es de 66.949 afiliados. En la información facilitada por el propio partido se concreta que los aspirantes a la presidencia de Vox deben recoger “3.269 avales de los afiliados con pleno derecho a voto del Censo Electoral, cerrado el 31 de diciembre de 2023”.

De ello se deduce que aunque la militancia del partido ha crecido durante este año, el censo real, es decir, de los afiliados al corriente de pago, ha quedado reducido a la mitad, estableciéndose en 35.548 afiliados, de los cuales tan solo 32.690 pueden otorgar avales al tener una antigüedad superior a nueve meses. Esto supondrá que si llega el caso solo podrá votar el 53% de la militancia, al quedar también excluidos aquellos que hayan sido objeto de sanción administrativa. 

Los apresurados planes de Abascal han sentado muy mal a un sector crítico que no ha parado de crecer y se ha acentuado más tras la pérdida de 19 escaños del Congreso en las elecciones del 23J, la abrupta salida de Macarena Olona y la renuncia al cargo del portavoz parlamentario, Iván Espinosa de los Monteros, una figura emblemática de Vox. La propia Olona no dudó en relacionar la convocatoria de esta Asamblea Extraordinaria con la posibilidad de que Ortega Smith pudiera estar recabando apoyos para disputar el liderazgo de la formación a Abascal, al que acusa de “eliminar toda disidencia para convertir Vox en un búnker”.

Otros dirigentes de este sector interpretan los movimientos del líder como un signo de “debilidad” y de “temor” a que le removieran en marzo de la silla si este 18 de febrero fracasa en su intento de entrar por primera vez en el parlamento autonómico gallego y Vox no es “decisivo” para la formación del nuevo gobierno, todo ello si el PP gana otra vez esos comicios pero no alcanza la mayoría absoluta. “Es una clara jugada de autodefensa”, afirman las voces críticas, que vaticinan que el partido, tal y como apuntan casi todas las encuestas, no va a lograr alcanzar tampoco en Galicia esta vez el 5% necesario de votos con la candidatura de Álvaro Díaz-Mella, el actual líder de Vox en Pontevedra.

Estos dirigentes acusan, además, al presidente de Vox de haber empezado el proceso “haciendo trampa”, sin explicar de inmediato el procedimiento y los plazos de cara a la renovación de la actual cúpula del partido. De hecho, en una carta enviada a la militancia poco después de comparecer el lunes en rueda de prensa desde la sede nacional del partido, el propio Abascal se limitaba a animarles a “participar” y les informaba de que “en unos días” recibirían información con todos los detalles de esas elecciones internas para las que el líder de Vox dijo desconocer si habría otras candidaturas al margen de la suya. “Esa información debería haber aparecido en esta carta informativa de Abascal”, esgrimen. Los críticos incluso cuestionan la legalidad de la convocatoria de la Asamblea. Según argumentan, “si no se disuelve el CEN previamente no se puede convocar una Asamblea extraordinaria, y si se disuelve el CEN no se pueden elegir candidatos”.

La incógnita que queda por despejar es si algún dirigente de cierto peso se atreverá a plantar cara al líder y logra recabar ese 10% de apoyos necesarios en tan poco tiempo. La sensación más extendida es que no parece que vaya a ser así, de modo que como ya ocurrió en la anterior Asamblea Nacional celebrada en 2020, el actual presidente de Vox revalidará su cargo sin problemas y sin necesidad siquiera de votación. Abascal tendrá manos libres para hacer una dirección a su medida en la que todos los consultados dan por seguro que mantendrá a Jorge Buxadé y a Ignacio Garriga, pero no a Ortega Smith, e incorporará posiblemente a Pepa Millán, la actual portavoz parlamentaria, entre otras personas de su confianza.

En junio del año pasado Vox celebró su Asamblea ordinaria anual en la que se aprobaron las cuentas de 2022 y en la que el líder logró introducir importantes cambios en el funcionamiento del partido. Entre otros asuntos, endureció el régimen disciplinario, se estableció que la Asamblea General podría celebrarse “presencialmente o por medios telemáticos”, mientras “el voto será preferentemente telemático para garantizar el respeto al principio de funcionamiento democrático”.

Abascal, además ganó un gran poder interno al ampliarse las funciones que los estatutos ya otorgaban a la presidencia del partido, como ampliar el número de miembros del CEN. Aunque en realidad el poder real del partido está en manos del Comité de Acción Política (CAP), un órgano creado por el propio Abascal y formado por un reducido número de personas, del que terminó excluyendo a Espinosa.

Ortega Smtih, la esperanza frustrada de algunos críticos

En los últimos meses, un nada desdeñable grupo de críticos ha estado pidiendo y animando al exsecretario general del partido y portavoz en el Ayuntamiento de Madrid, Javier Ortega Smith, a que diera un paso adelante para liderar una candidatura alternativa a Abascal. Estas Navidades esa posibilidad ha sido la 'comidilla' en las diversas cenas y comidas que han mantenido excargos públicos y orgánicos de Vox, a las que en alguna ocasión también se han sumado algunos de los actuales diputados de la formación de extrema derecha.

La información publicada por Libertad Digital, el diario de Federico Jiménez Losantos, que apuntaba a esa posibilidad, molestó mucho a Abascal, cuyas relaciones con Ortega no pasan precisamente por un buen momento. Sobre todo desde que le despojó de sus galones de secretario general para colocar en ese cargo a Ignacio Garriga –hombre de la total confianza de Jorge Buxadé–, desplazándole a una de tres vicepresidencias del partido, sin gran influencia en la toma de decisiones internas.

Ante esos rumores Ortega se limitó cargar en su cuenta de X contra “la objetividad y la profesionalidad que cada vez están más alejadas de los mal llamados medios de comunicación”. Pero en ningún momento hizo un desmentido rotundo a la noticia.

A pocos les extrañó, sin embargo, que no estuviera acariciando esa idea. Desde su defenestración como número dos, el dirigente madrileño se ha mostrado muy beligerante y crítico con la estrategia de Vox, advirtiendo tras el fracaso del 23J de que Vox no podía convertirse en una agencia de colocación“, y lamentando las causas –nunca contadas– de la inesperada marcha de Espinosa de los Monteros.

La decisión de Abascal de precipitar la Asamblea Nacional, según aseguran algunos compañeros de partido a esta redacción, le ha parecido “muy mal” a Ortega Smith, que se ha quejado de ello en chats internos. Este mismo miércoles, en los pasillos del Senado, el otrora todopoderoso dirigente de Vox descartaba que fuera a rivalizar por el puesto de Abascal: “No. No ha estado en mi intención presentarme”, replicó con sequedad al ser preguntado al respecto.

Horas después transcendía que la portavoz adjunta del grupo municipal, Carla Toscano, dejaba el acta por Madrid del Congreso que ocupó hace unos meses tras las renuncias de Espinosa de los Monteros y de Juan Luis Steegmann. Su escaño será ocupado en breve por Rocío Gil de Biedma, hermana de Esperanza Aguirre, expresidenta de la Comunidad de Madrid, al ser la siguiente de la lista. Toscano, número dos de Ortega Smith en Cibeles, se centrará a partir de ahora solo en el Ayuntamiento.

Que algo se mueve en Vox ya nadie lo pone en duda. Y no precisamente para la tranquilidad de Abascal.

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