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Adriana Lastra, la mujer combativa a la que se le acabó el “poder plenipotenciario” en el PSOE de Sánchez

Irene Castro

18 de julio de 2022 12:58 h

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“Adriana asume el poder plenipotenciario”. Era la toma de posesión del ministro de Presidencia, Félix Bolaños, tras la profunda remodelación que Pedro Sánchez hizo en el Gobierno hace un año y una semana cuando el entorno de Adriana Lastra (Ribadesella, 1979) le arrogaba el mando tras la caída de José Luis Ábalos con una frase grandilocuente que en realidad encerraba una pérdida de poder efectivo. Fue Santos Cerdán quien asumió secretaría de Organización del PSOE que quedaba vacante. La asturiana, que ya era considerada 'la jefa' en Ferraz, dejó de ser pocos días después la portavoz del Grupo Socialista en el Congreso y se quedó 'únicamente' como vicesecretaria general.

Fue el comienzo de una nueva etapa, a pesar de que Lastra se revolvió contra los que leyeron la decisión como una pérdida de poder. Sostenía que por delante venía un nuevo ciclo electoral con las andaluzas primero, las autonómicas y generales después, en el que tendría que dedicar todos los esfuerzos al partido. Pero no cumplirá la etapa. La dirigente socialista ha renunciado a la vicesecretaría general argumentando razones personales debido a un embarazo de riesgo. “Ante la dificultad de compaginar las exigencias de reposo y cuidados, imprescindibles en mi situación actual, con la intensidad que exige la dirección del Partido, he presentado mi dimisión como vicesecretaría general del Partido Socialista Obrero Español”, dice en el comunicado hecho público este lunes. Le quedaban tres años de mandato por delante.

“Eres una socialista ejemplar”, le ha dicho Sánchez en Twitter: “Seguiremos trabajando juntos”. Por el momento ha aceptado su dimisión. Habrá que esperar a ver en qué se concreta ese futuro. Ella, por el momento, conservará su acta como diputada por Asturias.

La renuncia se produce en un momento en el que Sánchez estaba planeando cambios en el partido para intentar sembrar la paz ante las desavenencias de Lastra con el secretario de Organización. La pugna por el poder orgánico había alcanzado cotas máximas de tensión y dispararon las alarmas del líder socialista con motivo del batacazo en Andalucía, donde la campaña “fue un caos”, según lo define un dirigente que ve los movimientos desde la barrera. Ahora queda por delante la reestructuración del poder dentro del partido. Entre las funciones de Lastra estaba la comunicación y la estrategia parlamentaria.

En los últimos tiempos había pasado a un segundo plano tras haber ganado solvencia en los tres años que fue portavoz parlamentaria tras la llegada a Moncloa de Sánchez. Uno de los momentos en los que la dirigente quiso mostrar su relevancia y poder político fue en la pelea con Unidas Podemos y el resto de aliados parlamentarios por la abolición de la prostitución. Lastra, que ha sido una de las abanderadas del feminismo en la última etapa del PSOE, asumió el asunto en primera persona. “El lobby proxeneta es muy poderoso y tiene muchos tentáculos”, fue una de las declaraciones que hizo esta mujer de fuerte carácter, pero que también ha sido en buena medida el 'pegamento' del PSOE con Unidas Podemos y ERC. Fue ella la encargada de negociar con Irene Montero los términos del preacuerdo para el Gobierno de coalición en la resaca del 10N.

Lastra deja 'huérfano' a un sector del PSOE que le había sido fiel todo este tiempo y que, como ya ocurrió cuando abandonó la portavocía parlamentaria, ha salido a alabarla en las redes sociales. También lo han hecho los barones que le eran más afines, como el asturiano Adrián Barbón y el castellano y leonés Luis Tudanca. “Lleva años anteponiendo el partido y el país a cualquier otra cosa y merece dedicar un tiempo a su propio cuidado. Ha sido una de las personas decisivas en la construcción del PSOE durante los últimos años”, ha expresado Tudanca: “Le debemos mucho y, sin duda, es una gran pérdida para nuestro proyecto que, en todo caso, estoy convencido de que será temporal”.

También hay un silencio que revela el malestar de una parte del PSOE a la que Lastra no caía en gracia por su manu militari. La dirigente asturiana siempre ha puesto en valor su absoluta lealtad a Sánchez y era un atributo que reclamaba sin fisuras, por lo que no llevaba bien la disidencia interna o lo que ella consideraba que lo era.

Lastra deja la primera línea un año después de elegir entre la portavocía parlamentaria o la vicesecretaría general del partido a la que llegó de la mano de Sánchez en 2017. Fue una de las personas que estuvo a su lado cuando le descabalgaron de la secretaría general y de quienes le animaron a pelear frente a Susana Díaz. Pocos quedan de ese equipo ya en el núcleo duro del presidente. Con su carácter combativo y su discurso netamente de izquierdas, Lastra se convirtió en uno de los referentes de la militancia sanchista en aquella batalla.

Pero no era su primer puesto en la Ejecutiva federal, a la que llegó aupada por el entonces presidente asturiano, Javier Fernández, como responsable de Política Municipal en el primer mandato de Sánchez. Con el que luego presidió la gestora perdió toda relación, como con muchos de los que estuvieron en el otro bando pese a su amistad previa en aquella guerra intestina que atravesó el PSOE. Antes de llegar a Madrid en las generales de 2015, Lastra había sido ocho años diputada en el parlamento asturiano y había tenido una importante vinculación con los movimientos sociales del Principado.