En una semana más convulsa de lo habitual en la política española, marcada por la guerra abierta en el PP y que concluyó con el inicio de la guerra en Ucrania, Aina Vidal (Barcelona, 1985), portavoz de En Comú Podem en el Congreso de los Diputados, aboga por que el Gobierno de coalición se centre en legislar para “la vida y la cotidianeidad de la gente”. Considera que el Ejecutivo goza de buena salud y agotará la legislatura y se muestra ilusionada con el proyecto político de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, aunque desconoce los detalles. Vidal recibió a elDiario.es en la Cámara Baja.
Rusia ha lanzado sus primeros ataques sobre Ucrania. ¿Cuál debe ser el papel de España en el conflicto?
La situación es muy grave. Lo primero, es necesario solidarizarse con el pueblo de Ucrania. Esta agresión militar rusa supone muerte, y una flagrante vulneración de la soberanía y la integridad territorial. Las tropas rusas deben retirarse y los ataques deben cesar. España y la comunidad internacional deben actuar de forma inmediata para articular la ayuda humanitaria a Ucrania, así como seguir trabajando para que el diálogo y la diplomacia se abran camino. Es urgente que cesen los ataques que están costando vidas y que prevalezca el derecho internacional. España ocupará la presidencia de la Unión Europea en 2023 y creo que puede ser una oportunidad para reafirmarnos como Unión en una resolución pacífica de los conflictos.
¿Qué consecuencias va a tener la guerra interna abierta en el PP y el proceso de sucesión de Casado en el escenario político a nivel estatal?
Casado no se va por tener un acento más o menos marcado de ultraderecha o por tener proximidad con Vox. Se va porque su partido y su gente se han dado cuenta de que con él jamás conseguirían llegar a la Presidencia del Gobierno. El movimiento que hemos visto estas semana tiene que ver con una cultura política de un partido que se ha pasado años repartiendo sobres y porcentajes a sus amigos y que ahora no puede hacerlo.
¿A pesar del presunto caso de corrupción en la Comunidad de Madrid que desencadenó la crisis en el partido?
Ellos mismos han demostrado que eso no les preocupa. Al Partido Popular, ni a [la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz] Ayuso, ni a [el aún líder del PP, Pablo] Casado, ni a [el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez] Feijóo les preocupa la corrupción. Viven, nacen y se mueren en ello. Casado incluso ha llegado a medio retractarse al respecto. Es algo vergonzoso que nos abochorna al resto el hecho de que una persona, cuando se atreve a denunciar un caso de corrupción, aparentemente sea ese el motivo que le lleve a salir del partido con los pies por delante. Casado ya no les servía para llegar a la Moncloa.
Como consecuencia de esa crisis en el Pya hay encuestas que apuntan a un crecimiento de Vox. ¿Cómo debe actuar la izquierda para frenar ese crecimiento o incluso reforzarse?
Estamos viviendo un cambio de votos entre partidos y por eso es más importante que nunca que la izquierda sepamos centrarnos en lo que tenemos que estar y no es en la crítica permanente a los otros sino en la propuesta sobre qué queremos hacer nosotras. Tenemos un proyecto de país ilusionante y en eso nos tenemos que centrar: en seguir subiendo el salario mínimo interprofesional, fortaleciendo un mercado de trabajo más justo para todos y todas, y en la puesta en marcha de una ley de vivienda para que no haya desahucios como se producen a día de hoy. Tenemos que estar en leyes para la vida y la cotidianeidad de la gente.
¿Cree que se abre una posibilidad para poner fin a la crispación que hemos visto en los últimos meses en el Congreso?
Ojalá, pero no lo creo. He visto una cultura política terrible, basada en la mafia y en el cuchillismo, horrorosa, en la que no valen las lealtades y los valores y me temo que es la misma cultura de los que vayan a venir. De hecho, son los que la han impuesto.
¿Es solo atribuible a la derecha?
Probablemente no. Toda la política tiene que hacer una reflexión en torno a la crispación y sobre las relaciones que tenemos entre nosotras. Pero lo que he visto estos días en el Partido Popular no lo había visto jamás.
Para contrarrestar esa crisis del PP desde su espacio político han hablado de la necesidad de poner en marcha una agenda reformista. ¿Cuáles deben ser las prioridades del Gobierno en los próximos meses?
En primer lugar tiene que estar la reforma fiscal. Es fundamental. Estamos en un momento en el que están llegando ya los fondos europeos que nos permiten diseñar y pensar un país diferente para afrontar las próximas décadas. Para poder hacerlo con garantías necesitamos una reforma fiscal.
Unidas Podemos llevó al Congreso la semana pasada su propuesta de reforma fiscal y fue tumbada por, entre otros, su socio de Gobierno, el PSOE. ¿Es posible el entendimiento en el seno del Ejecutivo?
Unidas Podemos tiene su propuesta, como la tiene el PSOE o el resto. La tarea parlamentaria es sentarnos, negociar y llegar a un acuerdo. Es necesario. Hay muchos elementos comunes con el resto de las izquierdas democráticas de este Parlamento y vamos en el mismo sentido. No puede ser que los que más tienen sean los que menos pagan y que utilicen mecanismos para acabar no pagando. No puede ser que seamos los asalariados o los autónomos los que terminemos pagando la mayor parte del Estado del bienestar. Debe haber un reequilibrio en términos fiscales y aquellos que poseen más deben participar más en el Estado del bienestar.
Para aprobar la reforma necesitan al PSOE.
Por supuesto.
¿Es posible entonces que entren en una negociación con los socialistas?
Ya estamos en esa negociación, claro. Una cosa son las posturas que tenemos como partido y la otra será la negociación que hagamos no solo con el PSOE. Espero un acuerdo amplio en el Congreso que nos permita hacer una reforma fiscal realmente ambiciosa.
La votación de la reforma laboral dejó en evidencia que algunos de los socios habituales del Gobierno podrían perderse con algunos asuntos. ¿Se hizo mal la negociación?
En la votación de la reforma laboral hubo muchas irresponsabilidades. Hubo mucha gente más preocupada por poner palos en las ruedas y limitar el liderazgo de [la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo] Yolanda Díaz. Es incomprensible que con una reforma que por primera vez en la historia va a ofrecer a generaciones enteras una relación estable y diferente desde alguna izquierda se hiciera el espectáculo que se hizo. Solo se explica por cálculos electoralistas que no tocaban en este momento y que los trabajadores y trabajadoras no merecían. Que hubo errores por parte del Gobierno no cabe ninguna duda. Si no los hubiera habido no habríamos llegado a una votación tan ajustada. Todo eso pone de manifiesto lo cortitas que son las patitas de esa mayoría alternativa con la que juega a veces el PSOE.
¿El error fue del Ministerio de Trabajo, del PSOE o fue conjunto?
Trabajo en todo momento puso a disposición no solo a la vicepresidenta del Gobierno sino a todo su equipo para la negociación. ERC tuvo hasta la última hora la posibilidad de negociar cinco medidas y ni siquiera se sentaron a la mesa.
Además de la reforma fiscal que usted misma comentaba, a partir de ahora tienen por delante la aprobación de la ley de vivienda o el nuevo marco de las pensiones. ¿Ve posible reconstruir el bloque de la investidura para sacar adelante estas normas?
Lo veo imprescindible y no por una cuestión de cálculo sino de generosidad ciudadana. Son leyes que no nos pertenecen. Las de pensiones o de vivienda nacen de necesidades reales de la gente. La mayor parte de sus conversaciones se mueven en torno a que les han subido el alquiler, no pueden pagar la hipoteca o a que no les llega la pensión. Esta es la realidad de nuestro país. Los movimientos que nacen de la calle y de la necesidad son los que han creado la oportunidad política de que estemos discutiendo esto. No son leyes de Unidas Podemos, de ERC o del PSOE, son de todas y las debemos tratar con esa responsabilidad.
En todo caso hay choques en el Gobierno de coalición. Por ejemplo, en cuanto a vivienda, ustedes plantean límites a los precios de los alquileres y el PSOE no lo ve tan claro. ¿Es posible el acuerdo?
Es posible y deseable. Estamos en conversaciones y negociaciones no solo nosotras. El propio movimiento de la vivienda avisó al PSOE de que no estaban dispuestos a aceptar una reforma descafeinada que no resolviera los problemas reales. No podemos caer en la tentación de hacer una reforma floja que no responda a nada y que sea mejor, sí, pero no suficiente para resolver el problema. Estamos ante una década histórica que nos obliga a ser ambiciosas.
También existen discrepancias acerca de la ley de memoria. ¿Se aprobará en lo que queda de legislatura?
Espero que sí, también estamos en negociaciones y el país se merece sacar de las cunetas a la gente que lleva allí décadas abandonada. Lo que sucedió después de la Guerra Civil fue una dictadura y lo que aconteció en esos tiempos de horror y oscuridad fueron crímenes contra nuestra gente, la gente de España.
La discrepancia en este caso parece estar en la suspensión de las leyes aprobadas durante la dictadura. El PSOE no apoya ese marco que sí respaldan Unidas Podemos o ERC. ¿Es posible solucionar estas diferencias?
Los principios son justicia y reparación. Lo que tiene que hacer un país democrático es retirar los privilegios que han estado manteniendo personajes que han tenido que ver con el horror y el asesinato de miles de personas.
Con todo, ¿cuál diría que es la salud del Gobierno de coalición?
La salud es buena. El presidente ha dejado claro que no tiene ninguna intención de convocar elecciones y, sobre todo viendo la salud del bando de la derecha, queda claro que tenemos Gobierno para largo y que vamos a agotar la legislatura.
Sin embargo, las fuerzas de esa coalición se vieron debilitadas en las elecciones de Castilla y León del pasado día 13. ¿A qué lo atribuye?
Los resultados de Castilla y León, pese al esfuerzo que pusieron las compañeras de Unidas Podemos, nos tienen que llevar a una reflexión y a ser humildes. Nos debe llevar a sentarnos, a hablar y a pensar cómo traducimos la esperanza y las expectativas que tenemos como espacio en términos electorales. Hemos tenido una noticia magnífica por parte de la vicepresidenta Yolanda Díaz anunciando que abría el proceso de escucha a partir de la primavera y en eso estamos todas, en que llegue por fin la primavera.
Si Yolanda Díaz hubiera tenido más presencia en la campaña, ¿le hubiera ido mejor a la coalición?
Tuvo presencia, acompañó a las compañeras de Unidas Podemos y no creo que se pueda atar la suerte de un partido a una sola persona.
¿Cómo debe ser la construcción de ese espacio electoral que se plantea Yolanda Díaz? ¿Cuál debe ser el papel de los partidos que se sitúan en ese ámbito confederal?
En términos políticos, tiene que responder precisamente a una lógica confederal. Eso quiere decir reconocer las pluralidades, la diversidad del país y la existencia de diferentes espacios. Pero me interesa mucho el mensaje que lanza la vicepresidenta en torno a la abertura y la escucha a la sociedad. Tenemos una obligación y no se trata de escucharnos solo entre nosotras sino que tenemos que escuchar también a los ciudadanos para que nos cuenten qué estamos haciendo mal o bien, qué podríamos mejorar, qué aspectos les interesan más. Son imprescindibles tanto la confederalidad como el proceso de escucha para poder entrar en contacto con gente que no está en la política y queremos que esté.
¿Se debe hacer con un partido nuevo?
La cosa no va ahora en pensar en quién sino en cómo y para qué. Creo en un proyecto ilusionador que tenga la capacidad de ganar la Presidencia del Gobierno para tener un país más justo.
¿Eso lo puede hacer Yolanda Díaz?
Eso lo podemos hacer con Yolanda Díaz, pero con mucha otra gente.
Dentro de los votantes de su espacio político existe una inquietud acerca de la posible rivalidad entre Yolanda Díaz y la líder de Podemos, Ione Belarra. ¿Existe esa rivalidad?
La cosa no va de rivalidad. Necesitamos sentarnos y trazar una línea conjunta en este proceso. Nadie entendería que no fuéramos juntas.
¿Hay un buen entendimiento con Yolanda Díaz desde Unidas Podemos y En Comú Podem?
Hablo en este caso como En Comú Podem y sí, hay muy buen entendimiento con Yolanda Díaz precisamente porque partimos de esta lógica confederal de hablar y avanzar juntas.
En Catalunya, ¿ve posible un mayor acercamiento de En Comú Podem a ERC?
Hemos tendido la mano a ERC desde el primer minuto de la investidura y lo cierto es que ERC prefirió un Gobierno con la derecha catalana. Tienen que entender que no pueden decir una cosa en Madrid y hacer la contraria en Catalunya. Nos encontramos con una ERC que vota en contra de una reforma laboral que claramente avanza en derechos y, paralelamente, tenemos una consellera de Universitats que hace apología de la precariedad y defiende el contrato de obra y servicio y un conseller d'Educació que planta a los profesores y a los padres y se niega a negociar. Esta dualidad ha llegado a su techo. Por supuesto que queremos entendernos con ERC. El país se vería muy beneficiado de que nos entendiéramos.
¿Qué pasos se deben dar en la mesa de negociación entre el Gobierno y la Generalitat?
Precisamente la historia reciente de Catalunya nos enseña que cuando ponemos calendarios fijos nos estrellamos y nos hacemos daño. Lo importante que tiene la mesa de diálogo es ganar serenidad y capacidad de negociación. Y a eso no ayuda poner fechas. Tiene que ser veloz y este Gobierno tiene que dar una respuesta a Catalunya, no solo al Gobierno de Catalunya. Se equivocaría mucho Pedro Sánchez si no lo tuviera en su agenda prioritaria.