Madrid, 15 nov (EFE).- Una vez superado el primer trámite parlamentario de los Presupuestos, con el rechazo a las enmiendas de totalidad, llega la hora de que el Gobierno tenga que elegir entre la vía que le ofrece Cs u optar por la que empuja Podemos (ERC y Bildu), que desagrada a unos cuantos barones socialistas.
El Ejecutivo ha conseguido sacar adelante este primer trámite con una mayoría sin precedentes y parece que sin sudar demasiado, pero el malabarismo político no le va a servir para levantar los vetos cruzados de ERC y Ciudadanos, que no solo se han declarado incompatibles, sino que además el partido de Inés Arrimadas ha puesto ahora condiciones para frenar “los chantajes separatistas”, a cambio de su voto a favor.
Quedan tres semanas por delante para negociar -el dictamen de la Comisión de Presupuestos se debatiría y votaría entre el 30 de noviembre al 3 de diciembre-, pero por mucho empeño que le ponga Pedro Sánchez en mantener a Cs y a los independentistas en el mismo barco, no va a ser posible.
Podemos está tirando muy fuerte de los socios de investidura para sacar de la ecuación a la formación naranja, mientras que Arrimadas sigue jugando al papel de la utilidad y de la moderación, como ha hecho desde que sustituyó a Albert Rivera y se desencadenó la pandemia.
Tiene todo el interés en poder apoyar los Presupuestos, como antes respaldó las prórrogas del estado de alarma, incluida la última que le ha costado más hacerlo, pero esta semana han metido más presión con condiciones exclusivamente políticas.
Quizá lo haya hecho para acallar críticas externas e internas, incluida la de Rivera, que ha sacado la cabeza para criticar los últimos apoyos que Cs ha prestado al Ejecutivo y que ha tachado de “indigno”.
Sea por el motivo que sea -también hay unas elecciones próximas en Cataluña-, la líder naranja ha exigido retirar la enmienda de la ley educativa que, según ella, margina al castellano en los territorios con lengua propia y el compromiso por escrito de que no habrá un referéndum de autodeterminación en Cataluña, son las dos exigencias con las que Cs ha reorientado su estrategia negociadora.
La polémica sobre la reforma de la ley educativa, que ha sido una de las cosas que ha marcado la semana política y cuya tramitación se ha acelerado, se votará en el pleno del jueves.
El otro frente de choque entre los partidos ha sido el hecho de que EH Bildu adelantara su voto afirmativo a los Presupuestos, salvo sorpresas, lo que aparte de irritar al PP, Vox y Cs, ha enfadado también a los barones socialistas, como el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, para quien ver a Arnaldo Otegi siendo clave para decidir los Presupuestos le produce dolor y náuseas.
También le ha causado desagrado al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, quien ha criticado que Pablo Iglesias les esté obligando a “comulgar con ruedas de molino” y a la secretaria general de los socialistas andaluces Susana Díaz, mientras que el presidente aragonés, Javier Lambán, se decantaba a favor de llegar a un acuerdo presupuestario con Ciudadanos.
De momento, el Gobierno del PSOE de Navarra ya dio ayer un paso para asegurarse la aprobación de los Presupuestos de la comunidad foral al firmar un acuerdo con la formación abertzale, y lo hizo después de una visita de Sánchez, que para algunos es una pista evidente de por dónde se inclinará la balanza.
En todo caso, la suma de la investidura es mayor que la que ofrece la vía de Cs y aparentemente más estable para los intereses del presidente.
La semana deja también un revés para el Gobierno del PP y Cs en Andalucía, cuya estabilidad depende de Vox, al igual que en Murcia y Madrid, al presentar el partido de Santiago Abascal una enmienda de totalidad a los presupuestos andaluces.
Abascal aseguró durante el debate de la moción de censura, el pasado 22 de octubre, que no se tomaría la revancha por el duro ataque de Casado contra Vox y que no peligraban los gobiernos autonómicos que dependían de su respaldo. Veremos si va de farol con esta enmienda y otras que podría presentar en los territorios que decide.
Alicia López