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Opinión - ¿Misiles para qué? Por José Enrique de Ayala

A Albert Rivera se le acumulan los problemas en vísperas de revalidar su liderazgo

Albert Rivera no atraviesa su mejor momento político. De hecho, por primera vez desde que decidió dar el salto a la política nacional, hace ahora año y medio, el líder de Ciudadanos está viendo cómo se le acumulan los problemas.

En unas pocas semanas Rivera ha pasado de ser el interlocutor principal de Mariano Rajoy, como firmante del pacto que le facilitó su investidura, a ser relegado a un segundo plano por el presidente del Gobierno. Rajoy ha dado prioridad a los socialistas, e incluso al PNV, en las negociaciones del techo de gasto con la vista puesta en lograr su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado.

Además, las aguas internas que hasta ahora bajaban más o menos tranquilas en el partido han empezado a agitarse ante la cercanía de la IV Asamblea General, prevista para principios de febrero.

Los dirigentes de Ciudadanos asumen que ya no se trata solo de que algunas de las medidas del pacto estén en peligro ante los incumplimientos del Gobierno, como se ha puesto en evidencia estos días. Se trata también de ver qué papel juegan ellos a partir de ahora una vez que el PSOE ha decidido entrar a ejercer su labor de oposición a cambio de lograr ponerse “medallas” e imponer contrapartidas.

La Ejecutiva del partido analizó en su última reunión el nuevo escenario político y la estrategia a seguir con vista a las negociación de los Presupuestos, de cuya aprobación dependerá la duración de la legislatura. La víspera de esa reunión, el propio Rivera había transmitido a Rajoy telefónicamente sus quejas y le había señalado las condiciones para que cuente con sus votos ante los retos que se avecinan.

Entre otras cosas, Rivera quiere que el presidente deje claro su compromiso de que habrá tarifa plana para los autónomos, que se incremente en dos semanas el permiso de paternidad, que haya un complemento salarial para los jóvenes con salarios más bajos, más inversión para I+D y para dependencia e incremento presupuestario de las partidas para Justicia y para la lucha contra el fraude fiscal.

Ante las promesas de Rajoy, la dirección del partido decidió finalmente dar apoyo al techo de gasto pero abstenerse en el decreto sobre la subida de impuestos indirectos en el que el Gobierno decidió incluir también el aumento del Impuesto de Sociedades.

La decisión de hacer con todo ello un solo paquete ha contrariado mucho a Ciudadanos dado que es una medida contenida en el pacto que ellos plantearon como una de las vías para aumentar la recaudación y no tener que subir el IVA ni el IRPF. Sin embargo, han tenido que asumir a regañadientes ese acuerdo cerrado entre el Gobierno y el PSOE.

Ante esta situación, la estrategia de los de Rivera es destacar que lo que ellos defienden va justamente en otra dirección. Nada de subidas de impuestos, pero sí medidas dirigidas “a mejorar las condiciones de vida de la clase media”. Además, se atribuyen como un éxito propio el hecho de que los socialistas hayan aceptado negociar, como ellos les venían reclamando.

Otra cosa que no les ha gustado es que Rajoy haya rechazado abrir una mesa de diálogo en la que se sienten los equipos negociadores, que Ciudadanos ya tenía designado. Pero el presidente no era partidario de repetir la foto del pacto y ha preferido que las relaciones sean bilaterales. Así, será él mismo el que remate los flecos de cualquier acuerdo con el propio Rivera y con Javier Fernández, como ha hecho con el techo de gasto.

Aunque ha cundido la alarma también en otros asuntos -como los acuerdos sobre corrupción tras la muerte de Rita Barberá-, en el partido creen que recuperarán el terreno perdido frente al PSOE y que el presidente tendrá que recurrir a ellos tarde o temprano si ve que el diálogo con los socialistas se atasca y no avanza.

Saben, además, que Rajoy les necesita para bloquear o dilatar algunas leyes o medidas muy importantes para el PP. De hecho, esta semana ambos partidos se han aliado para impedir que las pensiones suban un 1,2% en 2017.Y se han abstenido tanto en la petición para que se derogue la reforma laboral como en la ley mordaza.

Flancos abiertos dentro del partido

Pero Rivera tiene otros flancos abiertos que han empezado a inquietarle. Dentro del partido están surgiendo voces que cuestionan las reglas de juego impuestas de cara al congreso interno.

Una de esas voces es la corriente crítica #TransCsparencia, un grupo que asegura tener en torno a 400 miembros y piden a Rivera “regeneración interna”, así como mayores garantías de limpieza en el proceso de primarias para elegir a la nueva Comisión Ejecutiva. Este proceso se realizará unos días antes del cónclave, a finales de enero.

Estos afiliados, pese aunque aseguran que están de acuerdo con el proyecto ideológico, no se conforman con que por primera vez cada militante tenga un voto. Rechazan que las votaciones sean por vía telemática y exigen que haya listas abiertas y desbloqueadas para la Ejecutiva y que el resto de los órganos de dirección también sean elegido por todos los afiliados.

Una de las dirigentes que se ha sumado a estas críticas, aunque no pertenece a esta corriente, ha sido Carolina Punset, que hace escasamente un mes plantó al líder y dimitió de su cargo en la Ejecutiva. La eurodiputada valenciana lleva tiempo amagando con presentar una candidatura alternativa a la de Rivera, pero hasta ahora no ha dado el paso adelante y sigue sin despejar la incógnita. En el partido restan importancia a esa posibilidad e incluso afirman que “animaría” un congreso que, aun con todo, no se presenta especialmente difícil para Rivera.

Una de las quejas que Punset dejó sobre la mesa tras su dimisión fue la deriva nacionalista que, a su juicio, está manteniendo Inés Arrimadas en Cataluña. De hecho, en el partido hay dirigentes que no disimulan que la líder catalana se ha convertido en uno de los principales dolores de cabeza de Rivera.

Sus declaraciones sobre el apoyo a un referéndum catalán “si era absolutamente legal” crearon confusión y un fuerte malestar en el partido. Al final, tuvo que matizar. Dentro del partido creen que es un “valor en alza” y algunos incluso la ven como un posible recambio del líder de Ciudadanos en el futuro.

Conflictos territoriales y más dimisiones

Otro de los flancos abiertos que tiene Rivera es la situación en la que se ha quedado el partido tanto en Galicia como en el País Vasco tras el fracaso en las autonómicas. El pasado 25S se puso al descubierto la fragilidad de Ciudadanos en ambas comunidades.

En Galicia, la que fuera candidata a la Xunta, Cristina Losada, no puede hacer oposición creíble al PP porque ni lidera el partido ni tiene representación parlamentaria. Y en el País Vasco la cosas tampoco andan bien. Hace unos días dimitió el concejal que tenían en la localidad de Laguardia (Álava), lo que deja a la formación con un único representante municipal, en Getxo (Bizkaia).

Además, tras el descalabro en esas autonómicas, el partido despojó al candidato, Nicolás de Miguel, de sus galones de delegado dejándole como simple portavoz. La voz de Ciudadanos no se oye apenas en un territorio donde el discurso que han mantenido ha ido siempre en contra del Concierto Económico que ahora Rajoy está dispuesto a mejorar para atraerse al PNV a las negociaciones presupuestarias.

El último disgusto le ha llegado a Rivera desde León. El coordinador de la agrupación Bierzo-Laciana y secretario de Organización provincial de Ciudadanos, Pedro Villanueva, presentó el martes pasado su dimisión “irrevocable” lanzando duras acusaciones contra la dirección del partido.

“Todo el ideario es basura para ellos: acumulación de cargos en una misma persona, elecciones a dedo, expedientes de expulsión al que no comulgue con ellos, creación de cargos a espalda de afiliados y agrupaciones. En definitiva, vieja política, no Ciudadanos”, asegura Villanueva en la carta que envió a los miembros de su Ejecutiva y de la que se ha hecho eco la prensa regional.

El exdirigente leonés afirma también en su misiva que está “cansado” y que “siente que no hay propósito de enmienda en este partido”. A su juicio, en Ciudadanos “no existe futuro, no mientras sus dirigentes manipulen y desvirtúen su propio ideario y vendan por dinero para ellos el esfuerzo de los que creen que se puede hacer política de otra forma”.