Las encuestas no solo no se han equivocado sino que se han quedado cortas. Ciudadanos ha sufrido este 10N una derrota sin paliativos, todo un auténtico varapalo que le ha llevado a convertirse en un grupo residual y a situarse como sexta fuerza política en el Congreso. Albert Rivera ha anunciado en sus primeras declaraciones tras conocerse los resultados que mañana la Ejecutiva del partido convocará una Asamblea extraordinaria para que “los militantes tomen las riendas del partido” y decidan quién debe dirigirlo. Rivera no ha anunciado su dimisión y ha dejado en manos de la dirección del partido cualquier “asunción de responsabilidades”.
Ciudadanos ha pasado de los 57 diputados que obtuvo el pasado 28A, hace tan solo seis meses, a conservar únicamente 10, dejando fuera a varios de los pesos pesados de la formación, como José María Villegas, Fran Hervías, Juan Carlos Girauta, José María Espejo-Saavedra, Edmundo Bal o a los miembros de la Mesa del Congreso, Patricia Reyes e Ignacio Prendes. Entre otros muchos, porque la lista es muy larga.
La desolación era patente en la sede del partido desde primeras horas de la noche. Solo algunos pocos -poquísimos- militantes se acercaron a última hora de la noche a dar calor al líder del partido en estas horas tan bajas. Los globos naranjas permanecían pegados al techo de la sede, como vestigio del último acto que se celebró en ella. Los trabajadores del partido no podían disimular su tristeza, algunos casi al borde de las lágrimas. “No imaginábamos esto. No pensábamos que iba a ser tan duro”, exclamaban.
Nada más iniciarse el escrutinio, la cara de Villegas, que comparecía para hacer una primera valoración cuando solo se conocían sondeos extraoficiales, lo decía todo. El número dos de Rivera solo acertó a decir que “todos los escaños que saque Ciudadanos, sean los que sean”, servirán para “poner España en marcha” y para “desbloquear la situación política”. Pero el peso de Ciudadanos ahora es tan escaso que el posible Gobierno de Pedro Sánchez podría no necesitar su abstención.
Los votantes de Ciudadanos han sido 'engullidos' por el PP, pero sobre todo por Vox, precisamente los dos partidos con los que Rivera ha estado pactando tras las elecciones autonómicas y municipales.
El líder de Ciudadanos, que entró a la sede en coche por el garaje al filo de las nueve de la noche, permaneció en su despacho con varios miembros de la Ejecutiva siguiendo el escrutinio electoral.
En las anteriores elecciones generales Ciudadanos consiguió un 15,8% de apoyo y sobrepasó los cuatro millones de sufragios, quedándose a poco menos de 200.000 votos que el PP, y con una diferencia de apenas 9 escaños. Rivera se proclamó aquella noche líder de la oposición y luego apostó por cerrar alianzas con el partido de Casado en aquellas comunidades autonómas donde las tres derechas lograban sumar, como había hecho poco antes en Andalucía, ayudando al partido conservador a apuntalar su poder en Madrid, Murcia y Castilla y León.
En Madrid la candidatura de Rivera, que tenía ocho actas, solo ha logrado revalidar tres –Rivera, Marcos de Quinto y Sara Giménez–, dejando fuera a dirigentes del partido como Edmundo Bal, Patricia Reyes y Miguel Gutiérrez. Tampoco ha conseguido escaño el líder de UPyD, Cristiano Brown (iba como número siete).
En Catalunya el partido también ha sufrido un duro varapalo. De los cuatro diputados que lograron en Barcelona, la candidatura que ahora encabeza Inés Arrimadas ha logrado solo dos, ella y Fernando de Páramo, dejando fuera a José María Espejo-Saavedra, uno de los dirigentes históricos del partido, y a la exportavoz municipal, Carina Mejías. Tampoco ha conseguido revalidar el escaño de Tarragona Sergio del Campo.
Además, hay otros destacados dirigentes que no entran en el Congreso: la canaria Melisa Rodríguez o Joan Mesquida, el exdirector general de la Polícia del PSOE, en Baleares.