El pasado domingo, 7 de octubre, ha quedado marcado como un hito histórico en el calendario de Vox y de su líder, Santiago Abascal. El lleno del Palacio de Vistalegre dejó perplejo no solo al PP de Pablo Casado, que no esperaba a estas alturas un competidor en la derecha más extrema con ese poder de convocatoria. También sorprendió al partido de Albert Rivera, Ciudadanos, que intentó minimizar todo lo posible el éxito de la convocatoria.
En el escenario, micrófono en mano, Santiago Abascal atizó contra todo y contra todos. Que arremetiera contra Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no extrañó a nadie. Pero que llamara al nuevo PP de Casado “la derechita cobarde que se esconde” y a Ciudadanos la “veleta naranja que cambia de opinión a conveniencia”, escoció a los dirigentes de ambas formaciones que hasta ahora se disputaban el espacio de centro derecha y aspiraban a ese electorado más extremo que Vox trata de hacer suyo sin tapujos.
La espantada de Abascal del PP
Aunque en Vistalegre se lanzara contra el PP y Ciudadanos, hubo un tiempo en el que Abascal no era tan hostil hacia esas siglas. Del líder de Vox se sabe que en noviembre de 2013 se marchó del PP dando un portazo, el partido en el que había militado durante casi dos décadas. El exdiputado del Parlamento Vasco se fue acusando al entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, de “traicionar los principios” de la formación por “excarcelar terroristas”, de “falta de respuesta ante los nacionalistas catalanes y vascos”, y de “inacción en la legislación abortista”, entre otras cosas.
De la relación de “amistad” que según Abascal le unía con Rivera, al que ahora llama “veleta” y ataca en sus mítines, se sabe menos. Ya en los tiempos en los que Rivera era diputado autonómico en Catalunya y Abascal del País Vasco, los dos se profesaban mutua admiración y se consideraban “amigos”. Hay fotos que lo certifican.
El 12 de octubre de 2012 Abascal y Rivera se fotografiaban juntos entre banderas españolas en medio de la manifestación celebrada en Barcelona por el Día de la Hispanidad. El ahora líder de Vox presumía en su cuenta de Twitter de su relación con Rivera al que calificaba como un “buen amigo”.
Meses después, en febrero de 2013, Abascal -que aún militaba en el PP- se sentaba en la primera fila del Teatro Goya junto a Rivera y el exparlamentario del PSOE, Luis Salvador -en la actualidad diputado por Granada de Ciudadanos-, y dos periodistas habituales en las tertulias de los medios coservadores: Isabel San Sebastián y Antonio -Chani - Pérez Henares. Celebraban el lanzamiento de Movimiento Ciudadano (MV), la plataforma con la que Rivera impulsó a Ciutadans para dar el salto a la política nacional. Aquel acto fue bautizado como la 'Conjura del Goya' por el nombre del teatro donde se realizó.
El discurso vibrante de Rivera, aún sin la proyección mediática que tiene ahora, encandiló a Abascal, como a muchos otros de los presentes, entre ellos el expresidente socialista de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina. Abascal, según aseguraron entonces los impulsores de la plataforma, no tuvo reparos en adherirse al Manifiesto de MV en el que se sentaban las bases que servirían de mimbre al programa de Ciudadanos: reforma de la ley electoral para hacerla más justa y proporcional; eliminación de las duplicidades y suprimir los aforamientos, entre otras cosas. Pero, sobre todo, acabar con “el inmovilismo” del PP y el PSOE, combatir los “nacionalismos” y acometer reformas económicas y estructurales que necesitaba, en su opinión, nuestro país. Como resumió Albert Rivera, “cambiar España por las buenas o por las urnas”.
Curiosamente, varios años después, en enero de 2017, tras la IV Asamblea de Ciudadanos en la que Rivera decidió dar un giro ideológico al partido hacía el liberalismo de centro derecha, Ciudadanos decidió eliminar todo vestigio de esa etapa: borró la web que enlazaba con MV y la url que llevaba al Manifesto.
Abascal lanza a Vox como partido
Pese a esa sintonía que Abascal había mostrado con el proyecto de Rivera, el exdirigente del PP vasco al final decidió ir por libre y en diciembre de 2013 registraba en el ministerio del Interior a Vox como nuevo partido político creado para aglutinar a aquellos ciudadanos “desencantados de la política del PP” en pleno Gobierno de Mariano Rajoy.
En enero de 2014 la formación ultraderechista hizo su presentación en sociedad en una rueda de prensa en la que estaba el exfuncionario de prisiones secuestrado por ETA José Antonio Ortega Lara, quién, como Abascal, había abandona también el PP.
Eran aún tiempos en los que ambos líderes se lanzaban piropos el uno al otro, como lo demostraron en algunas entrevistas o tertulias en las que coincidieron. Como en el programa 'El Gato al Agua' de la cadena Intereconomía. Cuando le preguntaban sobre Vox y UPyD -la formación de Rosa Díez con la que Cs nunca llegó a cerrar una alianza-, Rivera afirmaba: “Le contesto encantado hoy que está aquí Santi, con el que tengo una buena amistad. Ni Vox ni UPyD son mis enemigos. No diría ni adversarios”. “Es verdad que hay importantísimos puntos de contacto entre Ciudadanos y Vox”, aseguraba, por su parte, Abascal .
De hecho, Abascal intentó cerrar una alianza con Rivera para las europeas de 2014 pero el líder de Ciudadanos no quiso repetir la experiencia de 2009, año en el que se alió con los ultradrechistas de Libertas cosechando un sonoro fracaso. Luego llegó hasta a pedir perdón a sus afiliados por lo que consideró “un grave error”.
Rivera deja Catalunya y salta a la política nacional
A finales de junio de 2015 Rivera anunció que dejaba Catalunya en manos de Inés Arrimadas de cara a las siguiente elecciones autonómicas del 27-S para dar él el salto a la política nacional. En una rueda de prensa en un hotel de Madrid que levantó una gran expectación mediática, el líder de Ciudadanos ya habló entonces de la necesidad de abordar “una segunda transición”, mientras señalaba el “agotamiento del bipartidismo” y rechazaba “el populismo” de partidos como Podemos, la otra formación “emergente” del nuevo tablero político. Sobre Vox ni una palabra.
En las generales de ese año Ciudadanos entró en el Congreso con 40 diputados. Vox no logró ninguno, ni en esas ni en las posteriores elecciones de 2016 en las que Rivera bajó a 32 escaños. A partir de ahí Abascal comenzó a lanzar puyas a su “amigo”, al que pidió que además de desnudarse en los carteles, lo hiciera también sobre su proyecto, a su juicio, con demasiados cambios y vaivenes.
En pleno debate sobre la moción de censura contra Mariano Rajoy, Rivera sugirió un gobierno de concentración encabezado por “independientes”, citando los nombres de los socialistas Javier Solana, Nicolás Redondo o Rámón Jáuregui. Abascal lo consideró “una ocurrencia”, y lo criticó en Twitter.
Incluso el posicionamiento de Rivera con Catalunya, pese a su dureza, ha sido motivo para Abascal de críticas. El pasado mes de mayo le recriminaba que fuera por libre convocando sus propios actos con su Plataforma 'España Ciudadana'.
Discrepancias en la visión de Europa
En Ciudadanos están muy molestos porque, tras el éxito del acto de Vox en Vistalegre, ahora haya “mucho interés sobre todo en el PSOE y en Unidos Podemos” en identificarles con ese proyecto de extrema derecha.
La formación de Rivera insiste en marcar sus diferencias con Vox, especialmente por su vocación “europeísta”. Mientras el partido de Abascal ha decidido integrarse en el grupo de partidos de la ultraderecha europea, como el de Marine Le Pen, en Ciudadanos recuerdan que trabajan en la formación de una plataforma común para presentarse a las elecciones europeas de 2019 con partidos del ala liberal integrados en ALDE, como el de Enmanuel Macron en Francia.
Según explica el europarlamentario de Ciudadanos Javier Nart a eldiario.es, precisamente la idea es hacer frente a ese bloque “populista” que ya se está organizando de cara a esos comicios.
Negociarán con Vox si entra en las instituciones
Pese a marcar las diferencias, en Ciudadanos han decidido no entrar en un cuerpo a cuerpo con el partido de Abascal por lo que los dirigentes han optado por la estrategia de ningunearles. Hasta el punto de que la semana pasada tanto Albert Rivera como su número dos, José Manuel Villegas, evitaban pronunciar las siglas o el nombre Abascal. Incluso soslayaron etiquetarlo en la “extrema derecha”. “Ese partido del que usted me habla”, contestaba Villegas cuando los periodistas le preguntábamos el lunes pasado sobre Vox.
Para distanciarse aún más resaltan sus discrepancias políticas con Vox. “Nosotros no pedimos la supresión de las autonomías. Ni siquiera de la catalana en donde solo reclamamos que se aplique con determinación el artículo 155 de la Constitución ante las decisión de Torra de saltársela a la torera y de no cumplir la leyes”. “Tampoco estamos de acuerdo con cerrar las fronteras a la migración, pedimos una regulación de los flujos migratorios y luchar contra las mafias”. “Y con respecto a la derogación de la ley de Violencia de Género, nuestro grupo formó parte de la negociación del acuerdo, con eso está dicho todo”, explican fuentes de la dirección de Ciudadanos.
No obstante, la posibilidad de que Vox consiga representación en algunos parlamentos autonómicos y en Ayuntamientos en las próximas elecciones de 2019, o incluso obtenga algún escaño en el Congreso en las generales, les ha llevado a mantener cierta prudencia. No quieren tampoco poner en el punto de mira a la formación de Abascal con el que, matizan, “personalmente, la relación es buena”. “Sentimos respeto por todos los partidos”, dijo el propio Rivera en un desayuno informativo en el que emplazó a ver “en las urnas” “el recorrido” que pueda tener la extrema derecha en España .
De hecho, Villegas no cerró la puerta a que en el futuro ambas formaciones puedan llegar a acuerdos puntuales en las instituciones, “como lo hemos hecho con otros grupos”, pero siempre y cuando vean en sus propuesta “puntos de encuentro”.