Aldama vende pescado fresco, pero no se acerquen para olerlo
¡Pruebas! ¡Queremos pruebas! El nerviosismo empezaba a extenderse en ciertos ámbitos. En la mañana del miércoles, el ABC abría su web con un titular que sonaba a grito desesperado: “Aldama aún no ha entregado una sola prueba de las que prometió”. Ni la Fiscalía Anticorrupción, ni la UCO ni el juzgado del caso Koldo habían recibido nada desde su declaración de dos semanas atrás, se decía. El comisionista había dicho que “disponía de material probatorio de cada una de sus afirmaciones”. Y había afirmado muchas cosas y mencionado a varios dirigentes socialistas.
Horas después, se abrió el grifo del que brotaron titulares jugosos. Quizá alguien había tomado nota del artículo. Evidentemente, quien más podía preocuparse era el exministro José Luis Ábalos. Pero una vez más, había para todos. Incluso con detalles de peli porno barata. Un poco de picante nunca hace daño. Hay que alimentar a las redes sociales y a los diputados del PP. Un piso para contactos íntimos. ¿Cómo de íntimos? Deja volar tu imaginación y no te aburrirás.
“Los papeles de Aldama”, tituló el jueves El Mundo. Pruebas documentales, nada menos. Con eso, un juez y un fiscal se pueden poner a trabajar. Se incluye una explicación del papel de Aldama en sus contactos con Ábalos y Koldo García. Nada inesperado. Esa información se encuentra en buena parte en los informes de la Unidad Central Operativa (UCO) que ya aparecen en la causa. Se facilita un listado de adjudicaciones públicas que habrían sido “prefijadas” en favor de algunas empresas. Son las que salen subrayadas en rosa (ya asignadas) o en verde (pendientes de asignar). La idea de Aldama es que, si finalmente se realizaba esa adjudicación, se pagaba a quien lo había hecho posible. Así que la prueba estaría en el rotulador.
“Lo que he podido ver es un BOE, un anexo de inversiones, subrayado. La prueba tiene poco valor”, dijo Óscar Puente, sucesor de Ábalos en la cartera de Transportes. Aun así, comentó que se revisarán esas adjudicaciones. Por si acaso. El Gobierno no quiere enfurecer a Ábalos más de lo que sea necesario –ya se mosqueó por una auditoría en su antiguo Ministerio–, pero sabe que nadie se hará rico si apuesta por la total inocencia del exministro, del que se puede decir que fue elegido tres veces por Pedro Sánchez: para ser secretario de Organización del partido, ministro de Fomento y candidato al Congreso en las últimas elecciones.
Ábalos lo negó todo a ABC: “No aporta una sola prueba. Un listado de obras sacado de la ficha de presupuestos, coloreada no sé por quién y con tres palabras abajo que debería ver un grafólogo. Por decir, puede decir que es la letra de Pedro Sánchez o de Felipe VI, y se le está dando credibilidad a esto”. Sobre el piso de 1,9 millones en el Paseo de la Castellana, que Aldama afirma que le cedió como garantía del pago de comisiones, dice que es un engaño. Aldama lo consiguió en una subasta y se lo ofreció, pero no hubo ninguna compra. El propio empresario reconoce que el exministro nunca llegó a ocuparlo.
Hay también un teléfono móvil de por medio, uno de Aldama que está en poder de la UCO. El presunto autor de sobornos indica que si le devuelven el aparato, lo desencriptará para facilitar su contenido (nadie ha dicho que la Guardia Civil no pueda hacerlo por su cuenta). Su abogado podría haber aportado esa solución al juez, pero eso le restaría suspense a la jugada. Así es fácil sospechar que habrá algo más en su interior que permitirá encontrar pruebas contra altos cargos del Gobierno. De momento, el juez del Tribunal Supremo no ha quedado muy impresionado.
Suena parecido a lo que lleva tiempo prometiendo Villarejo con sus archivos encriptados. La policía se niega a entregárselos por el lógico temor a que su contenido aparezca en los medios de comunicación, como ya ha ocurrido antes.
Con el fin de poner los dientes largos al juez, Aldama entrega capturas de su listado de contactos del móvil en el que aparecen altos cargos socialistas, como la exvicepresidenta Teresa Ribera o el ministro Ángel Víctor Torres. Eso demuestra que tiene sus números de teléfono o uno en el que podía localizarlos. No sería extraño que se los hubiera facilitado Koldo García. Pero con eso ya consigues titulares como el de El Debate: “El arsenal de pruebas de Aldama salpica ya a Torres, Montero, Armengol, Marlaska y a cuatro exministros” o que La Razón conceda a ese móvil honores de portada.
Salpicar es un concepto jurídico un poco vago. Sirve para que el Partido Popular pueda denunciar que medio Gobierno está pringado. No es necesario analizar pruebas en detalle para lanzar ese tipo de acusaciones.
El premio a la mejor acusación sin pruebas es la que Aldama hace a Torres de beneficiarse del alquiler de un piso en la calle Atocha de Madrid para “encuentros de diversa naturaleza”. Si la expresión parece demasiado genérica y por tanto inútil, no hay que preocuparse. De inmediato, algunos medios citaron a fuentes próximas a Aldama –es decir, el propio Aldama– para comentar que eran “para mantener citas íntimas con mujeres”.
No importa si al final nada sale de esto. El objetivo es atacar la reputación de un político con supuestas relaciones extramatrimoniales que serán convenientemente aireadas por el PP en el Congreso. De hecho, siguen hablando de las maletas de Delcy Rodríguez llenas de oro como si hubieran existido. No necesitas pruebas para intervenir en la sesión de control.
El magistrado ha ordenado a la UCO que compruebe qué hay de cierto en el testimonio de Aldama. Aparentemente, eso incluye el viaje a la República Dominicana de un numeroso grupo de agentes, según El Mundo, para indagar, entre otras cosas, por los vuelos de los Falcon de la Fuerza Aérea puestos a disposición de las autoridades. Todo por un comentario del empresario, que dijo que vio muchas veces ese avión cuando estaba en el país caribeño.
Es otra pista que entronca con las constantes referencias al Falcon que ha hecho el PP en el Parlamento en los últimos años. En esas teorías conspirativas, también han incluido a Begoña Gómez.
Esta semana, el senador murciano Francisco Bernabé preguntó en la sesión de control a Margarita Robles: “¿Quiénes iban en esos 59 viajes a la República Dominicana? Con nombres y apellidos. ¿A hacer qué, señora ministra?”. Bernabé aprovechó para colar el bulo nunca probado de las maletas de Delcy Rodríguez “que se quedaron ilegalmente en España”. Hasta Aldama ha negado que esas maletas extra existieran y estuvieran llenas de oro, porque su peso hubiera impedido el despegue del avión.
Robles respondió que desde marzo de 2021 se han producido 39 vuelos con origen en España que han tenido como destino o realizado escala en ese país. Además de que vuela también otro avión de reserva cuando viajan el rey o el presidente, la mayoría de esos vuelos (55 contando los dos trayectos de ida y vuelta) ha sido de escala técnica siendo el destino final otro país. Los vuelos con destino directo a República Dominicana pertenecen a viajes del ministro de Exteriores en 2021, de Pedro Sánchez para la Cumbre Iberoamericana de 2023, y dos de Felipe VI para esa cumbre y para una visita de agosto de este año.
A la instrucción del caso Koldo le quedan unos cuantos años por delante si hay que guiarse por lo que suelen durar estas investigaciones judiciales. Ábalos lo sigue teniendo tan mal como hace una semana. Sin embargo, la última entrega de Aldama con los papeles de los que tanto se había hablado tiene como primera función rentabilizarse en forma de tuits y discursos en el Parlamento. Esa es su función en la cadena alimenticia de la política.
“Ojalá el Gobierno se preocupase más por el acceso a la vivienda de los españoles y menos por los pisitos de recreo en Castellana y Atocha para los ministros”. Ahí está Cuca Gamarra dando pábulo a insinuaciones. Revolcarse en historias sobre sexo clandestino y en un piso que Ábalos nunca utilizó es la idea del Partido Popular de hacer oposición. Que sean otros los que se ocupen de probar si eso es cierto o no.
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