A principios de los años 90, las protestas de la población reclusa en las prisiones españolas eran cada vez más frecuentes. Los presos reclamaban, entre otras cosas, mejoras en la calidad de las cárceles, cumplimiento de las condenas en el lugar de origen, excarcelación de las personas enfermas en estado terminal, y denunciaban torturas y tratos vejatorios. Como reacción a estas movilizaciones, las Instituciones Penitenciarias (II.PP.) creyeron oportuna la creación de un fichero especial para el seguimiento de presos “conflictivos y/o inadaptados”. Nació entonces el Fichero de Internos de Especial Seguimiento (FIES).
En un principio, desde la Secretaria General de II.PP. aseguraban que el FIES no sería más que “base de datos” que utilizarían para “conocer las intervinculaciones de determinados grupos de internos” y realizar así “un control adecuado frente a fórmulas delictivas altamente complejas y potencialmente desestabilizadoras del sistema penitenciario”. Todo ello aparece recogido en la primera instrucción (21/96) que la administración publicó al respecto.
El FIES, no obstante, no es una simple base de datos. Constituye un régimen penitenciario en sí mismo. Pese a que en un origen se apuntaba que no supondría “la fijación de un sistema de vida distinto de aquel que reglamentariamente le venga determinado a un interno”, el primer punto establecía “normas de seguridad relativas a las personas incluidas en el fichero”, que en la realidad se transformaban en restricciones como el control de las comunicaciones o el aislamiento total. Su aplicación, además, no dependía de ningún juzgado, sino de las propias direcciones de las prisiones.
¿Legal o ilegal?
En el año 2009, el Ministerio del Interior premió un trabajo de Eugenio Arribas, exjefe de servicios del centro penitenciario de cumplimiento de Daroca (Zaragoza), que analizaba los regímenes cerrados en las prisiones estatales. En el mismo se concluye que entre los años 1990 y 2008, sobre todo a partir de 1992, se produjo un “descenso evidente de la conflictividad general y una disminución muy importante en la tasa de muertes violentas”. Asimismo, defiende que el exhaustivo control y seguimiento de un recluso “no implica, en modo alguno, que todos los derechos a ellos reconocidos dejen de respetarse de forma escrupulosa”. Es el argumento que se usa para defender este régimen estrictamente restrictivo.
Nuria Güell es activista y analista. Estudia “la ética practicada por las Instituciones que nos gobiernan detectando los abusos de poder cometidos”. Uno de sus últimos trabajos trata sobre el FIES. En él, Güell recoge que “psiquiátricos clínicos” consideran que las normas del fichero “son medidas de tortura blanca, ya que someten a los reclusos a privación sensorial, monotonía estimular y pérdida de contraste con la realidad. Según los expertos, estos métodos aseguran un daño emocional que inevitablemente es generador de un intenso sufrimiento y un deterioro de sujeto”.
Por su crudeza, este fichero siempre ha provocado el rechazo absoluto de toda la población reclusa. Y no solo eso. Fuera de las cárceles se produjeron varias movilizaciones que pedían su eliminación. Una de ellas, la denuncia de la Asociación Madres Unidas contra la Droga de Madrid, consiguió que el Tribunal Supremo declarase en 2009 “nulo de derecho” este sistema ya que II.PP. no tenía competencias para establecer a través de circulares o instrucciones unas normas de comportamiento distintas a las ya establecidas en una prisión.
El fallo, pese a celebrado en su momento, no sirvió para nada. Cuando el Alto Tribunal tomó esta decisión, la instrucción declarada ilegal ya había sido derogada por la Dirección General de Instituciones Financieras, que había lanzado una nueva en el año 2006. En ella, se incluían modificaciones mínimas en lo que se refería a las restricciones, pero al uso era exactamente igual que la publicada diez años antes. La Instrucción 6/2006 sería “actualizada” en 2010 sin mayores cambios y sin tener en cuenta la decisión del Alto Tribunal.
Quien sí escuchó, a su manera, el fallo del Supremo fue el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. ¿Qué hizo? Modificar en marzo de 2011 el Reglamento Penitenciario y así otorgarle a II.PP. la competencia necesaria para crear esta clase de ficheros y, por tanto, establecer unas normas más restrictivas. De esta forma, el FIES pasó a ser legal.
“Lo que hizo Francisco Caamaño -ministro de Justicia con Zapatero- no fue más que recoger todo lo que ya se había fijado en la Instrucción 21/96 y escribirlo en condicional”, denuncia Güell. “El FIES siempre se ha aplicado, con sus restricciones, por mucho que el Supremo lo declarase nulo en su momento. Siempre ha estado funcionando de forma encubierta”.
El caso de AlfonAlfon
Alfonso Fernández Ortega, Alfon es un joven de 21 años del barrio de Vallecas de Madrid que fue detenido el miércoles 14 de noviembre, día de huelga general, y desde entonces permanece en prisión preventiva y, hoy, en FIES.
Cuando Alfon llegó a la prisión del Soto del Real, una de las primeras cosas que hizo fue reunir en asamblea a varios compañeros de su módulo después de que a uno de ellos le robasen una tarjeta telefónica. El joven les dijo que lo que había que hacer no era denunciarlo, o chivarse, sino organizarse para conseguir una nueva tarjeta. “Alfon reunió a algunos de sus compañeros y les intentó convencer de que lo mejor era tomar decisiones entre todos y de esa forma tener más capacidad de movilización”, cuenta su abogado, Erlantz Ibarrondo.
Amadeu Casellas pasó 28 años en prisión. Entre ocho y diez, de forma interrumpida, los pasó aislado en régimen FIES. Atracador de bancos, Casellas militó en el anarquismo desde los 14 años. Repartía el dinero que se llevaba de las entidades bancarias entre el grupo anarquista en el que participaba y familias con pocos recursos. Aunque él también se quedaba una parte, en su momento se le conoció como el 'Robin Hood español'.
Casellas asegura que permaneció un tercio de su estancia en prisión aislado por “pensar”. “En una cárcel, si piensas, eres un peligro. A mí me catalogaron como una persona de extrema peligrosidad cuando jamás tuve un delito de sangre. ¿Por qué? Porque era capaz de reunir a 200 presos en un patio y convencerles de que teníamos que reclamar nuestros derechos. Si en una prisión actúas con dos dedos de frente, te aíslan. Te quieren diciendo 'sí, señor' todo el día. Si no lo haces, te ven como alguien peligroso ya que contradices su sistema. A mí un director de una cárcel llegó a decirme: 'En un patio de gallinas, un gallito como tú lo revoluciona'. Literalmente”.
¿Tiene por tanto algo que ver con que incluyeran a Alfon en régimen FIES el hecho de que se reuniera en asamblea con sus compañeros? Casellas lo tiene claro: “Segurísimo. Si Alfon no les sigue el juego a los funcionarios y continúa hablando y luchando, le aislarán”. Ibarrondo, si bien no está en lugar de afirmar que ese sea el motivo, sí explica que una de las razones por las que alguien puede entrar en el fichero es el “haber generado una gran alarma social”.
Existen cinco grupos de internos de especial seguimiento, según la última instrucción de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias: FIES-1 (Control Directo: “Internos especialmente conflictivos y peligrosos”); FIES-2 (Delincuencia Organizada: “Internos ingresados en relación con delitos cometidos en el seno de organizaciones o grupos criminales”); FIES-3 (Bandas Armadas: “Internos ingresados por vinculación a bandas armadas o elementos terroristas, y aquellos que colaboran o apoyan a estos grupos”), FIES-4 (Fuerzas de Seguridad y Funcionarios de II.PP.: “Internos que pertenecen o han pertenido a estos colectivos profesionales”); y FIES-5 (Características especiales: “Internos que dadas sus características criminológicas o penitenciarias precisan de un especial seguimiento, por razones de seguridad”).
Casellas estaba en FIES-1. “Me pasaba 22 horas al día en una celda, solo. Salía únicamente dos horas al patio, también solo. Tenía las comunicaciones restringidas y tanto las llamadas como el correo estaban intervenidos. Además, me trasladaba continuamente de una cárcel a otra para que no estableciera ningún contacto constante con otros presos”, recuerda. Hace memoria y habla de presos que se suicidaron debido a ese aislamiento. Otros veían en el alcohol o las drogas la única vía de escape. “Yo salí bien, creo, aunque tengo amigos que me dicen que desde entonces soy más frío, más calculador”, dice para señalar que lo más trágico “era la soledad”.
Alfon, a día de hoy, está en FIES-5. A día de hoy porque, según advierte su abogado, pueden cambiar a un interno de un grupo FIES a otro en cualquier momento. Depende de la institución penitenciaria competente. “Ahora mismo, Alfonso tiene intervenidas y limitadas las comunicaciones. Solo puede hacer dos llamadas a la semana y a dos teléfonos que él mismo ha elegido: uno, el de su familia; el otro, de la novia. Además, únicamente puede enviar y recibir dos cartas a la semana. Las visitas también están limitadas. Es más, desde la prisión nos han avisado de que en cualquier momento pueden intervenir las comunicaciones que yo, su abogado, mantengo con él. Sin embargo, lo que más le tiene minado es el estar siempre bajo el control de los funcionarios”.
Aunque por ahora no esté aislado -está en una celda con un compañero-, Ibarrondo no puede comprender por qué a un chico de 21 años le aplican un régimen tan duro. “¿Cómo lo han valorado? ¿Quién lo ha hecho? ¿Con qué criterio?”.
Casellas salió de prisión hace tres años. Desde entonces, se dedica a dar charlas para dar a conocer las condiciones reales del FIES y así aunar fuerzas y apoyos para que se elimine. “Cuando estás en FIES, el resto de presos ven tu situación y la mayoría, por miedo, se callan. Es lógico. Ahora además hay un gran porcentaje de reclusos que es migrante. Muchos desconocen la legislación y así es muy difícil que sepan que un régimen como FIES debería ser declarado ilegal. La lucha, por tanto, hay que hacerla desde fuera”.
eldiario.es se ha puesto en contacto con la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias y le ha hecho varias preguntas sobre todo lo tratado anteriormente. Su única respuesta fue la de remitir a su web. También, sin éxito, se ha intentando poner en contacto con la prisión de Soto del Real.