Mientras en Andalucía Pablo Casado se afana en convencer a los posibles votantes de Vox de que él está mucho más a la derecha que ellos, en Madrid el senador de León Luis Aznar puso todo su parte desde Madrid en la campaña electoral del PP en las elecciones de esa comunidad autónoma. Que no era mucho.
El jueves era el día de la comparecencia de José Antonio Griñán, expresidente de la Junta, en la comisión de investigación que puso en marcha el PP en represalia por la otra comisión aprobada por el Congreso. En realidad, quien compareció fue Luis Aznar, no Griñán que prefirió no decir nada por estar siendo juzgado por los mismos hechos que trata la comisión. No sería muy inteligente que abriera la boca en estos momentos.
Celebrar esta sesión a tres días de las elecciones revela hasta qué punto ha llegado el grado de melancolía en el PP al ver cómo el caso de los ERE se va desvaneciendo en el tiempo sin provocar al PSOE un daño definitivo en las urnas. Impotentes, los senadores del PP decidieron utilizar la Cámara Alta como gabinete electoral para intentar minar a Susana Díaz. Con ella, lo tuvieron difícil, porque a fin de cuentas no tenía todavía ningún cargo público realmente importante en esas fechas. Con Chaves y Griñán, imposible, porque no tendría sentido que colaboraran con la estrategia del PP cuando están en el banquillo de los acusados.
Como ya no era necesario fingir, el PP retrasó una semana la presencia de Griñán, del 22 al 29 de noviembre, alegando razones de agenda parlamentaria. Así que se da la circunstancia de que esta semana no hay pleno del Senado que coincida con la campaña, pero sí una sesión de la comisión a-ver-qué-podemos-pillar-de-los-ERE.
La responsabilidad política de Griñán es bastante evidente en el escándalo de los ERE por acción u omisión. Él era el consejero de Economía de la Junta cuando se produjeron los hechos. En su época de presidente, no pensaba que tuviera que reprocharse nada, a pesar del desfalco producido con los fondos públicos. Finalmente, tuvo que rendirse a la evidencia y presentar la dimisión, aunque sólo fuera porque su partido necesitaba poner cuanto antes al frente de la Junta a alguien no contaminado por el escándalo.
“¿Realmente cree que de los cientos de millones el PSOE no recibió nada a cambio?”. La frase de Aznar es lo único llamativo que salió de su boca en una sesión que sólo duró hora y cuarto (la de Susana Díaz llegó a las cinco horas). Es la sospecha que maneja el PP, pero sin ninguna prueba sólida. De los delitos cometidos en los ERE hay pruebas para llenar más de un juzgado, pero para desgracia del PP no tiene forma de demostrar que formaba parte de una trama para financiar al PSOE andaluz.
Aznar lo intentó con Susana Díaz en su comparecencia, pero la presidenta andaluza no iba a picar a estas alturas en un cebo tan escuálido. Para intentar dar algo de vidilla a la presencia de Griñán, el senador del PP hizo que la comisión escuchara dos grabaciones de audio. Ninguna de las dos tenía nada que ver con una posible financiación ilegal.
La segunda tenía más gracia. Se oye a Irene Sabalete, delegada de Empleo de la Junta en Jaén, aleccionar en 2012 a los funcionarios sobre lo que deben hacer antes las elecciones que se acercan. Como el PP ya había avisado de que pretendía desmantelar la red de fundaciones y sociedades públicas dependientes de la Junta, Sabalete ordenó zafarrancho electoral de combate. “Os quiero ver haciendo campaña electoral en la calle”. “Os quiero en la calle, que nadie esté en la oficina”. “Esto se parece a los testigos de Jehová. Es verdad. No lo estoy diciendo en broma”.
Es un ejemplo de la red electoral que el PSOE andaluz tiende en estas campañas, la rentabilización de un Estado clientelar en el que todo el mundo sabe a quién debe su puesto de trabajo y qué puede ocurrir si ganan los otros.
Pero en esta comisión lo importante no era eso. El toque especial lo ponían las imágenes proyectadas en una pantalla mientras se escuchaba el audio. Una foto de Sabalete abrazada a Susana Díaz. Una foto de Sabalete con Pedro Sánchez. Todo era tan sutil como una patada en la entrepierna con una bota de alta montaña.
Sabalete fue detenida por la Guardia Civil en 2015 en una investigación sobre subvenciones a cursos de formación. Un año después, el juzgado de Jaén archivó esa causa. Susana Díaz exigió que la oposición pidiera disculpas. La detención se había producido cuando ella era ya presidenta.
Tras el truco de las imágenes y el audio de Sabalete, a Luis Aznar ya no le quedaban más cartas bajo la manga. Ninguna iba a servir de mucho a su partido, que se encamina a otra derrota electoral en Andalucía. “No voy a alargar más esto que a usted debe parecerle cercano al suplicio”, dijo a Griñán cerca del final. El mismo suplicio que supone esforzarse por influir en las urnas andaluzas desde el Senado y saber que estás condenado a fracasar.