Izquierda Unida no logra detener sus crisis electoral. Casi un año después del susto de las europeas, la coalición de izquierdas ha salvado los muebles en las elecciones andaluzas al retener el grupo parlamentario, pero la caída de 12 a cinco diputados, la consolidación de Podemos como tercera fuerza y la irrupción de Ciudadanos dibujan un panorama poco halagüeño para un año con cuatro convocatorias electorales más.
IU se había volcado en los comicios de este domingo. Su coordinador general, Cayo Lara, y su candidato para las generales de finales de año, Alberto Garzón, han secundado al candidato Antonio Maíllo durante casi toda la campaña. En la noche del domingo, Garzón compareció junto a Maíllo, quien calificó de “insatisfactorios” los resultados, un análisis en el que coincide el diputado malagueño.
La coalición, incluso, se conjuró para que la guerra interna que asuela la federación madrileña pospusiera su próximo capítulo a después de los comicios. En el cierre de campaña, el exdirigente Julio Anguita, que se ha convertido con el paso de los años en una suerte de referente moral en determinados sectores sociales, subió a la tribuna para pedir el voto 15 años después.
Con todo, IU ha quedado en quinto lugar, por detrás no solo de Podemos sino también de Ciudadanos, en la región donde más afiliados tiene y donde la legislatura anterior tomó responsabilidades de gobierno hasta el punto de enfrentarse a la presidenta Susana Díaz a cuenta del realojo de la Corrala Utopía.
Aunque no ha sido su peor resultado en una andaluzas, IU no ha sabido convertir en votos su presencia en el Ejecutivo regional ni su apuesta por mantener la movilización ciudadana. La renovación que encarnan Maíllo en Andalucía y Garzón a nivel nacional tampoco parece haber calado de momento entre los electores. Y en apenas dos meses están convocadas municipales en todo el Estado y autonómicas en 13 comunidades.
El calendario no da apenas margen a la coalición de izquierdas ni a su candidato, Alberto Garzón, para consolidar un discurso que logre atraer a los votantes descontentos con el sistema, que se identifique con los valores tradicionales de IU y que ahora se han ido a otras formaciones.