Ha pasado un año desde que murió el histórico dirigente del Partido Comunista Santiago Carrillo. Un año del emotivo homenaje que congregó a cientos de personas en la sede de CCOO para darle su último adiós. Ahora su familia sigue honrando su memoria. Hoy, desde su Asturias natal, donden lanzarán flores al mar. Y, dentro de unos meses, con la creación de una fundación que llevará su nombre y que pretende ser “un punto de encuentro de la izquierda”.
La izquierda que Carrillo siempre reivindicó y que le mantuvo en el exilio durante décadas desde que en 1939 tuvo que abandonar España tras una guerra fratricida. “Siempre vivimos con la idea de que volveríamos”, relata Santiago, el hijo mayor de Carrillo y Carmen Menéndez, que nació en París, como sus hermanos. Los Carrillo Menéndez asumieron como parte de la cotidianidad su vida en “clandestinidad” y que su padre fuera un reputado líder comunista cuando viajaban a países del bloque socialista.
Desde París, donde se asentó tras pasar por la Unión Soviética, Estados Unidos, Argentina, México y Argelia, Santiago Carrillo dirigió el PCE, del que fue secretario general durante el franquismo y los primeros años de la democracia (1960-1982). A pesar de la simpatía que tenían por él en la URSS, en los sesenta se alejó de los postulados soviéticos y se acercó al eurocomunismo, una postura que favoreció su papel fundamental en la Transición a la democracia en España.
“En la Transición se hizo lo que se pudo”
La familia Carrillo regresó a España en 1976. “La vuelta fue complicada porque era un momento político complejo el de la Transición”, explica su hijo. Sin embargo, el líder comunista consiguió convencer a los suyos de la necesidad de abrazar la reforma en favor de la democracia. “Se hizo lo que se pudo dada la correlación de fuerzas. Quienes dicen que se debería haber hecho otra cosa probablemente no recuerdan o no han conocido la situación. No se planteó que tenía que haber hecho otra cosa”, responde Santiago a la pregunta de si, en algún momento, su padre consideró que tendría que haber actuado de otra manera.
Su lucha antifranquista, que se ha intentado manchar con la acusación del régimen franquista sobre su responsabilidad en los fusilamientos de Paracuellos, y su esfuerzo moderador durante la Transición no se vieron recompensados en las urnas. En las elecciones de 1977 el PSOE arrebató al PCE de Carrillo el liderazgo de la izquierda (118 diputados frente a 19). Tampoco su estoica resistencia ante Tejero durante el intento de golpe de Estado en 1981 mejoró sus resultados en las elecciones celebradas un año después: Felipe González obtuvo la mayoría absoluta y el PCE se quedó con cuatro escaños.
Defensa de la izquierda hasta la muerte
En 1985 otra facción de los comunistas excluyó a Carrillo y a sus seguidores -entre los que se encontraba su hijo mayor- de los órganos de dirección del PCE. “Lo que vais a hacer os va a costar mucho más caro”, advirtió entonces Santiago Carrillo a sus contricantes. “La expulsión de la organización a la que había dedicado toda su vida fue dolorosa y fue para encaminar al PCE a una política que él no compartía y que mantuvo al partido en cotas más minoritarias de las que había conocido y nunca se recuperó”, dice su hijo.
Desde entonces se produjo “un alejamiento de facto” con los comunistas y continuó su vida como había comenzado, dedicado a la prensa, a través de sus artículos, una veintena de libros y su participación en programas de radio y televisión.
Su familia sostiene que nunca cambió su perpectiva de la izquierda. Hasta sus últimos momentos defendió que la crisis que atraviesa España la había provocado el sistema capitalista y que teníamos que “tocar cuestiones de fondo para crear una sociedad más distributiva, más participativa y más justa”.