Si Bruselas ha dado más tiempo a España para controlar el déficit, las Comunidades Autónomas quieren que el Gobierno no les aplique una receta rígida y se apiade de las que pasan por mayores apuros. No está en discusión la importancia de cumplir con los objetivos. En lo que no hay acuerdo es en cómo hacerlo.
Pese al empeño de Mariano Rajoy de no moverse ni un ápice y reafirmar el compromiso con el déficit, la insatisfacción de la mayoría de los presidentes autonómicos con los Presupuestos Generales del Estado, el problema de la caída de sus ingresos y la preocupación por sus respectivos vencimientos de deuda han provocado que la cuestión centre el debate.
A falta de que llegue el turno de Ceuta y Melilla, todos han coincidido hasta ahora en que las autonomías llevan la peor parte. La consejera de presidencia de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, anunció que José Antonio Griñán ha presentado una propuesta en este sentido para intentar consensuarla con los demás aunque no entra en cifras concretas.“Soportamos tres de los cuatro pilares del Estado del Bienestar y es necesario redistribuir los esfuerzos de forma más equitativa”, ha dicho Díaz.
Otros responsables autonómicos se han expresado en el mismo sentido que Griñán. Es el caso del lehendakari Patxi López, que también ha hablado de “flexibilizar plazos”. El presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, en cambio, ha buscado palabras menos contundentes pero ha trasladado un mensaje comprensivo con los territorios que lo están pasando peor.
Aunque el Gobierno mantiene que la Conferencia de Presidentes “no es el foro” para replantear el déficit, una portavoz del Gobierno ha admitido que todos “se han quejado” y que Rajoy comprende la situación porque es “una realidad objetiva”. La incógnita es si los lamentos se traducirán en cambios concretos en un próximo Consejo de Política Fiscal y financiera.
El documento de trabajo con el que se han enfrentado nada más llegar se centra, en cambio, en la obsesión de Rajoy de cumplir con los objetivos para trasladar una imagen de unidad dentro y fuera de España. El mantra que repiten casi todos, el de que las autonomías “no son el problema sino la solución”, se oye cada dos por tres, pero nadie entra en detalles para ver cómo se articula la solución caso de que exista.