El proceso de la sucesión en el PP que concluyó el sábado con la elección de Pablo Casado como nuevo presidente en el XIX Congreso Extraordinario ha dejado en evidencia las dos maneras de irse de sus predecesores en el cargo José María Aznar y Mariano Rajoy. El día 5 de junio, tras perder la moción de censura presentada por Pedro Sánchez contra él, el recién destituido líder popular ya le daba a entender al partido que él no sería como el líder de FAES. “Desde el primer momento estaré a la orden de quien elijáis. Y a la orden es a la orden y con lealtad”, decía.
Rajoy dejaba en manos del partido la elección de su sucesor, evitando así el 'dedazo' con el que fueron elegidos todos los presidentes de los populares desde la fundación del partido, en 1989. También él fue designado directamente por Aznar, en 2004. Además, quiso dejar claro que no cuestionaría permanentemente a su sucesor, como ha hecho durante los últimos 14 años el que un día fue su valedor, que tampoco rechazaría las siglas del partido y que mucho menos cargaría contra su historia reciente.
Su salida había quedado regulada hace ahora un año y medio, en febrero de 2017. En el XVIII Congreso Nacional del PP, la dirección de Rajoy incluyó en los estatutos una suerte de primarias de doble vuelta que, por primera vez en la historia de los populares, dejaba en manos de la militancia la elección de su nuevo líder. El sistema contemplaba una primera votación en la que participarían todos los afiliados que quisieran y una segunda que se produciría en el cónclave en la que solo podrían votar los compromisarios elegidos también por las bases del partido.
Gracias a esa fórmula se celebró la votación del pasado día 5 a la que concurrieron como candidatos Pablo Casado, Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal, José Manuel García-Margallo, José Ramón García-Hernández y Elio Cabanes. Solo los dos primeros pasaron a la segunda vuelta, por ser los más respaldados por los 64.523 afiliados que se inscribieron en el proceso, cerca del 7% del censo total. Y el sábado, en el XIX Congreso, la batalla interna acabó ganándola el exvicesecretario de Comunicación.
Entre Rajoy, Rato y Mayor Oreja
La democracia interna impuesta por Rajoy contrasta con el método empleado por Aznar para elegirle. En agosto de 2003, a algo menos de un año de las elecciones generales que finalmente ganaría el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, el entonces presidente del Gobierno reunió en una comida a sus tres vicesecretarios en el PP, el propio Rajoy, Jaime Mayor Oreja y Rodrigo Rato. En ese encuentro le comunicó al primero que sería su sucesor, por su propia decisión y sin consultar a la militancia. Es el conocido como 'dedazo' que el partido ha aplicado para la elección de todos sus candidatos en los últimos 29 años.
“Seguiré con vosotros, aportando lo que se me pida por el bien de nuestro partido. Lejos de los focos y de la primera línea, pero siempre a disposición de
todos. Y, desde luego, seré leal y todos sabéis que yo sé lo que es ser
leal“, decía Rajoy el viernes, en su último discurso como líder popular. Con esa alusión a la lealtad, el expresidente también buscaba marcar las distancias con su predecesor. A juicio de Rajoy y de su entorno, Aznar ha traicionado al PP prácticamente desde su salida, por sus permanentes críticas veladas a la gestión de su sucesor y por su desvinculación de las siglas con su renuncia a la Presidencia de honor que ostentó hasta 2016 y al desligar del partido a la Fundación FAES que preside.
Aznar era especialmente duro contra el PP el mismo día en el que Rajoy anunciaba su marcha. “No tengo ningún compromiso partidario ni me considero militante de nada, ni me siento representado por nadie”, decía, tras considerar “indispensable y necesaria la reconstrucción de un centro derecha nacional que recupere sus señas de identidad y la conexión con el electorado”.
El “desdén” del expresidente
La ruptura se agravaba con la decisión de la dirección de Rajoy de no invitar a Aznar al XIX Congreso. “Sólo he sido presidente del PP 14 años, del Gobierno ocho años y diputado 20, pero probablemente eso no da derecho a ninguna invitación”, se quejaba esta semana el presidente de FAES. El presidente de la Comisión Organizadora (COC) del cónclave, Luis de Grandes, recordaba tras la queja de Aznar que el expresidente renunció en 2016 a ser presidente de honor de la formación y ha tratado con un “desdén expreso” al PP.
Este sábado, en los 51 minutos que duró su intervención ante el plenario del XIX Congreso, Rajoy no dedicó ni una sola palabra a recordar el legado de Aznar. Ninguno de los líderes que tomó la palabra en el primer día del cónclave –el responsable del Comité Organizador, Luis de Grandes; la secretaria general, María Dolores de Cospedal, y el propio Rajoy– pronunciaba el nombre del expresidente. El silencio sobre la figura de quien fue el presidente de honor resultó atronador. Al dirigente que refundó el centro derecha a principios de los 90, que estuvo en La Moncloa durante ocho años y que apadrinó a la mayoría de los presentes, ni se le mencionó.
Un sector del PP encabezado por Rajoy quiso fulminar José María Aznar en este congreso. Y, sin embargo, este último fue uno de los grandes vencedores del cónclave. Porque Pablo Casado, al que Aznar aupó a lo largo de toda su carrera política, era el candidato del aznarismo. Muestra de ello son los apoyos que recibió de estrechos colaboradores del expresidente, como la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre o la exdirigente del PP vasco, María San Gil.
Cumpliendo “con su deber”
Dirigentes populares consultados por eldiario.es consideran que ambas salidas, tanto la de Aznar como la de Rajoy, se han correspondido a la cultura democrática del momento. Un diputado considera que las dos “fueron elegantes”. “Aznar decidió que su mandato era de ocho años y se fue cumpliendo su palabra y tanto él como Rajoy se van con la cabeza bien por haber cumplido con su deber al traer para España mejoras económicas y sociales”, asegura un diputado.
“Los partidos se han amoldado. El PP no es el mismo que el de hace 20 años. Los procedimientos se han adaptado a la realidad social, que ahora reivindica una mayor participación. Por eso el partido ha incorporado las primarias”, añade otro parlamentario. Un alcalde añade que “sin duda” el procedimiento elegido por Rajoy “ha complicado las cosas” en una formación acostumbrada al 'dedazo'. “Tampoco hubiera sido justo que hubiera condicionado la elección. En el fondo lo que ha hecho es lo correcto, pero es verdad que ha dejado a todos como sin suelo”, agrega.
“Queda por ver cómo es Rajoy como expresidente y si realmente se diferencia de Aznar. Ahora empieza su vida, pero su decisión de recuperar su trabajo de registrador en Santa Pola es una primera muestra de grandeza. No le veo como un jarrón chino más”, concluye otro diputado, en alusión al nombre con el que bautizó Felipe González a los expresidentes: “No se retiran del mobiliario porque se supone que son valiosos, pero están todo el rato estorbando”, decía el dirigente socialista.
Está por ver si el recién destituido líder del PP se pone realmente “a la orden” de Pablo Casado o si, como sus predecesores, decide estorbar al nuevo presidente de su partido.