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Los grandes azotes de Rajoy toman posiciones en el PP de Casado
Supuso un hito en la historia del Partido Popular y sucedió hace algo más de un año, apenas unos días después de que Pablo Casado ganara las primarias a Soraya Sáenz de Santamaría. El 24 de julio de 2018 el expresidente del Gobierno José María Aznar volvía a pisar la sede nacional del PP de la calle Génova número 13 de Madrid años después de desvincularse del partido por sus profundas discrepancias con el que durante 14 años fue presidente de la formación conservadora, Mariano Rajoy, a quien él mismo había elegido como sucesor a dedo en 2004.
Desde entonces, Aznar, padrino político de Casado –el hoy líder del PP fue su jefe de gabinete en la Fundación FAES durante años– no solo se ha convertido en uno de los principales asesores de la dirección popular. Suya es la idea, por ejemplo, de “reunificar” al centro derecha que el líder del PP trata de practicar con sus acuerdos con Ciudadanos y Vox.
El expresidente ha conseguido, además, colocar en los puestos estratégicos del partido a algunos de sus principales colaboradores, logrando que en solo doce meses el llamado aznarismo asiente el poder que perdió en los anteriores tres lustros. A todos ellos les caracterizaron en los últimos años sus duras críticas a Rajoy, quien consideraban que había traicionado los “principios” de la formación conservadora por realizar una política más centrada que la de su predecesor en el cargo.
En diciembre Casado contrató como jefe de gabinete al exconsejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid Javier Fernández-Lasquetty, encargado desde entonces de planificar la estrategia, la agenda y el mensaje del líder popular. El objetivo del fichaje, según Génova, era “fortalecer ideológicamente un PP que necesita recuperar la esencia liberal que le dio sus mejores triunfos electorales”.
Lasquetty fue secretario general de la FAES de Aznar, para quien también trabajó en su etapa de presidente del Gobierno en su gabinete en la Moncloa. Tras ejercer durante tres años –entre 2004 y 2007– como diputado del PP en el Congreso, Esperanza Aguirre le fichó para su Gobierno de la Comunidad de Madrid primero como consejero de Inmigración donde mantuvo un perfil bajo y, después, en la cartera de Sanidad, donde ensayó la puesta en marcha de su ideario más ultraliberal, el que caracteriza al aznarismo.
Ahora Lasquetty será uno consejeros de la recién elegida presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que fue una de las apuestas personales de Casado para las elecciones municipales y que es heredera también del ideario aznarista y aguirrista. Se ocupará de la cartera de Hacienda y Función Pública.
También a finales del año pasado el líder del PP fichaba como asesora a Isabel Benjumea, hasta entonces directora del think tank ultraconservador Red Floridablanca, una organización que se define como “liberal conservadora” y está centrada en el análisis, el debate y la reflexión de la realidad y la actualidad política española.
Benjumea, que había sido becaria de FAES, fue también muy crítica con la línea política de Rajoy al frente del PP. Consideraba que bajo su mandato el partido no tenía “un discurso claro y coherente”. “No hay un proyecto que entusiasme y conecte con lo más importante para ti, que es tu base. Es el valor más importante de un partido, sus militantes”, apuntaba en 2016 en una entrevista con este diario.
Casado situó a Benjumea en las listas para las elecciones europeas del 26 de mayo y logró ser elegida en las urnas, por lo que ahora es una de las eurodiputadas del PP en Estrasburgo.
El líder del PP también incluyó en esa lista para las europeas a la mano derecha de Aznar en la Fundación FAES, Javier Zarzalejos. Fue el sexto de la candidatura y también resultó elegido eurodiputado el 26M. Tras ser uno de los hombres fuertes de Aznar en la Moncloa, el bilbaíno ejerce de secretario general de la fundación conservadora desde hace siete años.
Daniel Lacalle, el gurú económico de Casado, al que ya en octubre introdujo como uno de los responsables de la fundación de nueva creación Concordia y Libertad –presidida por Adolfo Suárez Illana– es también otro conocido aznarista. Lacalle se enfrentó, por ejemplo, a las iniciativas fiscales adoptadas por el exministro Cristóbal Montoro, a quien el sector más radical del PP acusó de aplicar medidas “socialdemócratas”.
El líder del PP colocó a Lacalle como número cuatro de su candidatura por Madrid para las elecciones generales, pero en mayo, una vez elegido diputado, el gurú económico de la dirección popular renunció a su escaño para que pudiera entrar en el Congreso Mari Mar Blanco. Él tenía un sueldo asegurado ya que compagina el trabajo como economista jefe en Tressis Sociedad de Valores con la docencia en distintos institutos privados y como consultor para varias empresas, además de ser el responsable económico de la Fundación Concordia y Libertad.
Tras elegir a Isabel Díaz Ayuso como candidata para presidir la Comunidad de Madrid, Génova eligió a Miguel Ángel Rodríguez (M.A.R.), exdirector de comunicación de Aznar, como consultor de la campaña de la madrileña.
Rodríguez fue colaborador del expresidente Aznar durante su mandato en Castilla y León, donde asumió el cargo de portavoz de la Junta de Castilla y León, con 22 años. Después pasó a ser director de Comunicación del PP, con 24 años, entre 1988 y 1996. Con Aznar como presidente del Gobierno fue nombrado secretario de Estado de Comunicación en 1996, cargo desde el que ejerció la portavocía del Gobierno.
Dirigentes del PP consideran a Rodríguez como uno de los principales muñidores del acuerdo de las tres derechas en la Comunidad de Madrid que el miércoles hizo presidenta a Díaz Ayuso, una alianza soñada por su padrino político, Aznar, que Casado hizo suya nada más lograr la presidencia del partido, en julio de 2018.
Adalid del “liberalismo” y defensor a ultranza de las políticas privatizadoras del PP de Madrid, Rodríguez recibió en cambio cientos de miles de euros en ingresos por publicidad institucional por parte de los gobiernos madrileños de Esperanza Aguirre e Ignacio González para un proyecto frustrado de televisión que nunca vio la luz.
Otra declarada aznarista, Cayetana Álvarez de Toledo, era a finales de julio la escogida por Casado para ser la portavoz del PP en el Congreso en la recién estrenada legislatura.
La decisión del líder del PP chocó frontalmente contra la postura de los principales barones del partido: el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, o el líder de los populares vascos, Alfonso Alonso. Todos ellos se habían mostrado en distintas reuniones en contra de la designación de Álvarez de Toledo por considerarla demasiado radical y alejada de los postulados más moderados que los tres exigen al líder del PP.
La excolumnista fue fichada por el líder de los populares a principios de abril como una de sus incorporaciones estrella para las generales del 28A precisamente por su incendiario discurso sobre Catalunya. Álvarez de Toledo se convirtió en la cabeza de lista del PP por Barcelona, una circunscripción en la que se jugaban 32 escaños pero en la que los populares tan solo obtuvieron una representante en las elecciones, la ahora portavoz en el Congreso.
El PP encajó el peor resultado de su historia tanto en Catalunya como en el conjunto del Estado, pero ello no ha impedido que Casado premie a Álvarez de Toledo con la portavocía en el Congreso, uno de los puestos más importantes del partido y el que ocupará toda la visibilidad durante los plenos y, especialmente, en las sesiones de control al Gobierno de los miércoles.
La Convención Nacional que el PP celebró en enero confirmó la reconciliación del aznarismo con el partido. El propio Aznar fue uno de los grandes protagonistas del cónclave, donde dio su bendición al liderazgo de Casado y pidió por primera vez después de muchos años el voto para el PP.
La convención también sirvió para que volvieran a acercarse al partido algunos de los dirigentes más cercanos a Aznar como la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, la exalcaldesa de Madrid Ana Botella o el exministro Federico Trillo.
El cónclave fue, en cambio, el de la despedida de Rajoy –que intervino en una mesa redonda, pero que apenas pasó dos horas en la convención y se marchó por una puerta lateral– y el de la ruptura del nuevo PP con prácticamente todo lo que representó el expresidente.
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