El líder de Turkmenistán, Gurbangulí Berdimujamédov, tomó hoy posesión como presidente de la república centroasiática tras ganar las elecciones del pasado domingo con el 97,67 % de los votos.
Berdimujamédov, en el poder desde hace diez años y reelegido para un mandato de siete años tras una reforma constitucional, confirmó el estatus neutral de la antigua república soviética, considerado el segundo régimen más cerrado del mundo sólo por detrás de Corea del Norte.
Turkmenistán “lleva más de 21 ejerciendo sus relaciones internacionales desde el estatus permanente de neutralidad”, dijo Berdimujamédov, que pese a ser uno de los dirigentes más autoritarios del mundo pasa desapercibido para la mayoría de los organismos y medios internacionales.
“Los principios básicos derivados del estatus de neutralidad de nuestro Estado -fortalecimiento de la paz y seguridad globales, relaciones de buena vecindad, amistad y hermandad, y las garantías para un desarrollo estables- seguirán siendo prioritarios en la política exterior de Turkmenistán”, dijo Berdimujamédov en su discurso de toma de posesión.
El líder turcomano, de 59 años, llegó al poder en 2006, tras el fallecimiento repentino del primer presidente del Turkmenistán independiente, Saparmurat Niyázov, quien gobernó con mano de hierro durante dos decenios y convirtió el país en una autarquía.
El ascenso de Berdimujamédov estuvo marcado por la polémica: fue nombrado presidente en funciones por el Consejo de Seguridad de Turkmenistán, que incoó un proceso penal contra el entonces presidente del Parlamento, Ovezgueldí Atáyev, a quien le correspondía asumir provisionalmente la jefatura del Estado.
Poco después de hacerse con el poder, proclamó el comienzo de la época “Nuevo Renacimiento” y puso en marcha el desmantelamiento del culto a la personalidad de Niyázov, quien dirigió el país entre 1985 y 2006 (desde 1999 en calidad de presidente vitalicio).
Además, Berdimujamédov derogó una serie de prohibiciones implantadas por su antecesor, gracias a lo cual los turcomanos pudieron volver a disfrutar del ballet, la ópera y el circo.
También anuló los cambios de nombre de los días y los meses ordenados por Niyázov y recuperó las clases educación física e inglés en las escuelas.
Estas medidas fueron interpretadas en su momento como el comienzo de un giro hacia la integración del país en la comunidad internacional, pero pronto se hizo patente que la república centroasiática seguiría siendo un país aislado y autárquico.