El debate sobre política general convoca este martes a los principales partidos para cerrar un ciclo y rubricar con su liturgia el adiós a una época política cuya máxima repetida ha sido la alternancia en el poder de los dos grandes partidos. PP y PSOE han utilizado habitualmente este debate para forzar esa alternancia y medirse las distancias. Este martes se cerrará ese ciclo. Si las encuestas no se vuelven del revés, todo apunta a la entrada de más actores en un Congreso que hasta ahora, y al margen de apoyos puntuales, siempre ha estado afinado en clave de dos.
Rajoy llega a la cita con la dificultad de ubicar con exactitud dónde se encuentra la economía española. Hace un año, en el mismo escenario, afirmó: “Hemos superado con éxito el Cabo de Hornos”. Si hace un año habíamos superado el mítico escollo náutico, habrá que ver dónde dice el presidente que está ahora el barco y con cuántos tripulantes todavía a bordo.
Sobre rumbo y recuperación hablará el presidente, consciente de que las encuestas le auguran al PP una travesía muy cuesta arriba. El PSOE de Pedro Sánchez también tiene ante sí una última oportunidad. En el debate precedente todavía era Rubalcaba quien lideraba a los socialistas y de su intervención lo más recordado es aquella pregunta al aire dirigida al político gallego: “¿En qué país vive usted?”.
Si las cosas no hubieran cambiado tanto como lo han hecho, PP y PSOE podrían gastar otro debate más en comparar sus fotografías diferentes sobre lo mismo. Pero las cosas han cambiado y este debate lleva todas las papeletas de convertirse en el último de una era.
Con la mayoría de las encuestas que les otorgan opciones de gobierno, Podemos no estará en el Congreso durante la discusión. El partido de Pablo Iglesias no tiene representación parlamentaria y, en buena lógica, no le corresponde turno alguno en el reparto de la dialéctica parlamentaria. Tampoco estará Ciudadanos, otro de los partidos a los que se espera aunque todavía no estén.
Mientras tanto, Rajoy y Sánchez medirán sus liderazgos y esa matemática será más imprecisa que nunca. El debate sobre el estado de la nación tradicionalmente anunciaba cambios si el opositor ganaba al Gobierno cerca de las elecciones. Ahora poco importa quién gane la disputa parlamentaria cuando se da por hecho que buena parte de los protagonistas no ocuparán el mismo lugar en menos de un año.
Una vez más se repetirá la liturgia de un Gobierno que buscará el titular con el anuncio de alguna medida. Las crónicas previas a la cita parlamentaria coinciden en señalar que es de esperar que Rajoy realice importantes anuncios económicos. Forma parte del ilusionismo político que se viste de gala en debates como el de este martes.
El bipartidismo llegará a su cita en el Congreso para hacerse el autorretrato de rigor, aunque con la convicción de que esa foto de dos quizá sea la última.