“Ninguna pregunta, señoría”, “no hay preguntas señoría”. Los abogados de las defensas contestaban el miércoles al presidente del tribunal que no demandaban más aclaraciones de Francisco Correa, líder de la trama Gürtel y principal acusado también en la pieza que se juzga estos días, la que afecta al ayuntamiento madrileño de Boadilla del Monte. El magistrado José Antonio Mora se disponía a llamar a declarar al segundo acusado cuando le interrumpió uno de los 38 abogados: “Señor presidente: la defensa de Correa”. Y la cámara enfocó a Javier Iglesias Redondo, al que la banda del comisario Villarejo llama ‘El Largo’ y al que tenían por su contacto con el presidente del Gobierno de entonces, Mariano Rajoy. El mismo al que Luis Bárcenas acusa de ofrecerle oscuros pactos de parte del PP.
La presencia de Iglesias en la sala no debe sorprender. Es el abogado de uno de los acusados, el constructor Alfonso García-Pozuelo, pionero en las confesiones dentro de la causa Gürtel. El miércoles, el letrado titular de Correa, Juan Carlos Navarro, tenía otro juicio en Valencia y no podía asistir a la sesión. La sustitución parecía un trámite hasta que el letrado Iglesias, una constante en los episodios más turbios de los casos judiciales que afectan al PP, aclaró que tenía algo que preguntar a su defendido ocasional.
Javier Iglesias: “Solo una aclaración, señor Correa. Mire, el Ministerio Público y las acusaciones populares le han preguntado por el apunte ”campaña“ [en los papeles de la trama, presuntamente referido a que una parte de las mordidas iban a financiar al PP de Boadilla], que ya nos aclarado usted que que no se acuerda o si podía responder a campaña electoral o que se quedase con ese dinero. Mi pregunta para aclarar esto es la siguiente: Durante el tiempo que tuvo relación con las autoridades del Ayuntamiento de Boadilla, ¿alguno de ellos le solicitó o le dijo que parte del dinero que usted les daba pudiese ir para el PP, al margen de campaña?”.
Correa: “No”
Iglesias: “¿En ningún momento”
Correa: “No, yo creo que no”.
En 47 minutos, Francisco Correa había ido contestando a todas las preguntas de la Fiscalía, la Abogacía del Estado y la acusación popular. Como la mayoría de los acusados en esta pieza, el líder de Gürtel ha asumido los hechos presentados por el Ministerio Público en una confesión escrita que busca una rebaja en la petición de condena.
Pero en el juicio, la memoria falla a Correa en una cuestión relevante: no sabe si una parte de las mordidas iban para el Partido Popular. Contrasta con la confesión por escrito de uno de sus compañeros de banquillo, el exalcalde de Boadilla Arturo González Panero, y de algún otro, en los que detallan que la red de corrupción financió la campaña de las autonómicas de 2003 y las generales de 2004 en el municipio. La Fiscalía pide por ello que el PP sea condenado como beneficiario a título lucrativo de 200.000 euros de la corrupción. Sería la tercera condena para el PP, como partido, en un juicio de Gürtel.
Correa había dicho en la vista que pese a que en la contabilidad de la Gürtel pone “campaña”, él pudo pedir a sus subordinados que anotaran eso cuando en realidad el concepto fuera otro, o incluso tuviera pensado quedarse él ese dinero. Juan Carlos Navarro, abogado habitual de Correa, con quien el acusado había trabajado su confesión, no tenía previsto formular pregunta alguna a su cliente durante el juicio. Su sustituto ocasional, Javier Iglesias, argumentó que no había quedado clara una cuestión y lanzó la pregunta. Pero ¿qué interés tenía para los intereses de Correa esa aclaración? ¿Quién se beneficia de que el líder de la Gürtel asegure que nunca ningún político del PP le pidió dinero para el partido? elDiario.es se ha dirigido al letrado Javier Iglesias para que ofrezca una explicación, pero no ha obtenido respuesta.
Para observar la secuencia completa hay que retroceder unos segundos. Justo antes de que Iglesias tome la palabra para formular una pregunta en favor de los intereses del PP, el presidente del tribunal había preguntado al abogado que defiende formalmente al partido, Jesús Santos, y éste había dicho que no quería hacer ninguna pregunta a Francisco Correa.
El trago del Congreso
La última aparición retransmitida de Javier Iglesias había sido su comparecencia ante la comisión que investiga el caso Kitchen en el Congreso de los Diputados, el 6 de mayo de 2021. Allí, apelando al secreto profesional de los abogados, se negó a contestar una y otra vez a las preguntas de los portavoces. Cuando llegó el turno de Gabriel Rufián, el político de ERC advirtió: “Usted es el abogado de los Corleone. Será el primero en caer”. Sin embargo, el juez Manuel García Castellón cerró la instrucción del caso Kitchen menos de tres meses después, archivando la imputación de María Dolores de Cospedal, rechazando la citación de Mariano Rajoy y sin hacer mención alguna al abogado Javier Iglesias, pese a los numerosos indicios en el sumario de que, como poco, conocía la operación parapolicial contra Luis Bárcenas.
Pese a que Javier Iglesias había informado al tribunal de que actuaba “en sustitución” del abogado de Correa, la relación profesional con el líder de la Gürtel se remonta a tiempo atrás, al menos formalmente. Correa dijo el miércoles en el juicio que a él, para intermediar con el PP, le llamaban “las grandes constructoras”, pero que no quería ahondar en eso porque en otro juicio ya lo había hecho “y se armó un gran revuelo”. Francisco Correa se refería a su declaración en el primer gran juicio de Gürtel, donde afirmó que la gran obra adjudicada en los consejos de ministros presididos por José María Aznar incluían una mordida del 3% para el Partido Popular. El magistrado que instruía el caso de la caja B entonces, José de la Mata, decidió llamar a Correa para ratificar aquello en sede judicial, lo que sin duda abriría una nueva e importante línea de investigación. Pero Correa se echó atrás y no abrió la boca. Antes, según desveló elDiario.es, había recibido la visita en prisión de Javier Iglesias, según éste porque el abogado valenciano del jefe de la Gürtel le había solicitado incorporarse a la causa.
El foco de atención se puso en Javier Iglesias cuando 'El Mundo' publicó en julio de 2013 que el abogado había ofrecido en prisión un pacto a Bárcenas, en el verano de 2013, para que no tirara de la manta sobre la caja B del partido y los sobresueldos en negro: Destituirían a Gallardón, a las fiscales del caso, su mujer quedaría libre y el caso se archivaría por una nulidad. Pero Bárcenas tenía que estar callado. Iglesias siempre ha negado esos hechos. El tesorero, por su parte, amplió las acusaciones contra él durante el juicio de la caja B: le acusó de haberle ofrecido 500.000 euros de los empresarios que financiaban al PP a cambio de fabricar otros papeles de Bárcenas cuando saltó el escándalo.
Antes de su irrupción en el juicio de Boadilla, Javier Iglesias había comenzado a borrarse de la actualidad. Como otros grandes personajes del caso Villarejo, habitantes de una simulada habitación de poder en la sombra, pasaba al olvido de lo que una vez pareció el caso llamado a levantar las alfombras del poder en cuarenta años de democracia. Hasta ahora había aparecido de forma puntual en la trama, como esos personajes de ficción que el guionista deja ver fugazmente en algunos capítulos y de los que solo se intuye su relevancia. Falta por saber si la cámara le enfocará sonriendo en el último capítulo, en una escena final que desvele su auténtico peso en la historia.