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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Carrillo y Paracuellos

eldiario.es

Santiago Carrillo, enero de 1977:

“Una guerra civil es una cosa siempre terrible, y en la nuestra hubo represión y hubo crímenes en ambos lados. EL 7 de noviembre de 1936 yo tomo posesión de la Comisaría de Orden Público, al formarse la Junta de Defensa de Madrid. Hasta ese, momento, yo no he tenido ninguna relación con el orden público ni con la represión y mi jurisdicción se limita a la ciudad de Madrid, que en ese momento está semicercada por las tropas franquistas, y yo me encuentro con que en la Cárcel Modelo hay un núcleo muy numeroso de detenidos franquistas que están a punto de ser liberados esa noche por las tropas que llegan a cuatrocientos metros de la cárcel. Era un regalo envenenado que nos había dejado el Gobierno republicano a la Junta de Defensa.

En esas condiciones, tomé la decisión de trasladar a Valencia a esos detenidos. En el camino hacia Valencia, fuerzas que en ese momento no pudimos concretar quienes eran se apoderan del convoy y ejecutan a los presos fuera ya del terreno de mi jurisdicción. ¿Cuál es mi responsabilidad? Mi responsabilidad es no haber sacado una brigada al frente para proteger hasta Valencia a esos prisioneros. Pero en ese momento en el frente de Madrid no se podía sacar no ya una brigada, sino ni un soldado... Era una cuestión militar. Yo no he intervenido personalmente. Ni me considero responsable en nada de la desaparición de esos hombres“.

En julio de 2011:

“Yo me enteré después porque me lo contaron diplomáticos extranjeros que estaban en Madrid. Miaja y yo habíamos decidido trasladar a Valencia a los militares presos en la cárcel Modelo porque las tropas franquistas estaban a 200 metros de la prisión y, o sacábamos a los presos de allí o los hubieran liberado y perdíamos Madrid. En el traslado, fuera de mi jurisdicción, atacaron al convoy. Nadie sabe exactamente quiénes fueron y los milicianos antifascistas que les custodiaban no hicieron lo que tenían que hacer: jugarse la vida y defenderles. Pero ni Miaja ni yo ordenamos nada semejante”.

El historiador Paul Preston, autor de 'El holocausto español. 'Odio y exterminio en la Guerra Civil y después', tiene una versión diferente. Dice que hubo tres etapas en las represalias de Paracuellos: la autorización, la organización y la ejecución. Sobre la responsabilidad de Carrillo, sostiene:

“Si volvemos a esa idea de las tres etapas, en la parte de la autorización no tiene ninguna. Hay que ver la Junta de Defensa como un gobierno autónomo. El consejero de Gobernación es Carrillo. Su responsabilidad es organizar además de otras cosas el orden público, y el primer problema de orden público es qué hacer con los presos. Su íntimo asesor es un agente del NKVD (comisariado del pueblo para asuntos internos de la URSS), Iósif Grigulevich, y no hay duda de que este es un asesino, esa es su especialidad.

No creo que Carrillo apretara ningún gatillo, pero sí es el responsable principal de la etapa de organización. La implementación o la ejecución la hacen anarquistas, gente del V Regimiento, algunos del NKVD La idea de que Carrillo es el único responsable de Paracuellos es absurda. El titular tendría que ser: Carrillo, uno de los principales quince responsables de Paracuellos. Pero ese titular no es tan eficaz como ¡Carrillo, culpable!“.