No han pasado 50 días desde que Alfonso Fernández Mañueco convocara elecciones en Castilla y León, pero las sensaciones en el final de la campaña son como si hubiera transcurrido mucho más tiempo. Una eternidad. El presidente, del Partido Popular, formalizó la convocatoria poco antes de Nochebuena, convencido de que por delante tenía un desfile triunfal que concluiría el 13 de febrero con una mayoría suficiente como para gobernar en solitario. Quizá con el apoyo externo de Vox, pero sin convertirse en la persona que abriera la puerta de un Gobierno a la ultraderecha. La cita era también el punto de partida de la senda que trazaron los estrategas de la calle Génova para llevar a Pablo Casado a la Moncloa. Pero los planes no siempre salen como los dibuja uno en su mente. A 48 horas de acudir a las urnas, el PP ha tenido que recurrir a Isabel Díaz Ayuso, arremeter contra las candidaturas de la España Vaciada, sacar el comodín de ETA y pasar de renegar de Vox a declarar que se entenderán con quien haga falta para mantenerse en el poder.
El PP no ha aguantado los 15 días de campaña electoral, ante el empuje tanto de Vox por su derecha como del PSOE por su izquierda, y de las candidaturas provinciales. Además, los sondeos apuntan a que Ciudadanos mantendrá presencia en las Cortes, aunque perderá la mayoría de los procuradores, y a que Unidas Podemos podría incluso aumentar sus actuales representantes.
Un escenario de fragmentación que dificulta al PP armar una mayoría de gobierno, aunque se imponga en las elecciones, que no pase por la ultraderecha. Desde Ciudadanos han apuntado a que no apoyarían un entendimiento de PP y Vox, e incluso el exvicepresidente, Francisco Igea, ha dicho que pedirá la cabeza Mañueco si sus votos son necesarios para que la derecha se mantenga al frente de la Junta. La plataforma España Vaciada, en sus diferentes versiones, no ha sido tan clara, aunque sí han marcado unas líneas rojas que incluyen los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030 de la ONU. Anatema para Vox, que los señala como sus enemigos mundiales, en alianza con los ultras de Hungría, Polonia o Brasil.
El PP ha llegado al último día de campaña mirando de reojo a derecha e izquierda. En Valladolid, Alfonso Fernández Mañueco ha estado acompañado por Pablo Casado y los presidentes de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y de Galicia, Alberto Núñez Feijóo. No han asistido ni el de Murcia, Fernando López Miras, ni el andaluz, Juan Manuel Moreno, por diferentes compromisos insoslayables.
Ayuso se ha llevado una de las ovaciones de la noche, entre gritos de “presidenta, presidenta” de los dos millares largos de personas que han asistido al último mitin, en el ferial de Valladolid. La presidenta madrileña, que ha sido llamada por Mañueco para hacer más actos de los inicialmente previstos por el evidente tirón entre su electorado, ha desgranado el decálogo de lo que, en su opinión, representa el PP. Un mensaje difícil de separar de la bronca que mantiene con la dirección nacional por el control del PP de Madrid.
Eso sí, al final de su paso por el escenario ha reclamado también “el voto para Alfonso Fernández Mañueco por cinco razones: Castilla y León, la Constitución, las instituciones, España y una pregunta que debemos hacernos cada día, ¿cómo quiero vivir? Este domingo, elige: socialismo o libertad”. Antes, Ayuso había insinuado que el objetivo de investigar los abusos sexuales en la Iglesia es “borrar del mapa” a los católicos. “No es Franco, es la Transición. El rey don Juan Carlos no es el problema, es la monarquía parlamentaria y los símbolos que nos unen a todos. Y no es a la Iglesia, sino a los católicos a los que quieren borrar del mapa. Y no es el amor por el mundo animalista, sino el odio por las tradiciones como la tauromaquia lo que hay de fondo. No es la salud lo que le preocupa a esta gente cuando condenan a un filete, es el sector que vive por el campo y hace libre a su gente”, ha dicho.
En su turno, Pablo Casado ha reclamado que el voto de la derecha se aglutine en torno al PP. Casado ha señalado a Vox por “engañar con carambolas y señuelos” a los votantes que quieren que gobierne el PP. “No hay una alternativa diferente a Mañueco a los que representa Pedro Sánchez”, ha dicho en un mitin celebrado en Valladolid.
Casado ha acusado a Sánchez de haber convertido España en “una democracia imperfecta”, pese a que la causa esgrimida por The Economist para rebajar el nivel a España es, precisamente, el bloqueo a la renovación del CGPJ. “El PP es la alternativa moderada, sensata, eficaz y tolerante”, ha defendido. “Por eso decimos que quien quiera que gobierne el PP, solo puede votar al PP. Que no nos engañe con carambolas ni señuelos. O PP, o sanchismo. O PP, o la ruina, O PP, o los socios de Bildu y ERC. O PP, o el caos”, ha concluido.
El último en intervenir ha sido el propio Mañueco. El candidato del PP ha asegurado que “el lunes no se vota” y que no vale “lamentarse” el lunes, “Se vota el domingo. Hay que votar el domingo, ir casa a casa convenciendo a los vecinos entregando papeletas del PP”, ha señalado en el cierre de la campaña, celebrado este viernes en Valladolid.
Mañueco ha insistido a los militantes del PP en cada provincia de Castilla y León ir “casa a casa” y “hacer una lista de quien tenemos dudoso, hablar con él y convencerle para que vote al PP”.
El candidato del PP ha pedido el voto como una “llamada a la responsabilidad” ante “dos modelos”: el del PP o el de socialismo, Podemos y los partidos locales y minoritarios que van a estar tirando todo el día de la chaqueta pidiendo qué hay de lo suyo“. Mañueco ha alertado ante un ”Gobierno de PSOE, Podemos y los pequeños partidos“ y ha reclamado ”concentrar voto en el PP“. ”La fragmentación puede dar al traste de todo lo que hemos conseguido hasta ahora“, ha concluido.
El recurso de ETA
El declive sociológico del PP, que en menos de dos meses ha perdido seis puntos en el promedio de los sondeos públicos y privados publicados, ha tenido una traslación palpable en el discurso y los argumentarios prefabricados que distribuye la dirección nacional cada día a sus dirigentes y portavoces. En diciembre, Mañueco rozaba el 40% del voto y Vox contaba con un candidato desconocido, Juan García-Gallardo, quien entró en campaña borrando sus tuits machistas y homófobos y respondiendo sobre el apoyo que dio en su juventud a Mario Conde, condenado en varias ocasiones por robar. Mes y medio después, la ultraderecha confía en un resultado que les coloque como tercera fuerza de la Cortes, por encima de los 10 procuradores, lo que les permitiría reclamar por primera vez entrar en un gobierno de coalición con el PP.
El PP ha pasado de confiar en gobernar en solitario a rendirse a la evidencia de que no podrá hacerlo. En enero, los mensajes de la candidatura de Mañueco se centraban en cómo iba a gestionar la región el futuro Ejecutivo del PP. Se defendían las macrogranjas, aunque fuera desde una extensiva. La presencia de Casado en la precampaña fue notable, con actos a los que la prensa podía acceder y preguntar. Castilla y León sería el preludio de las elecciones andaluzas, y el triunfo en ambas, el trampolín hacia 2023. En Fitur, el presidente del PP escenificó su reconciliación con Ayuso, días después de que la presidenta madrileña se dejara fotografiar con su némesis de Génova, Teodoro García Egea.
Pero en el inicio de la campaña las dudas ya eran palpables. Un tercio de los castellanos y leoneses no tenía decidido su voto a 15 días de los comicios. El PP ha recurrido a sus expresidentes del Gobierno, José María Aznar y Mariano Rajoy, aunque ambos han usado sus espacios más para autoafirmarse que para sostener el discurso de Casado. El primero dijo que no vale para nada llegar a la Moncloa si no se sabe “para qué”. El segundo, dejó en evidencia el rechazo del PP a la reforma laboral al decir que “no cambia nada” sobre la de 2012. Su ministra de Empleo, Fátima Báñez, respaldó públicamente a Inés Arrimadas y el sí de Ciudadanos a la norma de Yolanda Díaz, mientras Cristóbal Montoro (exministro de Hacienda) lamentaba las críticas a los fondos europeos.
La pifia en la convalidación de la reforma laboral provocada por uno de los fontaneros de Egea y la frialdad con la que Bruselas ha acogido las denuncias contra la gestión de los fondos europeos por parte del Gobierno tampoco han contribuido a mejorar las expectativas de un PP, que ha tenido que endurecer su discurso para intentar contener el trasvase de votos hacia Vox. “El 13F también se vota el trato de favor a los presos etarras” es el mensaje distribuido desde Génova a los portavoces del partido para repetir en la última jornada de campaña.
Vox, por su lado, ha recurrido a su habitual campaña de mensajes dirigidos más a la guerra cultural que a las cuestiones que afectan en el día a día a los ciudadanos, y con una presencia de líderes estatales que ha eclipsado a su candidato. Este mismo viernes, Iván Espinosa de los Monteros pedía en Soria una “explosión de natalidad” para “repoblar una España que no está despoblada, sino abandonada”.
La media de las encuestas les sitúa con un 13% del voto. Un resultado que, si se confirma, situará a los de Santiago Abascal en condiciones de exigir a Mañueco entrar en el Gobierno. Siempre que no haya una suma alternativa que ponga al frente de la Junta al socialista Luis Tudanca.