ETA, la Iglesia, un libro de Arcadi Espada (sobre Catalunya) y otro sobre la monarquía. Todo en solo unas horas. El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, se multiplicó este jueves para llegar a todo. Pocos días como este jueves han retratado tan bien el camino del nuevo líder del PP para movilizar a ese sector del electorado que abandonó a Mariano Rajoy en los últimos años de su Gobierno. En plena pugna por el ala más a la derecha del partido que coquetea con Ciudadanos, o incluso con Vox, o que se ha ido a la abstención, el presidente del PP se dirige al sector más conservador de la sociedad española. Los mantras de la derecha apretujados en una sola hoja de la agenda.
El presidente de los conservadores comenzaba su apretada jornada a las 9.30 horas con sucesivos encuentros con organizaciones de víctimas de ETA. Tal y como lo explican fuentes de la dirección nacional del PP, el acto sirvió para que Casado hiciese suya “la voz de las víctimas del terrorismo tras reunirse durante toda la mañana y de forma separada en su despacho de Génova con tres asociaciones”.
Primero se veía con la Asociación Dignidad y Justicia a la que le ha planteado la modificación de la ley penitenciaria para que sea obligatoria “la colaboración efectiva” de los presos de ETA con la justicia en el esclarecimiento de crímenes antes de poder pasar del primero al segundo grado. A continuación mantenía una reunión con la AVT a la que le ha propuesto impulsar la normativa de víctimas “que consagre la memoria, la verdad, la dignidad y justicia de todas las víctimas”. Y finalmente despachaba con Covite a cuya presidenta, Consuelo Ordóñez, Casado le anunciaba que el PP tratará de tipificar como delito los actos que “de forma efectiva” exaltan a los “a terroristas y humillan a sus víctimas”. Una promesa para cada asociación de víctimas.
El líder del PP quiere asegurarse de que su proyecto cuenta con el respaldo de todas esas asociaciones que en los últimos años se habían distanciado de su partido por considerar que la política antiterrorista de Mariano Rajoy no era lo suficientemente dura y después de que en julio las víctimas desautorizaran la campaña de los conservadores contra el Gobierno de Pedro Sánchez por el acercamiento de presos a cárceles del País Vasco al considerar que no se había producido ningún cambio en la política penitenciaria como sostenía Casado.
La “caridad” religiosa
El presidente popular también aprovechó la jornada para acercarse a la Iglesia con su participación en un acto organizado por la Fundación Pablo VI y la Conferencia Episcopal para remarcar su fe católica. “La política es la forma más noble de caridad, después de la religiosa”, aseguró durante la mesa redonda 'El papel de la Iglesia en una sociedad democrática'. Casado destacó que “a España le viene muy bien la labor que realiza la Iglesia” antes de defender la asignatura de Religión en las escuelas porque, a su juicio, “tiene una repercusión muy positiva en la sostenibilidad del país”.
En este acto, vinculó su polémica carrera académica con un consejo que le dio de joven un sacerdote. Contó que, en 1999, al ingresar en la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE “el padre Busto” -el jesuita José Ramón Busto, entonces rector de la Universidad- le dio “el mejor consejo” que le había dado “nunca nadie”. “Me dijo: 'En EEUU al deportista, al político o al de la NASA, si sigue su vocación, las universidades se lo priman, se compagina muy bien. Aquí en España aún no y, por tanto, sigue tu vocación'”.
Esa recomendación es la que siguió para poner en marcha toda su polémica carrera formativa, la que le llevó a aprobar el 70% de la Licenciatura de Derecho en apenas dos años o a cursar su máster en la Universidad Rey Juan Carlos convalidando 18 de sus 22 asignaturas y aprobando el resto con cuatro trabajos, después de varios años infructuosos en ICADE.
“Seguir mi vocación. Eso es lo que hice ahora que puedo hablar tranquilamente de estas cosas porque el tiempo me ha dado la razón”, aseguró, en referencia a la decisión del Tribunal Supremo de no investigarle por las irregularidades de su máster. “Es lo que hice: acabar lo antes posible Derecho, luego acabar Administración y Dirección de Empresas. Y luego volví a instituciones católicas pasando por Georgetown durante dos años”, añadió.
“Poner orden” en Catalunya
Del acto en la Fundación Pablo VI, Casado corrió a la presentación de la reedición del libro Contra Catalunya (Ariel, 2018), escrito por el polémico articulista catalán Arcadi Espada, que precisamente fue uno de los fundadores de Ciudadanos, el principal partido con el que el PP se disputa ahora el electorado de derechas. “Cuando el PP vuelva al Gobierno, va a poner orden en Catalunya”, aseguraba Casado, que volvía a reivindicar la aplicación de “un artículo 155 duradero con nombramientos en las consellerías asignados por el Gobierno de la Nación”. “Las peores escenas que se han vivido en Europa las vemos en Catalunya y parece que nadie se ruboriza salvo el PP y algún que otro partido”, lamentó.
El líder de los conservadores terminó la jornada hablando de la monarquía, una institución a la que se ha abrazado desde el mismo momento en que salió elegido líder del PP: tras ganar la votación a Soraya Sáenz de Santamaría el pasado julio anunció al auditorio que había comunicado su victoria a la Casa Real, para pasmo de muchos de sus compañeros de partido. A principios de septiembre, el líder del PP también fue el autor de un extraño discurso que reclamó la importancia de “incorporar” la expresión ¡Viva el rey! “a una conversación de la calle o del bar”. Este jueves volvía a reivindicarla en la presentación del libro Leonor, el futuro condicionado de la monarquía (Plaza & Janés) de la periodista Carmen Remírez de Ganuza.
La lucha por el voto de la derecha es cada día más evidente: la líder de Ciudadanos en Catalunya, Inés Arrimadas, enarboló el martes la bandera española en el Parlament catalán, ya hay encuestas que apuntan a una posible entrada de Vox en el Parlamento y la formación ultraderechista prevé celebrar un gran acto en el Palacio de Vistalegre de Madrid el próximo domingo. Frente a esa competencia, Casado va cargando de actos simbólicos el giro hacia posiciones más reaccionarias que emprendió al llegar al liderazgo del PP.